Cómo aprender a construir alegría

Escena de domingo a la noche: tu familia vuelve después de un paseo al aire libre o tal vez ni siquiera se movieron de casa. Comen relativamente rápido y cada uno es eyectado hacia un ritual ya instalado, tu marido se sienta a ver futbol, vos te entregas a los 2 capítulos que te faltan para terminar el primer año de tu serie “Sexo entre costuras mientras la casa de naipes se escandaliza”, tu hija adolescente mirará fascinada a la fashion blogger del momento (momento es un instante demasiado largo, ¿del segundo tal vez?) y tu niño encenderá la extensión de su mano derecha, o sea, “la play”.

Este escenario replica en tantísimos hogares, en diferentes geografías. Poco importa si es tu marido el que mira la serie y vos el fútbol. O si no hay tal familia y vivís sola o en pareja.

Lo que siempre está presente en esas escenas es una clara sensación de gozo.

Dos horas después, cada uno apagará su dispositivo y se encontrará en la misma situación, con las mismas sensaciones que tenía antes de encender la tablet. De la alegría, ni rastro.

¿Pero que tipo de entusiasmo fue ese, que desapareció ni bien terminó el estímulo externo que la provocó? Puedo hacer que esa alegría dure mucho más? Y si eso fuera posible, ¿cómo?

Antes de avanzar en la respuesta, una aclaración, es importante poder distinguir entre:

La alegria light, liviana, banal y la alegria que se construye.

La alegría liviana, frívola, es aquella que atravesó la escena familiar dominguera. Te la da el programa de baile de la noche, el triunfo de tu equipo de fútbol, Del Potro imponiéndose a Federer. Frente a ella, sos solo un espectador. Es por supuesto un elemento necesario en tu vida, pero sobre esa alegría no tenes ningún control, es la que desaparece al apagar la tablet. Es, además, evasiva, escapista.

Hay otra alegría, y es aquella que podés construir, porque si hasta aquí alguien lo ignoraba, la alegría no es algo que sucede por suerte o por azar.

Se construye.

Para construir se necesitán herramientas, un instructivo que muestre cómo se hace. Para mí el mejor de los modos es acercarme a las historias de otros, en especial aquellos que me precedieron en el tiempo y ver los procesos que atravesaron.

Hace muchos años en la España medieval la situación de los judíos era especialmente complicada. La opción obligada para ellos era: perder todo lo que tenían y abandonar sus hogares o renunciar a su fe. Algunos de sus líderes preocupados por dar una respuesta en esos momentos de angustia colectiva, entendieron el siguiente dato: la realidad no podían cambiarla, pero sí, el modo de mirarla, de interpretarla. Y para eso usarían su imaginación creativa. Podían despojarlos de todo, pero no de esto último.

Tomaron aquello que conocían y los apasionaba: el texto Bíblico, leyeron muchas de sus historias de vida, las interpretaron de otro modo y las adaptaron al momento. Construyeron así relatos, guiones que dieron a aquellos necesitados de un motivo valioso para seguir viviendo, y para hacerlo incluso, construyendo pequeñas alegrías.

Estos extraños sabios medievales concebían al texto Bíblico (o Antiguo Testamento) no como un texto religioso sino como un libro de vida. No estaban para nada equivocados. La Biblia no es especialmente un best seller pero construyó la conciencia cultural de Occidente. Dicho en fácil, se puede elegir ignorarla pero no se puede evitar que las ideas que aparecen en ella por primera vez en la historia, te atraviesen todos los días. ¿Ejemplos? la idea de creación de un proyecto a través de etapas, la noción de trabajo y descanso, de familia, de delito y castigo, de causa y efecto, de amor y desamor, de ley, finalmente la idea de Dios, creas o no.

Estos hombres hicieron aquello que les apasionaba hacer y consiguieron armar relatos que dieron esperanza y un objetivo a aquellos necesitados de respuestas. Impactaron así, para bien, en la vida de otros. Y mientras lo hicieron, y a pesar de vivir días dificiles, construyeron momentos gozosos, alegría genuina.

Sin buscarlo, sirvieron de modelo a otros, mostrando que el primer paso para construir bien-estar es cambiar la mirada sobre lo que te pasa.

Esos sabios medievales, desplegaron sin saberlo, hace casi mil años, un saber que hoy nutre mis días. Kabbalah se llama y en estos años me dediqué a actualizarlo y sumarle una importante base práctica que lo vuelve actual y potente para proveer recursos a quien decida construir una buena vida. Recursos como esté.

Tip de aplicación casi inmediata:

El actor usa la memoria emotiva para encontrar algún episodio en su pasado. Lo hace habitualmente para traer al presente registros de tristeza y poder transitarla en función de su rol. De repente, lo habita la pena.

Si en estas horas, poco de lo que te rodea te invita a la alegría, salí en busca de momentos de gozo pasados. Convocalos, traélos al presente con tu pensamiento. Que "les sea agradable, que la pasen bien" estando con vos. Van a volver, cada vez más seguido. Aunque no los invoques y así, la alegría como escribía el cabalista Najman de Berslav, hace casi 300 años inevitablemente, traerá más alegría.

Finalmente, ayer como hoy, la alegría a la que valió y vale aún la pena apostar, es la que construís cada vez que hacés aquello que te apasiona hacer y que además impacta para bien en la vida de otros. Ese es el gozo que persiste y produce cambios buenos en vos.

No parece haber vida buena sin esa alegría transformadora. Sobre ella tenés poder y podés acercarla a vos cuando la necesites.

¿Mi sugerencia? Frente a lo fugaz, priorizá lo permanente, lo que se construye a través del tiempo. Lo que llega rápido, imaginá de que modo se va a ir…

Kol tuv (todo lo bueno)

La autora es especialista en estudios judaicos y escritora del libro Kabbalah Práctica: cómo construir una vida valiosa

Fabiana Kramarz