Julio Aguirre: de gerente a instructor de yoga
"Yo fui artífice de mis propias necesidades. Sufrí los avatares de mundo empresarial y sabía controlar ciertas emociones teniendo algunas herramientas", dice Julio Aguirre, fundador de Yoga para empresas.
Luego de pasar por gerencias de compañías de construcción, siderurgia y centrales hidroeléctricas, decidió crear una PYME para entrar a las empresas de otra manera, con un servicio en este caso, el yoga, que difunde desde su página web. Durante sus años como ejecutivo se acercó a esta disciplina y se perfeccionó –es Instructor Internacional de Hatha Yoga, formado en la Organización Sivananda-- hasta que decidió que esta actividad fuera también una manera de ganarse la vida.
"Uno empieza a somatizar por todos lados. El cuerpo se ve afectado por cuestiones externar. Puede sufrir insomnio jaqueca, mal humor. Se alimenta mal. No descansa adecuadamente. Yo era un prototipo de todo esto hasta que incorporé el yoga a mi vida profesional, además de hacer actividades deportivas. Y después me di cuenta, en momentos de gran crisis, que esta disciplina me ayudó a sortear dificultades y me trajo beneficios. Ahí hice la bisagra y me dediqué a armar programas de yoga para todos, y especialmente para las empresas, orientados para lo que necesita el ejecutivo y la gente que está en situación de decisión, para que pueda enfrentar la vida diaria y la competencia.
-¿Alguno de esos programas consiste en la visita de un instructor a una empresa, algunas veces por semana?
-Esa es la metodología que se va adecuando a la necesidad de la empresa. Depende la masa crítica, de si hay gente de mediana edad o mayor. Armamos los programas de acuerdo a ese perfil. Te diría que hoy hay un nivel medio de jóvenes profesionales con mucha exigencia laboral. Viven con mucha presión.
-¿La actividad se realiza durante el horario de trabajo?
-La mayoría de las empresas lo hacen dentro del horario. En general durante el almuerzo. Otros al finalizar la jornada o media hora antes de la finalización. El abanico es diverso.
-Las empresas consideran esta actividad un espacio, o un momento, en este caso, de ocio?
-Sí, es un espacio de ocio, de esparcimiento, con un beneficio. No es quedarse tirado sino conectarse consigo mismo.
-¿Es individual o los cursos son para grupos numerosos?
-Son grandes, de unas 15 o 20 personas. Ese es el límite para que se pueda trabajar con tranquilidad. Por lo general la práctica es de entre 45 minutos a una hora y las empresas disponen para esto sus salones de reuniones o auditorios. Hay otras clases que no pasan los 20 minutos y se pueden realizar en el mismo ámbito de trabajo. No se necesita cambiar de ropa por una más cómoda.
-Hasta aquí hablamos del beneficio para el empleado. La mirada de la empresa quizás esté apuntada al yoga como una manera de elevar el rendimiento de su personal.
-Exactamente. En la medida que la persona está mejor va a poder rendir más en su trabajo. Sabemos que ninguna empresa persigue un fin social sino uno económico. Lo que quiere es que la gente se enferme menos, esté más distendida, más contenta y que trabaje en un ambiente más armónico. Si una persona está bien anímicamente va a hacer su trabajo con más dedicación y entusiasmo que aquel que está caracúlico. Gracias a esto se ha detectado una baja del nivel de ausentismo. La gente recurre menos al médico, usa menos ansiolíticos. Además, les damos pautas de alimentación y de descanso nocturno. Dentro de la disciplina del yoga, que es muy amplia, buscamos aspectos que hagan a su propia calidad de vida.
-¿Cuándo creó la empresa? ¿Tiene competencia actualmente?
-En 2002 empecé. La competencia siempre es buena porque así la gente puede valorar la calidad de servicio. En realidad, lo tengo que decir con total humildad. No soy el mejor, soy el único. Muy pocos tienen la posibilidad de transmitir mi experiencia de 26 años. Sé lo que la gente está buscando.