Coronavirus en la Argentina: la educación técnica y el vínculo con el mundo del trabajo en tiempos de pandemia
El desafío que enfrenta la sociedad por la pandemia delCovid-19 es enorme en muy diversos sentidos. En el caso particular del sistema educativo se agrega que el proceso de enseñanza y aprendizaje tiene características propias que dificultan la "virtualización", más si es para la totalidad de los estudiantes y, especialmente, si es de un día para el otro, como tuvo que suceder. El pasaje de enseñar y aprender de manera online requiere estrategias totalmente diferentes a la educación presencial, y –claramente– de otro tipo de recursos y de dispositivos. En este caso, la suspensión de clases, primero, y el aislamiento social obligatorio luego, generaron que el sistema deba dar respuestas a millones de niños y jóvenes con realidades muy disímiles y con sus propios recursos humanos, también, en cuarentena, con todo lo que ello implica.
La heterogeneidad que nos caracterizó siempre como país y las desigualdades preexistentes se exacerbaron con la pandemia, aunque hay un denominador común: nadie –ni instituciones, ni jurisdicciones– estaba preparado para que la totalidad de sus estudiantes deban quedarse en sus casas y continuar con el ciclo lectivo desde allí.
En el caso particular de la educación secundaria técnica –que es la que nos ocupa desde el Programa Vinculación Empresa-Escuela de la Asociación Empresaria Argentina (AEA)– hay que remarcar que las dificultades de la enseñanza no presencial son mayores, ya que, además de los contenidos teóricos, hay espacios de taller o laboratorio, que son muy difíciles de replicar en los hogares. A su vez, desde la Ley de Educación Técnico Profesional (ETP) este tipo de enseñanza incorporó las prácticas profesionalizantes como campo formativo, es decir, espacios curriculares que deben acercar a los y las estudiantes a situaciones reales de sus futuras profesiones.
Debido a la obligatoriedad de estas prácticas, desde hace varios años las diferentes jurisdicciones educativas están haciendo importantes esfuerzos para acercarse al ámbito socioproductivo, y así poder ofrecer experiencias significativas a sus estudiantes en el marco de esas prácticas. Este lazo entre educación y trabajo, que no es nuevo, se ha fortalecido gracias a ellas. Sin embargo, es otro de los ámbitos que el coronavirus puede poner en jaque si no se le presta la debida atención a cómo mantener, durante este año tan particular que estamos viviendo, los vínculos conseguidos. Si ya en épocas normales la realización de las prácticas requería un importante esfuerzo por parte de las escuelas y de las empresas, y tenía su complejidad porque implican la vinculación entre diferentes actores del entramado social y productivo, algo que no siempre es sencillo, en este contexto, la complejidad aumenta.
Todo hace pensar que la vuelta a las aulas presenciales no será pronto. Esto nos obliga a reflexionar sobre el vínculo entre educación y trabajo, especialmente para el caso de las prácticas profesionalizantes, en términos de dos etapas: la primera es qué hacer durante el período que no hay clases presenciales, donde las posibilidades estarán focalizadas en cómo acercarles a los y las estudiantes el mundo productivo de modo virtual. Acá se abren diferentes alternativas, desde las simulaciones hasta las capacitaciones virtuales, desde compartir material audiovisual sobre los sistemas productivos hasta facilitar tutorías online para el desarrollo de proyectos tecnológicos, por nombrar algunas. La segunda etapa, es la de la salida del aislamiento social obligatorio donde, con los debidos cuidados, la posibilidad de volver a las prácticas en ámbitos socioproductivos será viable. Sin embargo, dado el cimbronazo del coronavirus no van a estar exentas de dificultades de implementación y, por tanto, habrá que redoblar el esfuerzo para alcanzar las vacantes que necesita el sistema educativo para sus estudiantes.
Son tiempos excepcionales que requieren que seamos creativos y que pongamos foco en la articulación entre todos los actores que intervienen. En este contexto, es más necesario que nunca unir esfuerzos para ofrecer a los estudiantes que hoy cursan su último año en escuelas secundarias técnicas, opciones de prácticas profesionalizantes que sean un verdadero puente al mundo del trabajo.
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