Estuvo varada en Alemania con coronavirus, logró volver y ahora la discriminan
Cuando se abrieron las puertas del área de arribos internacionales, no había nadie esperándola. Todo era soledad. "Comúnmente uno ahí se encuentra con sus familiares. Era una desolación. Era Ezeiza vacío. Y policías, policías y más policías que te miraban raro". Así describió su regreso al país Lucía Rosalén, una joven santafesina de 28 años, que pudo volver a casa a comienzos de este mes, después de pasar casi tres meses varada en Alemania. Forma parte de los miles de argentinos que quedaron varados en el exterior, tras el cierre de fronteras decretado para frenar la propagación del coronavirus.
Llegó a la ciudad de Dortmund en septiembre del año pasado, con una visa Working Holiday. Hacía tiempo que quería tener la experiencia de vivir y trabajar en otro país, pero nunca se había animado a hacerlo. El año pasado, logró reunir el coraje necesario y partió a Europa. Fue el inicio de un largo periplo, que incluyó episodios de ensueño y pesadilla por igual. Se contagió de coronavirus y la echaron de su trabajo mientras estaba enferma. Al regresar a su hogar en Venado Tuerto, su familia sufrió amenazas, y vivió en carne propia el rechazo de sus vecinos por haber vuelto del exterior.
Después de casi tres meses de espera e incertidumbre, Lucía pudo regresar al país a comienzos de este mes. Ya está en su casa. Se siente aliviada y feliz, pero también se siente extraña
"Mi experiencia en Alemania por un lado fue muy linda, muy buena. Y por el otro lado, fue muy fea y muy difícil", sintetizó. En los primeros meses tras su llegada, hizo changas en una pizzería, hasta que consiguió trabajo en Amazon. "Estaba muy contenta porque iba a trabajar en una de las compañías más grandes del mundo, pero me topé con un ambiente muy machista. Así que decidí renunciar", recordó.
Su siguiente trabajo fue en una empresa española encargada de la limpieza de la marca deportiva Decathlon. "Fui tan bien tratada y tan respetada por lo que estaba haciendo que me sentí muy a gusto", afirmó. Tenía visa hasta junio, y pensaba seguir trabajando allí.
Pico en Europa
Pero en marzo todo cambió. Mientras Europa atravesaba el pico de la pandemia y los contagios de coronavirus se multiplicaban en Alemania, Lucía quiso volver a la Argentina. No pudo hacerlo. El 14 de marzo le diagnosticaron Covid-19. Y tan solo dos días después, el gobierno argentino imponía el primer cierre de fronteras, paso previo al aislamiento obligatorio. "Quise comenzar mi retorno a casa, porque emocionalmente estaba muy mal", explicó.
"Cuando me confirmaron que tenía coronavirus y supe que la Argentina cerraba sus fronteras, quería golpearme la cabeza contra la pared para ver si todo volvía a la normalidad. Sentía que era algo irreal, como si estuviera en una película de ciencia ficción", recordó Lucía. Cree que se contagió en su trabajo, un día en el que se reunió con gente de distintas partes del mundo.
"Una mañana arranqué con estornudos y pensé que estaba volviendo mi época de alergias. Resulta que mis alergias se terminaron convirtiendo en coronavirus. A los pocos días, empecé a sentir mucho dolor en el pecho, necesidad de toser. Sentía que se me cerraba el pecho. Es una enfermedad muy fuerte. Haber tenido Covid-19 estando sola fue algo muy duro. Por suerte la gente que vivía conmigo me ayudó mucho, y también mi hermana que estaba en Europa", agregó.
Pocos días después, Lucía recibió una notificación de su jefa avisándole que estaba despedida por haberse contagiado. Enferma y varada en el exterior, ahora también se había quedado sin trabajo. Con el dinero que había ahorrado, pudo mantenerse por un mes y medio. Pero una vez agotados esos recursos, debió pedirle ayuda económica a su familia. "Lamentablemente no pude obtener mucha ayuda del consulado o el gobierno argentino. Mi familia fue la que me sostuvo económicamente y emocionalmente. Como argentina me sentí coartada totalmente de mis derechos", explicó.
Recuperación difícil
La recuperación de la enfermedad tampoco fue un proceso fácil. "Este virus te invade tanto el cuerpo, que me lo dejó devastado. Me costó mucho recomponerlo. Caminaba dos cuadras, y después me tenía que tirar a la cama porque no podía respirar. Le quita tanta energía al cuerpo que me costaba hacer cosas básicas, como subir la escalera o caminar pocas cuadras", apuntó.
Después de casi tres meses de espera e incertidumbre, Lucía pudo regresar al país a comienzos de este mes. Ya está en su casa. Se siente aliviada y feliz, pero también se siente extraña. Ella y su familia debieron enfrentar la discriminación de sus propios vecinos.
"Mi familia fue amenazada por vecinos de mi propia ciudad. Querían ir a buscarme a Ezeiza, tomando todos los recaudos necesarios y con el permiso respectivo. Les decían que si iban a buscarme, se iban a encargar de meterlos en cana. Como saben que llegué de Alemania, pasan por la puerta de mi casa y se alejan. Como si la misma puerta irradiara coronavirus. Es muy feo sentir que llegás a tu propio país, a tu propia ciudad y que te tratan como a una paria", relató conmovida.
"Esta pandemia me enseñó un montón. Aprendí a trabajar la paciencia y la ansiedad. Tenemos que entender que sólo vamos a poder salir de esto todos juntos", concluyó.
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