Investigadores del Conicet trabajan en un robot olfativo que permite monitorear la contaminación ambiental
Desde que fue donado por el gobierno alemán, los investigadores del Conicet no dejan de explorar las múltiples posibilidades del Modular Sensor System (Moses II), más conocido como nariz electrónica. De alta sensibilidad, sus finos sensores permiten detectar gases tóxicos que ninguna persona percibe como el monóxido de carbono y lograr mediciones de larga duración y mayor objetividad, tal como lo muestran las pruebas a que es sometido este robot olfativo en el Instituto de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de las Fuerzas Armadas (Citefa).
"Las aplicaciones de este equipo son múltiples e incluyen el control de calidad de aire y del agua, el monitoreo de la contaminación ambiental, determinaciones cualitativas y en algunos casos cuantitativas para las industrias de alimentos y bebidas, envase, tabaco, farmacéutica, automotriz, perfumera, control de procesos químicos y diagnósticos médicos", enumera Noemí Elisabeth Walsöe de Reca, doctora en química y directora del Programa de Investigaciones en Sólidos (Prinso) del Conicet, a cargo de este equipo que aún puede mostrar más utilidades que las señaladas. Es que el abanico de funciones es amplio, y se van agregando a la lista más opciones a medida que desde distintos sectores de la sociedad, como empresas o grupos de investigación, acercan problemas en busca de solución o mejores resultados.
Las más variadas muestras de productos pasan por dos plaquetas, que contiene cada una ocho sensores. Desde café, vino o perfumes hasta tóxicos. "La máquina detecta lindane , -que es una sustancia empleada como insecticida-, en concentraciones imposibles de registrar para la nariz humana. Por ejemplo, logra percibir el aroma de un gramo disuelto en un millón de gramos en agua", describe la licenciada en química Rosa Baby, que precisamente presentará los resultados de los diversos estudios en el 6º Simposio Internacional de Olfato y Narices Electrónicas , por realizarse en septiembre próximo en Alemania.
Identikit del robot
De perfil, la nariz artificial no llama la atención. Es más, los sensores que hacen las veces de células olfatorias (de las que el ser humano tiene aproximadamente 100 millones), no ocupan más que un cubículo de medio metro de alto por otro tanto de profundidad y 20 centímetros de ancho. Allí ingresan los vapores de las muestras por estudiar contenidos en pequeños frascos. Los sensores producen señales eléctricas como respuesta a cada olor. Estas señales son amplificadas por el aparato y enviadas a un procesador. Los resultados no tardan en aparecer en la pantalla de la PC en forma de gráficos para la interpretación de los especialistas. Por ejemplo, tras husmear una muestra de manzana rallada, otra de jugo de primera marca de manzana, y un tercer frasco con jugo de manzana de segunda calidad, la nariz electrónica mostró los siguientes hallazgos. "En los dos primeros casos, los gráficos son recintos pequeños, lo cual indica homogeneidad en el producto. En cambio, el tercero está muy alejado del aroma característico de la fruta natural y su aspecto es más disperso, lo que muestra poca homogeneidad en el proceso de preparado -explica Baby, al tiempo que indica-: "El aparato mide fundamentalmente por comparación. Se debe poner por lo menos dos muestras distintas entre sí".
Perfiles distintos
Este aparato, fruto de un acuerdo de cooperación científico-tecnológico entre la Universidad de Tübingen, Alemania, y el Programa de Investigación en Sólidos (Citefa-Conicet) en Argentina, mostró al detectar jugo de naranja mayor precisión que la de los catadores humanos. "Los resultados de la nariz electrónica demostraron ser más sensibles que las conclusiones obtenidas por un panel de expertos, entrenados en su capacidad olfativa", precisaron.
Pero la tecnología no siempre logra superar a la naturaleza. "Existen casos en que los olores no pueden ser discriminados electrónicamente u otros en que la concentración de gases es demasiado pequeña como para que el equipo funcione adecuadamente", destacan.
Con las salvedades del caso, la nariz electrónica igualmente tiene mucho que ofrecer. "Brinda mayor objetividad, dado que sus resultados no dependen del estado o capacidad de captación de una persona", indican. Por otra parte, la "respuesta dada por el aparato no varía con el tiempo, como ocurre en la saturación sensorial humana, y en consecuencia tiene mayor posibilidad de uso exitoso en análisis de rutina", agregan.
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