Una joya de la arquitectura moderna abandonada por décadas, más cerca de recuperar su esplendor original

MAR DEL PLATA.— “Hay que volver a ponerse en los zapatos de los arquitectos”, dicen mientras los trabajos avanzan y las imágenes digitalizadas anticipan el objetivo perseguido. Joya de la arquitectura moderna con reconocimiento internacional, víctima de la desidia y el abandono décadas y desde hace pocos años incorporada al patrimonio municipal en busca de su restauración, la Casa sobre el Arroyo encara por fin las mejoras profundas que prometen convertirla a corto plazo en algo bien parecido a la reconocida obra que hace más de 75 años diseñó Amancio Williams.

Favorecidos por un abundante archivo de planos que no solo alcanzan a la propiedad sino a casi la totalidad de su equipamiento original, los profesionales iniciaron hace poco más de dos meses las tareas que como primer paso requieren ahondar en cuestiones técnicas que hacen a identificar el estado de cada uno de los materiales y las mejores opciones para su recuperación.

“Está íntegra en su estructura”, confirma a LA NACION la arquitecta Mariana Quiroga, directora del Servicio de Ejecución de Proyectos del Ministerio de Obras y Servicios Públicos de la Nación, área responsable de este desafío que tiene un presupuesto previsto de 42 millones de pesos y alcanza tanto a la propiedad principal como la casa de caseros, invitados o servicios.

Los renders a los que tuvo acceso LA NACION permiten anticipar el final de este proceso que tiene un plazo previsto de un año, al cabo del cual este inmueble que está declarado Monumento Artístico Histórico Nacional se convertiría en un museo, abierto al público. Un esperado paso por profesionales del ramo y público en general que se acostumbraron durante estos tiempos a ver desde lejos la célebre Casa sobre el Arroyo, admirada y elogiada en todo el mundo.

Williams fue responsable de los trazos y construcción de esta propiedad para su padre, el músico y compositor Alberto Williams. La particularidad es que bajo su estructura corría el arroyo Las Chacras, un curso de agua sobre cuyas márgenes creció la población original de Mar del Plata, desde fines del siglo XIX.

Está ubicada en un amplio y muy arbolado predio de dos manzanas en calle Quintana al 3900, a muy pocos metros del complejo universitario y el Colegio Arturo Illia. Cuenta con un enorme parque, parte del cual quedó fuera de la operación que en 2012 permitió la compra del predio, concretada para el municipio con aportes del Estado nacional.

La investigación histórica fue el primer paso en este proceso de restauración que está en marcha. Fue vital el acceso a planos originales para tener referencias precisas de cómo se pensó cada rincón de la obra, de tal manera de permitir en esta etapa su reconstrucción sin descuidar conceptos y criterios de valor de su diseñador.

A finales de la década del 90 y comienzos de este siglo, tras una etapa anterior en la que albergó los estudios de la radio LU9 Radio Mar del Plata, la casa vivió sus peores días. Abandonada, sin cuidadores, fue víctima de hechos de vandalismo con daños gravísimos. Hubo destrozos e incendios que incluso consumieron un piano de Williams que había quedado en el interior.

Casi original

Los profesionales a cargo de la restauración aseguran que a pesar de semejante maltrato el inmueble está fuerte. “La encontramos casi original”, reconocen sobre la estructura básica, que es de hormigón. Esta etapa inicial requirió un relevamiento de las distintas patologías, una suerte de chequeo integral para detectar daños, elaborar un diagnóstico y planificar el mejor proceso de recuperación.

“El objetivo es que la casa vuelva a vivir”, dice Quiroga a LA NACION, convencida de que ese logro será posible. Ya se tomaron muestras de materiales originales que se envían a laboratorio en busca de descubrir y calcular las mezclas utilizadas para replicarlas. “Apuntamos a que podamos repetir las mismas proporciones y combinaciones que se aplicaron cuando la construyeron”, detalló.

Lo mismo ocurre con los pigmentos, que a pesar del tizne que quedó de tanto fuego puertas adentro y los grafitis de los vándalos, todavía pueden ser detectados. “Lo que se está haciendo es un trabajo de artesano”, insistió la funcionaria sobre la búsqueda de detalles y el extremo cuidado en atarse a aquellas líneas que Williams dejó muy bien guardadas en más de 300 planos.

“Por suerte dibujaba todo”, dijo hace un tiempo a LA NACION la arquitecta Graciela Di Iorio, especialista en preservación patrimonial que fue durante algunos años directora de la Casa sobre el Arroyo.

Esos documentos son imprescindibles para, entre otros elementos, replicar desde las luminarias hasta la grifería. Algunos de esos equipamientos también fueron diseñados por Amancio Williams y su esposa, Delfina Gálvez, entre 1943 y 1945, período que duró su construcción.

El plan de obras en desarrollo contempla ensayos de pintura en columnas de hierro que recorren la fachada de casa principal y tabiques divisorios de cedro que aún se conservan a pesar de los incendios. Desmontaron elementos no originales —en su mayoría sumados para aquel montaje de la estación de radio— y retiraron la membrana asfáltica colocada en la cubierta en 2015.

De la casa de los caseros también retiraron pisos de parquet que no eran originales y se iniciaron los relevamientos de los sistemas sanitarios y pluviales de ambos edificios. Allí se profundizarán trabajos de consolidación, conservación e intervención.

Los responsables del plan de obra insisten en que el proceso de restauración y puesta en valor integral “asume la responsabilidad de ejecutar atentamente cada detalle de la obra y la toma de recaudos necesarios en términos de compromiso con el cuidado, preservación, conservación y mantenimiento no solo de la entidad edilicia a restaurar, sino también del parque”.

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