Coronavirus en la Argentina. Cómo se preparan los psicólogos para volver a atender en los consultorios desde mañana
A partir de mañana, los psicólogos podrán volver a atender pacientes en sus consultorios. Según el protocolo, el analista abrirá la puerta y le pedirá al paciente que esterilice o se quite los zapatos, no se darán la mano y ambos estarán con barbijo. Luego el psicólogo le solicitará que se rocié alcohol en el cuerpo y, una vez que pasó la etapa de desinfección, lo invitará a pasar al consultorio, en donde permanecerán a dos metros de distancia uno del otro.
Si bien ambos seguramente estarán de acuerdo en que esas medidas son para prevenir contagios de coronavirus, esos pasos previos a la sesión son la pesadilla de cualquier analista apegado a la teoría. Sobre todo para los psicoanalistas, que no consideran lo que se manifiesta en el plano consciente como la materia prima de la terapia. Según dicen los especialistas, los elementos de protección, de manera inconsciente, podrían modificar la relación entre el médico y el paciente y potenciarían las resistencias al análisis.
"En el psicoanálisis, la transferencia entre médico y paciente es el ámbito en el que transcurre una de las partes más importantes de la terapia. Ahora, a esta transferencia se le suma la fantasía de ser contagiado por el analista y viceversa. Esta es una escena en la que uno va a participar, y habrá que analizarla e interpretarla", señala Jorge Catelli, psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y profesor e investigador de la Universidad de Buenos Aires.
Son tiempos raros para la terapia. En la ciudad con más psicólogos por habitante en el mundo, muchos pacientes toman la sesión en el auto, en el baño o en cualquier otro ambiente en donde puedan tener una conversación sin ser escuchados por las personas con las cuales conviven que, a menudo, suelen ser invocados durante las sesiones.
"Lograr un espacio de intimidad dentro del espacio familiar es muy difícil. Hay pacientes que se van al auto, hay otros que directamente no pudieron seguir online por este tema. Además, es importante que el grupo familiar no viva la intimidad del otro como una forma de rechazo hacia ellos", explica Juan Tesone, médico psicoanalista, miembro de la APA.
Si bien los analistas podrán volver a la terapia presencial, la gran mayoría se reservará esta posibilidad para los pacientes que lo necesiten con urgencia o porque la misma dinámica de la terapia lo requiera, como suele suceder con los niños, en donde el juego de manera presencial es primordial.
"Hay colegas que, desde hace tiempo, piden que la práctica de la psicología sea considerada esencial, y de ese modo poder tener sesiones presenciales. Yo soy de los que se oponen: creo que en medio de la pandemia eso solo ayudaría a que circule más el virus. De todos modos, hay que considerar caso por caso, ver la singularidad de la situación y así evaluar si es necesario el modo presencial. Muchos se han adaptado muy bien a las sesiones a distancia", agrega Catelli.
Ambos terapeutas señalan que ya hace tiempo se vinculan con muchos pacientes a través del teléfono, Skype o Zoom. "Esto no nació con la pandemia, yo hace 15 años que trabajo online y es tan válido como el trabajo en el consultorio", argumenta Tesone.
El ritual del encuentro
Todo indicaría que la pandemia y el uso de la tecnología le están quitando la centralidad al consultorio como el espacio fundamental para que transcurra la terapia. Las bondades del análisis a distancia hacen que pierda densidad el ritual del encuentro entre cuatro paredes y un diván.
"Creo que perdió el lugar sacrosanto que tenía. En un momento, hasta había analistas que consideraban que el consultorio no debía tener ni decoración para no influir en los pacientes. Aún así, el consultorio sigue teniendo un lugar importante: el encuentro entre dos cuerpos tiene su valor", dice Tesone.
María Fernanda Rivas, psicóloga y psicoanalista, especialista en niños y adolescentes, resalta la importancia del consultorio como un punto de encuentro entre el paciente y el terapeuta. Destaca que representa un lugar en donde los pacientes se sienten "alojados", lejos de los lugares y personajes de su cotidianidad, y que también forma parte del "encuadre terapéutico", es decir, de aquellas cuestiones de forma que deben mantener cierta estabilidad, al igual que el horario, la frecuencia de las sesiones y los honorarios.
"El trasladarse al consultorio puede tener distintos significados de acuerdo a la problemática en juego. Por ejemplo, dejar la casa de los padres, crecer, viajar hacia el pasado o el futuro, entre otros. El consultorio también refleja la personalidad del psicólogo, su modalidad, su edad. Se establecen así afinidades o diferencias de acuerdo a cada subjetividad. Son detalles que también determinan la elección y la permanencia en un tratamiento porque funcionan como una prolongación de la propia terapeuta", argumenta la especialista.
Rivas, además, rescata la posibilidad de apreciar con mayor nitidez expresiones gestuales y otras manifestaciones tanto del terapeuta como del paciente. "Se incluye con mayor intensidad lo sensorial, como lo olfativo, lo visual y lo auditivo, no mediatizado por una pantalla, y por el delay con el que llega la imagen y el sonido. En la modalidad presencial hay menos riesgo de no entender o no escuchar el discurso del paciente y viceversa. Por lo tanto, el diálogo puede ser más rico y dinámico y con menos ruido", agrega.
De todos modos, la vuelta a la normalidad, como señala Nora Lewi, psicoanalista y miembro adherente de APA, conlleva distintos sentimientos y avatares que no se deben desestimar y sobre los cuales se debe reflexionar.
Lewi cree que el desarrollo de una sesión con los elementos de protección, si bien cumplen su rol fundamental para evitar contagios, también son perturbadores. En especial, rescata al tapabocas como un artículo con una especial carga simbólica.
"El tapabocas puede ser leído como un significante. Si bien es un elemento que sirve de protección, también alude a no hablar, a callar, es una contradicción y puede jugar también a favor de las resistencias. Algunos pueden necesitar, a pesar de todo, de la sesión en forma presencial de manera más urgente, como una necesidad de la presencia del cuerpo del otro, como cuerpo presente. Aún así, podría acontecer una paradoja, que la sesión presencial genere más distancia que la virtual", concluye Lewi.
El desafío de volver a los consultorios, excede a la cuestión de los contagios. Mañana también podrán regresar a las sesiones presenciales los psicopedagogos, terapistas ocupacionales, kinesiólogos que trabajen con trastornos del neurodesarrollo y con pacientes de la tercera edad y los fonoaudiólogos que se enfoquen en el trastorno del espectro autista (TEA).Tanto los pacientes como los especialistas, deberán afrontar el reto que impone la pandemia.