El arte vivencial de una artista movilizante
La inglesa Tracey Emin, una de las más rutilantes figuras de la escena contemporánea mundial, llega hoy al Malba con cuatro videos autorreferenciales que recrean experiencias que conmueven al espectador
"Si tengo que ser honesta, diría que el aborto fue un error. Pero fue el mejor jodido error que cometí en mi vida, lo cual es una contradicción, pero también es la pura verdad." Así, con cadencia serena, se la escucha a Tracey Emin, y su voz sacude todas las paredes de Malba. Tenía 33 años cuando se paró frente a una cámara de video, decidida a ensayar otra forma de hacer arte. Una alquimia de arte conceptual, con ímpetu expresionista, con material vivencial y autobiográfico, y su propio sesgo y elaboración emocional.
Estaba dispuesta a compartir una confesión revulsiva e "impúdica" sobre lo que llamó su "suicidio emocional": su paso traumático por un aborto de mellizos, mal practicado, que puso en riesgo su vida. Entonces tenía 27 años, se sentía "fracasada como artista y ser humano" y su vida se precipitaba por la marginalidad, los excesos y la indigencia.
Delante de la iglesia londinense donde, con demoras aparentemente deliberadas le habían notificado primero que estaba embarazada y luego negado la interrupción de aquel embarazo, Emin no extendió el dedo acusador sino que seleccionó las palabras, los encuadres, las tomas y planificó cada una de las paradas de un recorrido evocativo para desnudar aquella experiencia abortiva. "How It feels" (Lo que se siente), su versión -desgarradora-de esos sucesos, se convirtió en una obra seminal en la escena artística, apoyada por una producción que convirtió su experiencia vital en obra de arte.
Hoy, a las 19, con el apoyo del British Council y la singular presencia de Emin en Buenos Aires, el Malba le correrá el telón a su primera exposición en América latina, centrada en cinco de sus videos, producidos entre 1995 y 2000.
Célebre y controvertida, Emin, de 49 años, ha sido una figura descollante entre los Young British Artists, aquellos creadores iconoclastas surgidos en los años 90, con el apoyo impar de Charles Saatchi y su muestra Sensation y la atención de los premios Turner. Su salto en la palestra artística devino a partir de su indagación entre los vínculos entre la creación artística y la autobiografía; entre el rol de la subjetividad y la propia historia personal como materia artística.
Curada por el canadiense Philip Larrat-Smith, "How It feels", el título del video que abraza también la muestra, presenta las obras "Por qué nunca llegué a ser bailarina", "Homenaje a Edvard Munch y a todos mis hijos muertos", "El amor es una cosa extraña" y "Tentando a la suerte".
Complejo y movilizante, el conjunto empuja al espectador por el abismo de un derrotero vital -honesto y por momentos incómodo-, marcado por la vulnerabilidad y la temeridad extremas. En esos polos se mueve Emin con libertad y una trasparencia inusual para mostrar la desnudez de su ser. No toda, sino aquella que ella elige campo de exploración artística. Como apunta el curador, Emin resignifica el camino emprendido por Bourgeois, Munch y Schiele, artistas que transformaron sus experiencias personales en representaciones simbólicas.
Entre la empatía y el rechazo, la perplejidad y el interés de una vida ajena que se desnuda auténtica y sin pudores, los descarnados videos de Emin alejan el prejuicio. Llaman a repensar los padecimientos humanos y hasta revisar y comparar la honestidad emocional del que mira frente a la del que se expone.
Con su lectura llena de ambigüedad, entre lo sórdido y lo romántico, la obra de Emin, que utiliza todos los soportes, del dibujo al bordado, y del grabado a la instalación, profundizó esa percepción.
Mientras en 1999 su obra "My Bed" -una instalación con la representación de su cama deshecha, sembrada con condones y tampones usados, vacías botellas de vodka, pantuflas y sábanas sucias, elementos tomados de su vida real- causaba estupor y se la parangonaba con la obra escatológica de Piero Manzoni, también era nominada a los Premios Turner. La autenticidad del gesto hizo que una porción del público se reconociera en algún aspecto del aquel lecho. Pero su obra más escandalosa y la que definió su consagración fue una bella carpa cocida y bordada a mano que llamó: "Todas las personas con las que alguna vez dormí". En su interior aparecían bordados sobre distintos géneros y prendas los nombres de todos los hombres con los que se había acostado entre 1963 y 1995.
Junto con Fiona Rae, son las únicas dos mujeres nombradas profesoras de Pintura y Dibujo en los 244 años de existencia de la Royal Academy of Arts.
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