Juicio a un obispo: tres psicólogas ratificaron que los denunciantes presentan signos de abuso sexual
La sentencia contra Gustavo Zanchetta, obispo emérito de Orán, Salta, se dictará el próximo jueves
Tres psicólogas del Poder Judicial que declararon en el juicio que se le sigue en Orán, Salta, al obispo emérito Gustavo Zanchetta por abuso sexual simple continuado agravado coincidieron en que los dos exseminaristas denunciantes —G. F. L. G y C. M.— no presentan signos de confabular o mentir. Aunque la sentencia iba a ser dictada mañana, pasó para el próximo jueves, día en que también serán los alegatos.
Zanchetta, quien llegó del Vaticano para estar en el juicio, está acompañado de dos abogados canónicos. Los tres se alojan en un hotel de Orán. La pena prevista para el delito por el que es juzgado el religioso es de entre tres y diez años de prisión. En Roma, el obispo debe afrontar un juicio canónico.
Tanto él como los dos denunciantes declararon en el arranque del proceso. El obispo adjudicó la acusación a una “venganza”. En estos tres días declararon sacerdotes, exseminaristas, empleados del Obispado y las psicólogas. Hasta el momento hay una decena de testimonios que dan cuenta de que Zanchetta abrazaba “desde atrás” a los seminaristas, de que tenía “preferidos” a los que les hacía regalos y de que organizaba asados con bebidas alcohólicas que mandaba a comprar con plata de la curia.
La primera denuncia por abuso contra Zanchetta fue el 6 de febrero de 2019; el exseminarista aseguró haber sufrido abuso sexual en 2017, en el edificio del Seminario Juan XXIII de la ciudad de Orán, y en un domicilio particular del pueblito de Los Toldos.
Poco más de un mes después, llegó la otra por episodios de significación sexual y conductas inapropiadas “frente al público y en el ámbito privado” en la casa parroquial San Antonio, en el edificio del Seminario Juan XXIII y en la casa del obispo. El denunciante planteó que los hechos se repetían desde 2016. Una investigación del diario El Tribuno fue la clave para que los casos salieran a luz.
Las dos primeras psicólogas en declarar fueron Silvia Aguirre (la que menos tiempo habló) y Nadia Miguez. La primera planteó que G.F.L.G presenta “indicadores de abuso sexual”, que durante las entrevistas relató situaciones y experiencias “imprevistas y desconcertantes” y que sus exposiciones fueron “consistentes en tiempo y lugares”. Mencionó que lo vivido le provocó “interferencia en el plano anímico”. En C.M también observó “indicadores de abuso sexual”.
Miguez ratificó su informe y destacó la “vulnerabilidad” de los denunciantes y reiteró que ambos presentaron “indicadores de haber vivido delitos contra la integridad sexual”.
Respecto de G.F.L.G. —quien ya había sido abusado en su infancia—, la psicóloga subrayó que es una persona “vulnerable” y pasible de ser “influenciado por personas que pueden detentar poder y arremeter contra su integridad”. Refirió que había registrado cambios físicos —aumento de peso— y que se mostraba “ansioso y sufría de insomnio”.
En el tramo dedicado a M.C, remarcó que se evidenció una “invasión a su espacio físico y corporal”, que sus respuestas fueron “asertivas y congruentes” y que mostró tendencia a establecer “relaciones asimétricas, con factores de riesgo”.
“No hay nada que me indique que pueden haber sido influenciado por terceros, o que fue producto de su fantasía”, planteó la profesional ante el tribunal.
La tercera, Rosanna Otaiza, fue la responsable de la evaluación de M.C y de la administración de las pruebas de a G.F.L. G. Ratificó el informe de sus colegas respecto de que las “dos víctimas presentaron signos o indicadores de abuso sexual”.
En el caso de G.F.L. G., describió que lo que le sucedió cuando era seminarista “le hizo recordar y revivir su experiencia del abuso infantil”. De M.C apuntó que mostraba una “rigidez defensiva, con angustia de perder el control, se notaba tenso y con angustia”.
El hombre le contó que todo lo sucedido “afectó su proyecto vocacional” y que siente que los años que vivió en el seminario fueron “años perdidos de su vida”.
Psicóloga de parte
Ayer, Eleonora Naranjo, psicóloga presentada por la defensa, definió a Zanchetta como “detallista, ordenado, meticuloso y autoexigente”. Sostuvo que “no se advierten rasgos de perversión, o psicopatía” y que “tiene una identidad sexual adecuada”. Y agregó que de los test realizados surgió que “se identifica con los pobres y desvalidos, y no hay indicios de enfermedad o rasgos de perversión o psicopatía”.
Esta profesional, psicóloga de la Congregación Hermanos de Discípulos de Jesús de San Juan Bautista y docente de la Universidad Católica de Salta, a mediados del año pasado declaró en el juicio contra el sacerdote Agustín Rosa Torino por tres denuncias de abuso sexual. Naranjo sostuvo que desconocía los hechos, caratuló al acusado y apuntó que una de las exreligiosas denunciantes —a quien ella había tratado— “fabulaba”. El religioso fue condenado a 12 años de prisión.