El ejemplo de dos políticos del interior
TRENQUE LAUQUEN, provincia de Buenos Aires.- Por estas épocas de ciudadanos escépticos y políticos desacreditados, de desconfianza y desaliento, de acusaciones cruzadas que casi siempre se transforman en verdades, existe otro tiempo, más bien dos espacios, que gozan de todo lo contrario.
Hay dos lugares en los que la gente, mayoritariamente, cree en sus conductores más allá de los colores políticos y lo demuestra tanto en las urnas como en la calle.
"Para nosotros, don Jorge es una eminencia", dicen en Trenque Lauquen. "Aquí, más que justicialistas somos rafaelistas", comentan en Benito Juárez.
Es que los intendentes Jorge Alberto Barraccia (UCR) y Rafael Magnanini (PJ) lograron en sus pueblos lo que no muchos consiguen en otros lados:claridad, cuentas saneadas, ciudades ordenadas. Algo que rápidamente capta la popularidad y el respeto de la gente. Todo nacido desde una fórmula compuesta por honestidad y eficientismo.
Parecerían dos historias distintas, tanto como la antinomia que puede existir entre radicales y peronistas, pero en realidad tienen el mismo origen: el de haber logrado el progreso de sus pueblos sin anteponer los rótulos partidarios. Ambos creen que el Estado tiene obligaciones indelegables como la salud, la educación y los servicios. Barraccia no cree en las privatizaciones y no le va mal.
Magnanini también maneja los números de casi todo desde la Comuna, pero terceriza el trabajo en corporaciones y asociaciones no gubernamentales que se manejan con autarquía dentro un presupuesto municipal y el propio logrado por el rendimiento. Demostró que también le va muy bien.
La vida de Jorge Alberto Barraccia (51 años) era la cirugía, lejos de las militancias políticas. Pero un día, este hombre pensó que sus antiguas ideas socialdemócratas podrían bien ser puestas en práctica desde la UCR.
Fue con la llegada de la democracia que comenzó a trabajar por ello y en las elecciones de 1987, cuando en la noche del escrutinio el PJ festejaba, dio su primer gran golpe: el recuento final de un padrón de 20.000 votos marcaba que el médico se había impuesto por la increíble diferencia de una docena.
Tuvo un segundo desafío, la inundación de ese año. Pero Barraccia debe haber vencido al agua, porque en 1991 fue reelecto y en esa oportunidad no fueron una docena los votos del triunfo, sino 3500.
En 1995, Trenque Lauquen le volvió a decir que sí a Barraccia, nada menos que por 7600 votos de diferencia sobre su oponente . "Si el año que viene se presenta gana de nuevo, porque aquí , radicales y peronistas están todos contentos", asegura Alejandro, el mozo de la céntrica confitería Kalo´s.
Igual opina Osvaldo Silvani, un poblador que no está afiliado a nada. Pero Barraccia no está muy convencido de seguir y no porque le tenga miedo a la derrota, sino porque hace un par de años tuvo que vencer una hemorragia cerebral y "la municipalidad requiere de mucho tiempo".
Anteayer, los 1000 empleados comunales ya habían cobrado su sueldo y andaban exultantes. "Siempre nos pagan antes", comentó Susana, una de las empleadas.
Barraccia muestra con orgullo una de sus obras, como el laboratorio municipal de medicamentos y reflexiona: "Privatizar es perder el dominio de las cosas que, si el prestador no las cumple como es debido, llevan a un juicio desgastante".
Quizás el médico piense que está llegando el tiempo de dar un paso al costado. De cuidar su salud, de dedicarse a su mujer, María de los Angeles y, a sus tres hijos.
"El gerente" Magnanini
Un día, cuando estudiaba Ciencias Agrarias en Buenos Aires, su ciudad natal, Magnanini (39) se enfrentó con una agrupación independiente a la poderosa Franja Moderada, que lideraba Ricardo Nosiglia, y le ganó. Su destino había quedado marcado: "Soy ingeniero agrónomo de profesión y político de vocación", dijo.
Años después, un tornado arrasó el pueblo de López, partido de Benito Juárez, y Rafael se vino al campo que alguna vez estableció su abuelo como queriendo barrer los destrozos. No se fue más. "El tornado se llevó al pueblo y me trajo a mí". Era el tiempo de llevar su política a Juárez.
Cuando murió el intendente Santana Zabalza, Rafael Magnanini volvió a competir y a vencer. Superó en las eleccciones a su oponente por 6500 votos contra 3500. Con su idea de "inaugurar realizaciones más que piedras fundamentales", comenzó a trabajar y en 1997, la balanza electoral volvió a inclinarse ampliamente para su lado después de haber impuesto el lema de "Sigamos con Magnanini".
"Yo soy el gerente político técnico de una empresa social cuyos accionistas mayoritarios son los que menos tienen", dice. Desde esa idea del gerenciamiento comenzó a tercerizar empleos formando asociaciones con apoyo municipal.
"Acá los trabajadores somos todos socios", cuenta María Montenegro, que coordina una cooperativa textil que fabrica delantales y que gana 500 pesos por mes: "Eso acá es un dineral, yo antes estaba sin trabajo".
Luego, en Juárez, comenzaron a comprar computadoras para las organizaciones no gubernamentales (ONGs) y los colegios. "Quiero que algún día esto sea una ciberciudad y que a las cuentas municipales me las controlen por moden", aseguró Magnanini.
El hospital también fue reequipado y hoy tiene dos quirófanos nuevos. Allí, la mucama María Barneche habla con gran sentido de pertenencia: "Yo había entrado a trabajar a una sala de primeros auxilios y ahora tengo un hospital de verdad".
Magnanini es un obsesivo de la eficiencia y no duda en hacer lo que venga bien con quien sea: "Me perfecciono con los radicales en Córdoba, me asocié en proyectos con Alfredo Irigoin (UCR-Laprida) y voto al PJ", dijo.
Su lista de emprendimientos es interminable. Tanto como los saludos que este autodefinido "gerente de los que menos tienen" recibe por la calle. Es que, al igual que Barraccia, estos hombres están haciendo historia en "la Patria chica".
El orgullo de Juárez
BENITO JUAREZ, provincia de Buenos Aires (De un enviado especial).- Uno de los principales orgullos de esta ciudad es el centro para discapacitados. En una oportunidad, el intendente Rafael Magnanini observó una gran construcción de losa abandonada desde hacía 36 años.
No dudó: "Vamos a tomarla y a hacer un centro para discapacitados, después veremos la parte jurídica".
Hoy, el centro es un complejo de dos hectáreas maravillosas que administra Luis del Biaggio, el padre de un chico con discapacidad mental.
Cuenta con diversas áreas profesionales, como fisiatría, psiquiatría, psicología, fonoaudiología, terapia ocupacional, asistencia social, terapia física, musicoterapia, psicopedagogía y enfermería.
El gran complejo está situado en la periferia de un pueblo que cuenta con apenas 13.000 habitantes.
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