Canario, el caballo salvado por una familia de bajos recursos y un cachorro fiel

Muchas veces a lo largo de la vida nos dejamos llevar por prejuicios, primeras impresiones o incluso por comentarios de terceros, que en ciertos casos no tienen sustento alguno. Algo así sucedió con la historia de Canario, que se viralizó en redes la semana pasada pero merece contarse, aclarando parte por parte.

La gente de Ayuda a Caballos Maltratados (ACMA) recibió el alerta de otra ONG, Voluntarios por nuestros caballos (VPN) por un equino que se encontraba tirado en Moreno y que no se podía levantar. De inmediato acudieron el doctor Corse, veterinario, junto a su equipo, para encontrarse frente a lo que a buenas y primeras daba la impresión de ser un claro caso de maltrato y abandono.

Un caballo adulto y desnutrido yacía sobre el pasto en el terreno de una familia humilde de la zona. A su alrededor, los integrantes de la familia lo observaban compungidos, tristes y desesperados. Forastero, uno de los 11 perros que había rescatado la familia, no se despegaba de su amigo fiel, apoyado sobre su debilitado y agotado cuerpo.

Indagando, el doctor Corse entendió que no se encontraba frente a un caso más de maltrato de caballos, comunes en la zona donde se los utiliza como carreros hasta matarlos por agotamiento.

De comida para leones a un lugar en la casa

Conversando con Martín, el dueño de Canario (así lo habían bautizado), le contó que un vecino de muy buen pasar, había decidido donarlo al zoológico de Luján para que sirva como alimento para los leones. Al animal le costaba levantarse y andar.

Pese a su precaria condición, Martín y su familia le rogaron a este hombre que se los donara, con la esperanza de poder sacarlo adelante. Después de todo, habían podido hacerlo con muchos perros, gatos, gallinas y conejos. Amantes incondicionales de los animales, no podían concebir que un caballo joven fuera descartado como alimento para leones.

Enorme fue su sorpresa cuando el doctor Corse les dijo que en verdad no se trataba de un caballo joven, sino que tenía por los menos 37 años, lo que equivaldría a 98 de edad humana. Y que su avanzado estado de desnutrición era producto de la falta de dentadura, consecuencia también de la edad.

Triste pero no abandonado

Con Forastero que no le perdía pisada ni mirada por un segundo, se decidió llamar a los bomberos para intentar ponerlo de pie. Inútil fue sin embargo el esfuerzo, sus articulaciones carcomidas y el agotamiento lo habían dejado exánime de fuerzas, y estaba totalmente entregado. Con profunda tristeza, el doctor les sugirió que lo más leal y noble era ponerlo a dormir, para terminar con ese sufrimiento innecesario.

La noticia produjo estupor en la familia, pero pese a ello entendieron que aquel Canario que creían joven y desmejorado, era un pobre viejo que deseaba descansar en paz. Forastero, que había sido su incondicional amigo en los cinco meses que Canario compartió con ellos, como previendo el inevitable desenlace apoyó la cabeza sobre el lomo del caballo una última vez.

Como un miembro más de esa humilde familia pero de enorme corazón, que daba lo que no tenia para alimentar y cuidar a sus animales, Canario fue enterrado en el terreno de la casa, en un pozo que Martin y su familia cavaron entre lágrimas. Forestero se quedó del lado de afuera, cuidando que nadie lo moleste en su descanso.