Entre el mercadeo y las relaciones públicas
Los tecnoevangelistas ahorran valioso tiempo de conocimiento sobre los nuevos lanzamientos. Son una mezcla entre las relaciones públicas, el marketing y la promoción de productos, ayudando así a crear confianza en torno de productos y plataformas tecnológicas, usando conferencias, charlas, blogs y redes sociales.
Son necesarios para acercar al público a estas buenas nuevas tecnológicas, porque muchas veces éstas se adelantan a su época y sus funciones no son del todo obvias al mirar un producto. Mientras que para manejar un auto ya todo está en su lugar, el uso de WhatsApp o Instagram no surge automáticamente al mirar el teléfono, se requiere conocimiento del aparato, del sistema operativo y luego de los programas que residen en él.
La tecnología nos suele ofrecer nuevas formas de realizar tareas cotidianas ya conocidas (mandar un WhatsApp en lugar de llamar), y por eso muchas veces requerimos ya sea una capacitación inicial o un reentrenamiento. Un ejemplo claro es el del smartphone, que reemplaza a varios dispositivos: MP3, cámara, GPS y teléfono. Sus múltiples usos no son obvios para todos, aparte de las aplicaciones que existen para estos aparatos.
Desde el punto de vista del usuario, es comprensible cierta aprehensión frente a lo nuevo, ya que implica cambiar costumbres arraigadas e incluso poder hacer cosas nuevas. Un ejemplo es pasar de usar la famosa Guía T a Google Maps, o hacer consultas bancarias usando una app en lugar del cajero o la PC. Estos cambios pueden implicar dificultades y, en caso de consignar datos personales, desconfianza.
Mientras tengamos tecnologías nuevas vamos a seguir necesitando ayuda para lidiar con productos cuyo impacto en nuestras vidas es a priori desconocido, pero potencialmente enorme. El tecnoevangelista ayuda a posicionar el producto en la mente de los clientes potenciales y a quebrar barreras mentales para su adopción. Nos convence de que está bien probarlo y que no hay nada que temer de su uso, facilitando este proceso y muchas veces acelerando el éxito -o posible fracaso- de nuevas tecnologías en nuestras vidas.
Patricio O’Gorman