El "falso positivo" provoca inquietud en los consultorios
Inquietud, confusión y, en algunos casos, desconfianza. Esas son algunas de las sensaciones que provocó en los últimos días, en muchos pacientes, el error en el diagnóstico de la enfermedad de Cristina Kirchner. En especial, en aquellos que enfrentan una patología similar a la de la Presidenta, según confiaron médicos consultados por LA NACION.
"El cambio de diagnóstico, de cáncer a tumor benigno, seguramente va a interferir negativamente en la relación médico paciente –opina el licenciado Marcelo Gatto, psicólogo del Hospital Municipal de Oncología Marie Curie–. Puede generar en un paciente que está por ser operado de cáncer la falsa expectativa de que el suyo también haya sido un falso positivo, cuando en realidad esto ocurre en un porcentaje mínimo."
Para Gatto, "la masividad que ha adquirido la noticia va a requerir un mayor trabajo de los médicos con sus pacientes en cuanto a la comunicación, así como un mayor trabajo de los médicos con sus pacientes en cuanto a la comunicación, así como también un mayor trabajo de los psicólogos para que no haya confusión, recuperar la confianza en el vínculo y que no se generalice la situación del falso positivo, que es excepcional".
Aun así, sostiene: "Creo que será algo circunstancial, no creo que esta idea se instale socialmente, pero esta situación está afectando indudablemente a quienes tienen programada próximamente una operación de cáncer".
El doctor Adrián Cameron, cirujano del sector de Cirugía de Cabeza y Cuello del Hospital Británico, reconoció que la mediatización de la enfermedad ha afectado el ánimo de los pacientes con afecciones de tiroides: "Noté ansiedad y desconfianza en algunos pacientes -dice-. Soy una persona que explica en forma clara y concisa a los pacientes, pero en estos días me veo en la necesidad de tener que explicar además toda esta situación [la enfermedad de la Presidenta], lo que es algo un poco incómodo ya que uno no ha estado involucrado".
Como ejemplo, relata una anécdota. "El otro día, en el consultorio, una paciente que operé de tiroides hace dos meses, me dijo: «Menos mal que me operé hace dos meses y no ahora, porque no hubiese sido la misma persona». Con esto reconoció que habría estado más angustiada y mucho más preocupada ante una supuesta incertidumbre del diagnóstico".
Por su parte, el doctor Marcos Abalovich, presidente de la Sociedad Latinoamericana de Tiroides, comenta: "Uno advierte que hay cierta confusión en la gente. Un diagnóstico de cáncer primero y después un diagnóstico de benignidad, en el público general crea confusión. En ese sentido, algunos pacientes preguntaron qué significa el resultado de una punción y el de una cirugía. Pero también es cierto que cuando la gente se acerca al especialista y le comenta sus dudas, es una oportunidad que tiene para aclararlas". Según Abalovich, "al paciente hay que volverlo a un estado de traquilidad".
Es que términos como punción, carcinoma, biopsia, adenoma o falso positivo abundaron en los medios, pero también en las charlas de café, reuniones sociales o encuentros circunstanciales. Para bien o para mal, quienes siguieron con más o menos interés las idas y venidas en torno a la salud presidencial sufrieron una sobreexposición a los detalles de un tema médico (el cáncer de tiroides) al que no suelen adentrarse sino sólo cuando se viven en carne propia o en la de un ser querido.
"Le pregunto todo a los médicos, soy muy miedosa, pero eso no viene de ahora, es desde siempre", admite Leonela Mendoza, asistente dental de 22 años.
Para Leonardo Deghi, ir al médico es como ir al banco. "Hay que hacerlo lo menos posible, salvo que uno verdaderamente lo necesite. No desconfío de ellos. Tampoco me dan miedo. Hasta ahora he tenido suerte", afirma este remisero de 38 años.
En cambio, Carlos Melián, de 42 años, sostiene que no cree en los médicos. "Ultimamente, primero te diagnostican la enfermedad que tenés y después te mandan a hacer los estudios, ¡una cosa de locos!" y se lamenta: "Los doctores de ahora no son como los de antes".
Pero, para otros, los sucesos de las últimas semanas no modificaron la confianza que tienen en la palabra de sus médicos de cabecera.
El diariero Marcelo Dellacasa, de 49 años, asegura que "siempre" confió en los médicos. "Eso no va a cambiar -dice convencido-. Cuando voy al consultorio me hacen controles con los mejores aparatos que hay y me piden un montón de estudios para descartar cualquier enfermedad. ¡Cómo voy a desconfiar de ellos!, ni ahora ni nunca".
Dos jubilados coinciden en esa confianza. "Yo creo en los profesionales que elijo para atenderme. Nunca he tenido problemas con ellos. Lo que hago para quedarme tranquilo es preguntarles qué me van a hacer", dice Fidel Neumann (80). Y Susana Dogliolo, de 75, sostiene "¡Sería tremendo si desconfiáramos de los médicos! Yo tengo a los míos y creo en ellos".
"¡Cómo voy a desconfiar de los médicos! Pasé más tiempo de mi vida en un hospital que en mi casa -dice Cintia De Angeli, de 23 años y empleada de un lavadero-. "El año pasado me operaron de un riñón y gracias a ellos salió todo bien. Para algo están los doctores."
Para Abalovich, "lo positivo" es que ha habido información médica en los medios. "La gente recibió durante varias semanas muy buena información por parte de los endocrinólogos que aparecieron en los medios. Quizás esto haya sido un desencadenante para que alguien que sabía que tenía un nódulo finalmente haya decidido consultar", concluye.
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