Con 73 años, tiene que subir 8 pisos por escalera porque no tiene luz
La temperatura descendió un poco y Griselda Argüello respira aire fresco en la vereda de su edificio del barrio de Almagro. Es un poco de alivio luego de dos jornadas agobiantes. Pero no sabe cuándo subirá al octavo piso de la avenida Boedo al 600, donde vive. Está dubitativa. "Me niego a subir", susurra. Es que no es una tarea fácil. Lo tiene que hacer por escalera, casi a oscuras. Sólo la linterna negra que lleva consigo hace dos días, desde que se cortó la luz en su edificio y en la zona, es quien acompaña, escalón por escalón, el paso cansino de ella y de su perro caniche Saro.
"Bien, qué se yo. Adentro es un horno", le comenta a una vecina que camina por la vereda y que le pregunta, casi por costumbre, cómo se siente. La respuesta parece obvia. El lunes, a eso de las 17, fue la última vez que la mujer de 73 años vio luz en su heladera. "Esa tarde y noche fueron complicadas. Hacía mucho calor", recuerda Argüello. Tuvo que abrir las ventanas para que el departamento se aireara y le permitiera dormir un poco. Al despertarse se encontró con la misma situación. Sin luz durante toda la jornada del martes.
"Ayer subí y bajé las escaleras como cinco veces. Es que mi perrito tenía que salir", cuenta mientras, a 50 metros, una veintena de vecinos del barrio exigen, malhumorados y agotados, "¡queremos la luz!".
Sin energía eléctrica, Griselda no está alimentándose correctamente. Ayer desayunó afuera; esta mañana, también. Tanto el almuerzo y la cena del martes "pasaron de largo". Agua ya no queda. O sí, pero no puede subir al tanque, lo que hace más complicado refrescarse. Enojada por la situación, Griselda tomó ayer un palo y se manifestó con otros afectados en el cruce de la avenidas Independencia y Boedo, un punto de encuentro que este mediodía volvía a ser protagonista de los cacerolazos de protesta.
Otros casos
Aunque no puede mantenerse en pie mucho tiempo, Graciela Ortiz acompaña la manifestación a un lado. Una de sus manos está apoyada en lo que queda de un cesto de basura; la otra, sobre su bastón marrón. No puede ocultar su indignación. Van 24 horas que no tiene luz en su departamento de la calle México al 3600. Con los ojos enrojecidos cuenta: "Esta mañana tuve que bajar tres pisos por escalera porque sí o sí tenía que ir al médico por unos estudios pre quirúrgicos. Bajé llorando". El estado de salud de sus rodillas no es el mejor. Ahora no sabe cómo soportará nuevamente el dolor. "Llamé varias veces a Edesur para reclamar, pero siempre te atiende una máquina", dice la señora de 71 años mientras se arma de coraje para volver a su casa.
Con este calor sofocante, los alimentos que precisan refrigeración en la heladera son los primeros en echarse a perder. "Se pudrió parte de la mercadería. No sabes el mal olor que tiene la heladera", se queja, de manera efusiva, Marcela Cabral. Cuenta que tenía repleto el freezer. "No estamos para andar tirando comida", se lamenta. Algunos alimentos los compartió con una amiga que vive a una cuadra y que tiene luz. Gracias a ella, la mujer pudo cargar su celular para estar en contacto con su familia.
Algo parecido hizo Paola Paz. En su caso, tanto ella como su marido usaron la energía del trabajo del hombre para encender los teléfonos. "Estas últimas casi 48 horas fueron muy difíciles. No corre una gota de aire", cuenta. A su lado están sus hijos de 3 y 6 años, que apenas pudieron dormir. Paz relata que "entre el calor y la falta de ventilación, la sola claridad del amanecer los despertó".
Todos los vecinos de la zona están cansados de los cortes luz. Desde el lunes, Analía y Sebastián, que viven en avenida Belgrano 3618, sufrieron el ida y vuelta de la energía. Ese día, a las 16, todo quedó a oscuras. La luz volvió a las dos de la madrugada de ayer. A la noche, otra vez sin energía. Y así permanecían esta mañana. Desde avenida Belgrano hacia Independencia, la calle Boedo se encontraba sin semáforos en funcionamiento. Decenas de locales comerciales mantenían las persianas bajas.
En la esquina de México está estacionado un acoplado que porta un generador de energía grande. Según los vecinos, lo dejó la empresa para abastecer el barrio. Por ahora, no funciona. Los manifestantes lo miran indignados.