No solo se van los jóvenes: cuál es el otro perfil de emigrantes argentinos y qué países eligen más
Ha crecido la demanda para irse a vivir al exterior de profesionales y de mayores de 50 años
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MIAMI.– Si bien una encuesta publicada meses atrás por la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) muestra que siete de cada diez jóvenes se quieren ir del país, en la práctica al menos la mitad de quienes actualmente emigran peinan canas y son padres de familia.
“Estamos en una media de 400 consultas diarias. Es un montón. De esas, el 80% no califica para venir. El restante 20%, sí, y la mitad son mayores de 50. No es que se va la gente joven, se va la gente que piensa. Los que califican para venir son todos profesionales que hablan inglés, tienen hijos adolescentes; incluso hay abuelos. La mayoría me dice qué lástima que no me fui antes. Es que los latinoamericanos tiramos mucho por la familia”, resume Eliana Diehl, fundadora de ArgentApp, que se dedica a la internacionalización de empresas y familias en España.
Eliana es apenas una de las muchas consultoras argentinas que emigraron y se dedican a ayudar en la búsqueda de oportunidades laborales para emigrar. Su otro trabajo, dice, pasa más por el apoyo moral y contención, incluso a aquellos que llegan sin ningún tipo de preparación. “Hoy me llamó una chica que está en Alicante. Vinieron sin papeles, con dos nenas, y le queda plata solo para un mes. Iberia no le cambió el pasaje, pasarán a estar irregulares y hoy me preguntó en qué iglesias le pueden dar de comer. La gente no entiende; cree que peor que en la Argentina no van a estar, pero no es así. En la Argentina tenés tu mamá, tu tía, tu suegra. Para emigrar hay que prepararse, necesitás manejar herramientas digitales para defenderte. Hoy en España no hay trabajo, salvo que seas médico y tengas homologado el título”, argumenta, y sostiene que solo los que llegan muy preparados van a poder sobrevivir rápidamente. “En la parte de tecnología sí se consigue trabajo, pero si sos camionero es muy difícil”, ejemplifica.
Diehl tiene dos oleadas al año de emigrantes. Una vez que se tomó la decisión de mudarse, aconseja que lleguen en invierno u otoño. “Ahora no paramos de recibir gente, hace un mes y medio que están llegando uno tras otro, todos los días entran familias a quedarse. Algunos venden todo, otros dejan alquilada su casa por si tienen que volver”, cuenta.
Homologación de títulos
Alexis Demian emigró hace menos de tres años a Málaga. Él también creó su compañía de asesoramiento, gestoría y soporte legal —junto con su socia abogada— para personas que buscan residir en la Península Ibérica. “Está viniendo gente con mucho recurso económico, con dinero para poner una empresa o comprar propiedades. La gran mayoría son profesionales, tenemos mucha homologación de título, muchos médicos y arquitectos. Vienen con ganas de hacer cosas, pero no por necesidad económica. No viene gente de 30 años, vienen los de 45 para arriba”, coincide.
¿Qué busca el que emigra? “Te dicen que se cansaron de la Argentina, es una sensación de sofoco, de que no se puede progresar. Yo soy marplatense, emigré con 30 años. Siempre fui emprendedor, tuve negocio y administraba diez departamentos. Allá nunca pude tener un auto 0km. Acá lo compré después de 6 meses. Vivo frente al mar, en Fuengirola. Pago 800 euros de alquiler, y a fin de año me estoy sacando una hipoteca. En Mar del Plata vivir frente al mar es solo para el que tiene mucha plata”, compara.
Tanto Diehl como Demian ubican a los médicos argentinos entre los primeros puestos de emigrantes. Es el caso de Alejandra Macri, de 58 años y médica egresada de la UBA. Hacía clínica, emergencias, y es especialista en medicina legal. Hace seis meses emigró a España. “No nos fuimos por motivos económicos. Mi marido es analista de sistemas y docente de la UBA, con dos maestrías. Estábamos deprimidos, de mal humor. No soportábamos más esa decadencia. Estábamos como muertos en vida”, recuerda. Atrás de ellos llegaron su cuñado, traumatólogo y también legista, y su esposa técnica en cardiología, con una hija de 7 años. Con sus ahorros compró un pequeño departamento para alquiler turístico y alquiló un local con su cuñada para un emprendimiento gastronómico. Ya no sabe si querrá seguir ejerciendo la medicina. “Me cansé del maltrato de los pacientes y familiares, de que te discutan un diagnóstico porque lo leyeron en Wikipedia, de los bajos sueldos, de las guardias larguísimas. Quise cambiar de vida en serio”, relata. Tres colegas del hospital actualizaron más adelante sus teléfonos con característica de España. Alejandra notó que habían llegado para quedarse.
La tecnología ayuda
La incertidumbre sobre el futuro, la división social, la caída constante de los salarios ante la inflación y, sobre todo, la inseguridad son los motores para buscar un nuevo suelo. A diferencia del 2001, la ola migratoria está facilitada por las herramientas tecnológicas.
“Desde la pandemia el crecimiento de emigrantes ha sido exponencial”, cuenta desde Barcelona Hernán Rimedio, que dejó la Argentina en 1998 y administra grupos de emigrantes en Facebook. Entre ellos creó el de Argentinos Residentes en el Exterior, con 50.000 usuarios. “Ahora la tecnología da para que la gente emigre más fácil. En la época en que salimos nosotros, llegabas con un pasaje a París y ahí te las arreglabas. En mis grupos de Facebook la gente pregunta como si fuera un consultorio. Hay muchísimos argentinos averiguando para irse, en el grupo de España por ejemplo entran de 50 a 100 usuarios nuevos por día. En el de Francia, 20 o 25, igual que en el de Italia”, explica Rimedio.
Pero emigrar no implica solo tener dinero para invertir o poner un negocio, y mantenerse los primeros meses. “Si sos italiano y querés hacer tu residencia en España, tenés que tener 7000 euros por persona en una cuenta y además tener seguro médico, o mostrar un contrato de trabajo previo. Si no, no te hacen residente”, aclara Demian.
Alemania, Bélgica, Dinamarca, Francia, Italia y Luxemburgo son algunos de los otros países elegidos por aquellos que tienen pasaporte comunitario. María tiene 37 años y pide mantener su apellido en reserva. Se recibió de médica en 2007 en la Universidad Favaloro; desde entonces trabajó en diversas clínicas y sanatorios privados, y pasó sus noches de guardia en unidades de terapia intensiva pediátrica. Hace seis meses emigró a Luxemburgo, un pequeño país del tamaño de Tucumán, cuya población es principalmente migrante. “La primera vez que nos planteamos seriamente dejar el país fue la noche de las PASO en 2019. La pandemia aceleró todo, sumado a las restricciones en el cambio de divisas y la pérdida del poder adquisitivo de nuestro sueldo, que dificultaba pagar el préstamo hipotecario. Yo seguía con al menos dos trabajos fijos con 50 horas semanales y mi esposo igual”, describe. A finales de 2020, un amigo emigró por trabajo a Luxemburgo y le sugirió a su esposo que revisara en la página de la empresa las búsquedas laborales. Se postuló y, para su sorpresa, lo contactaron al día siguiente.
“Muchos colegas normalizan las situaciones violentas del ámbito laboral, la denigración del rol del médico, la demora en los pagos, los sueldos miserables. Normalizan tener cuatro trabajos distintos siendo personal altamente calificado, solo para alcanzar un sueldo digno con el que mantener a su familia. Entre los médicos argentinos, si antes de cada diez colegas había uno que capaz se planteaba irse, ahora son seis, y de esos al menos tres ya iniciaron la reválida del título”, expone.
Mariano Badra confirma el diagnóstico desde Canadá. Fue a hacer una especialización en arritmias cardíacas a Montreal hace unos años y decidió quedarse. “Actualmente, todo el tiempo recibo consultas de colegas médicos para venir. Canadá y Estados Unidos no son los mejores países, porque es difícil practicar como médico sin haber hecho tu formación o parte de ella ahí. Desde que llegué, han venido médicos argentinos a hacer la especialidad. De los tres últimos, uno pudo conseguir un puesto en Ottawa, otro está viendo cómo quedarse como cardiólogo general y otro, de La Plata, pidió prolongar su residencia porque no quiere volver”, relata.
El rubro tecnológico es otro de los perfiles argentinos que más emigran, tanto a Europa como Estados Unidos. “El país no te da la facilidad. Muchos ingenieros en software trabajan para el exterior, pero si vivís en la Argentina y cobrás, por ejemplo, 4000 dólares, no te los dejan entrar al país como corresponde. No podés cobrar por PayPal, por Transfer Wise, ni por Western Union. Están expulsando gente. En tecnología es fácil emigrar porque conseguís contratos de trabajo”, dice Diehl.
Talento a Estados Unidos
Dadas las estrictas leyes migratorias, quienes logran instalarse en Estados Unidos son talentosos profesionales o inversores. “Ha crecido la demanda para emigrar de profesionales y gente muy capacitada, que normalmente tiene un título universitario, más de cinco años de experiencia y cargos buenos. Están tranquilos económicamente, pero no ven un futuro. Si tienen familia, los hijos son el factor determinante”, asegura Carlos Colombo, fundador del estudio de abogados de inmigración Colombo & Hurd.
Desde que empezó la pandemia se cuadruplicaron sus clientes, pero no solo es un fenómeno que registra desde la Argentina, sino a nivel latinoamericano. Nunca tuvo tanta demanda de chilenos como ahora.
Las profesiones que más tramitan permiso para vivir en Estados Unidos son ingenierías relacionadas a la tecnología. “Seguridad cibernética está creciendo muchísimo y es número uno. Hoy falta cubrir 600.000 empleos de seguridad cibernética en Estados Unidos. Vemos clientes emprendedores con ideas innovadoras, en infraestructura y energía. Y también personal de salud que hace investigaciones. Trabajar con pacientes es difícil por la reválida, pero hay muchos médicos que vienen a hacer investigación, para eso no necesitás necesariamente revalidar. La economía acá está bastante fuerte y hay falta de profesionales”, detalla.
Las visas más gestionadas en los últimos meses por los estudios consultados son aquellas que apuntan a profesionales talentosos: la de Habilidades Extraordinarias (O) y la de Interés Nacional (EB2). Natalia Fridman, titular del estudio Fridman Immigration Law, tuvo un aumento de demanda desde que empezó la pandemia. “Como la embajada en Buenos Aires estuvo cerrada desde marzo a octubre para las visas de inversión (una de las más estampadas entre argentinos que se mudan), muchos clientes que tenían la posibilidad –y quizás antes no lo hubieran pensado– aplicaron a una visa de habilidad extraordinaria por algún expertiz que tuvieran, sea negocio, ciencia, educación, televisión, radio, arte o deporte. La diferencia básica es que para esta visa la persona necesita un sponsor, una oferta laboral. En la visa de inversor en cambio, vos sos tu propio sponsor”, compara.
Los argentinos que obtienen la visa de talento son aquellos que prueban que son los mejores en su campo. Cristina Cernicchiaro, de 52 años, ingeniera egresada del Instituto Tecnológico Buenos Aires (ITBA) y con un master en inteligencia artificial, es uno de los tantos ejemplos de fuga de cerebros. Obtuvo recientemente la visa O para emigrar a Estados Unidos gracias a su aporte en la creación de una máquina que ayuda en el diagnóstico de patologías de tobillo, rodilla y pie. “Es un aparato al que le aplicamos conocimientos de inteligencia artificial. Hay patrones de movimiento con sensores que transforman señales analógicas y digitales, que detectan y ayudan a rehabilitación de distintas patologías. A los efectos de obtener la visa, una persona que tiene talento y conocimiento es valorada directamente por eso”, argumenta.
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