Cien años atrás
Delegación chilena - Las banderas y gallardetes que flamean en todas partes, la profusa y artística iluminación de los barrios centrales y el inusitado movimiento callejero, indican que una impresión de regocijo público vincula á todos los ánimos, exteriorizándose en ese ambiente de fiesta y alegría que envuelve, como una sonrisa, á toda la ciudad.
Es que á los festejos del aniversario patrio se agrega este año otra conmemoración de altos alcances y de grandes significados: la consolidación definitiva de la política de paz y de concordia que ha de orientar en lo futuro la marcha de los pueblos de América, llevándolos por el único camino que puede asegurar su engrandecimiento y la realización de sus destinos.
La delegación chilena, que hoy recibe el pueblo de Buenos Aires, trae en su mano la rama de olivo que como un símbolo histórico ha de ser el atributo de las relaciones internacionales en esta parte del continente.
Hemos vivido durante muchos años bajo la obsesión de la idea guerrera que de uno y otro lado de los Andes paralizaba todas las energías de organismos nacientes, haciendo pesar sobre sus débiles hombros la carga abrumadora de la paz armada. Esta rivalidad mantenida artificialmente durante tanto tiempo y atizada con las acritudes de un encono siempre despierto y siempre receloso, logró subsistir y prolongarse al amparo de las susceptibilidades patrióticas que convertían en cuestión de honor nacional un simple problema geográfico cuyas soluciones sólo podían buscarse racionalmente en las fórmulas frías é imparciales de la ciencia...