La mamá de "Lucía" denunció que médicos y funcionarios obstaculizaron la interrupción del embarazo
SAN MIGUEL DE TUCUMAN.- La madre de "Lucía", la niña de 11 años violada por su abuelastro que en febrero fue sometida a una cesárea, denunció que los médicos del hospital donde fue atendida demoraron y obstaculizaron la interrupción legal del embarazo (ILE) que habían solicitado. Además, apuntó contra las autoridades del Sistema Provincial de Salud (Siprosa) y dijo que fueron presionadas para continuar con la gestación.
Durante una entrevista con el diario La Gaceta, "Sol" (su nombre es fictício) relató el calvario que vivieron junto a su hija en el Hospital del Este "Eva Perón", donde la menor había sido internada a principios de febrero último, cuando se constató que cursaba un embarazo de 16 semanas, producto de una violación. La menor reveló que fue abusada por la pareja de su abuela, un hombre de 66 años que está detenido y que próximamente será enjuiciado. La niña había solicitado en reiteradas oportunidades que le permitan abortar, pero la orden para que se realice la intervención se demoró y fue sometida a una microcesárea casi dos meses después, cuando el embarazo llegó a las 25 semanas. "Lucía" dio a luz a una beba prematura que apena superaba los 600 gramos y que falleció diez después.
A dos meses de esos hechos, la madre de la menor apuntó contra los médicos del Hospital "Eva Perón", quienes se negaron a realizar el aborto con el argumento de la objeción de conciencia. Y aseguró que el titular del Siprosa, Gustavo Vigliocco, la "volvió loca" con su insistencia para que su hija siga adelante con el embarazo.
"Yo primero había dicho que me iba a hacer cargo (del bebé). Me dieron cuatro días para que vaya a mi casa y piense. Cuando volvíamos del hospital, mi hija me dice: ‘no, mamá. No quiero que vos lo críes. Yo no lo quiero’. Me puse a pensar para qué iba a venir una criatura al mundo si se iba a criar bajo un odio, porque no era deseada. Cuando me traen al hospital y me vuelven a preguntar, dije que se haga la voluntad de mi hija (que se lleve a cabo un aborto). Ahí quedamos internadas. Eso hemos pedido desde que llegamos al hospital. Supuestamente había una ley que la amparaba y queríamos que se respetara", relató Sol.
La mujer contó que Vigliocco le advirtió que su hija podía morir desangrada si se le practicaba la ILE. "Me dijo que la matriz de mi hija era gruesa, que estaba llena de coágulos, que al cortarla se podía morir desangrada y que yo iba a llevar una carga de conciencia. Llorando le decía que haga todo lo posible para que mi hija no se me muera. Él me decía que esperar hasta los siete meses era la única solución", reveló.
Según "Sol", el funcionario le dijo que si su hija no quería criarlo él se encargaría de buscar una familia adoptiva e inclusive de hacerse cargo del recién nacido "como si fuera su propio hijo". Además, indicó que Vigliocco le prometió que les construiría una casa si dejaban que el embarazo siga hasta los siete meses, aunque eso no se cumplió. "Fue hasta donde yo vivo a pedirle al delegado comunal que me hagan la casa. Yo tenía tres piezas de material y una casilla machimbrada. A la casilla la han destrozado, me la han destechado y ahora no tengo las puertas ni las ventanas. No han ido nunca más", expresó.
La mujer aseguró que Vigliocco "quería comprar la vida de la criatura" con todo tipo de promesas y que en todo momento le pedía "que aguante los siete meses" para evitar el aborto. "Cuando le dije que no y pedí que busquen la forma de operarla, él desapareció hasta hoy. No lo he vuelto a molestar más porque nunca me volvió a mandar mensajes. Ni me preguntó cómo salió la operación", dijo Sol.
También dijo que a la sala donde estaba internada Lucía ingresaba un sacerdote que la presionaba para continuar con la gestación. "Ella le respondía ‘no lo quiero’. Él le contaba la historia de la Virgen de Guadalupe. Ella le gritaba para decirle que no se le arrime y él lo hacía igual para hacerle cruz en la frente. Él me decía que Dios no dice que se maten (bebés), preguntaba por qué no lo daba en adopción. Me decía cosas que no tenía por qué decir si era un cura", contó la mujer.
Sol dijo que desde el momento firmó el pedido formal para la ILE "pasaron como dos semanas y no pasaba nada, porque todo el tiempo ponían un pero". Y detalló: "Primero me pidieron dos donadores de sangre y no sabía cómo conseguirlos. No podía salir ni hasta al frente del hospital porque mi hija no permitía que me alejara. Cuando le avisé a Vigliocco que ya había conseguido uno, me pidió cuatro. No sé para qué porque mi hija nunca necesitó donadores ni le agarró hemorragia como él había dicho. Hasta un día antes de la operación le pusieron inyectables para que maduren los pulmones del bebé, mintiéndome que eran vitaminas para la anemia".
Cuando por fin llegó la orden para que se realice la ILE, los médicos del Hospital "Eva Perón" se declararon objetores de conciencia. Por esta razón, fueron convocados dos profesionales externos: Cecilia Ousset y José Gigena (son marido y mujer), quienes decidieron realizar una cesárea debido a que el cuerpo de la menor no estaba lo suficientemente desarrollado como para soportar otro tipo de intervención y a que sufría preclampsia.
"Sólo yo sé lo que mi hija ha sufrido. Ella se empezó a poner morada, tenía 170 de presión. Yo lloraba a gritos y recordaba las palabras del doctor (Vigliocco), que me había dicho que se iba a morir. Pero le doy gracias a Dios y a los médicos que mi hija nunca perdió tanta sangre como él me decía. Si no hubiera sido por los doctores no sé si ella estaría con vida. Si seguía con el embarazo corría mucho riesgo", dijo entre lágrimas la mamá de Lucía.
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