Sobran razones para visitar en Tailandia el museo del opio
Cerca de Laos y Myanmar, concientiza sobre las propiedades medicinales de la droga
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CHIANG SAEN, Tailandia (Reuters).- Las primeras reacciones ante el nuevo y gigantesco museo tailandés del opio son mixtas: sorpresas agradables, como sentir un aire fresco después de haber experimentado un intenso calor tropical, seguido por desorientación, conmoción e incluso miedo.
Los visitantes entran en el complejo por medio de un sinuoso túnel oscuro y nebuloso que conduce a la base de una colina cuyas paredes están decoradas con bajo relieves de figuras desorientadas y, de repente, llegan a un campo de amapolas muy iluminado, como en un día de sol resplandeciente.
"Este es el misterio, la contradicción del opio", dice Charles Mehl, jefe de investigaciones de la Fundación Mae Fah Luang, que financió la construcción del museo por 10 millones de dólares.
"El opio es una de las mejores drogas para tratar el dolor crónico y aliviar el sufrimiento, pero también puede ser malo y destruir vidas si se usa como esparcimiento o se explota para ganar dinero", añadió.
El museo ha sido construido dentro de una colina cercana al río Mekong, en el extremo norte de Tailandia y en el corazón del llamado Triángulo de Oro
El poblado de Chiang Saen está a unos 750 kilómetros al norte de Bangkok, muy cerca de la frontera entre Tailandia, Laos y Myanmar (antes Birmania).
El Triángulo de Oro es una amplia zona franca que el año último produjo más opio y heroína que Afganistán, y más estimulantes sintéticos que el resto de los laboratorios del sudeste asiático, según agencias antidroga.
Excursionistas occidentales y numerosos turistas llegan diariamente al pintoresco distrito de Chiang Saen, en la provincia de Chiang Rai, para comprar objetos y prendas de recuerdo en las riberas del río Mekong, y algunos experimentan con las ilícitas pipas de opio en los pueblos aledaños.
El museo, que será inaugurado oficialmente el próximo año, tiene como objetivo la explotación del turismo, atrayendo a los curiosos con la promesa de entretenerlos e impresionarlos con efectos audiovisuales especiales. Las explicaciones y leyendas se ofrecen en inglés y tailandés.
Pero a medida que los visitantes avanzan por el laberinto que se extiende a lo largo de tres plantas, las advertencias contra el abuso de narcóticos se tornan cada vez más fuertes.
"La gente cree que sabe lo que va a ver: una extraña presentación de campesinos cultivando opio. Pero eso es sólo una parte de la historia", dijo Mehl.
Mae Fah Luang luchó durante 15 años contra el consumo y la adicción a las drogas en la provincia de Chiang Rai, estableciendo el mejor programa antidroga y de sustitución de cultivos en Asia, según la Oficina de Drogas y Crímenes de las Naciones Unidas (Unodc, por sus siglas en inglés).
El programa triunfó entre los montañeses tailandeses de Doi Tung, en parte, porque ofrece alternativas de cultivo a los campesinos, como el café y las semillas de macadamia (fruto parecido a la avellana oriundo de Australia), con los que pueden ganar más dinero. El museo exhibe esta realidad e imparte clases al respecto.
Asimismo, ofrece lecciones integrales sobre la historia del opio, sus derivados, como la heroína y el láudano.
Beneficios y traumas
Se cree que el opio se utilizó por primera vez a lo largo de la costa del Mediterráneo, pero arqueólogos han descubierto evidencias de su consumo en Suiza durante el período neolítico.
En Grecia y en el Antiguo Egipto, el opio era un sedante muy utilizado antes de ganar popularidad en Europa y Asia y convertirse en un producto clave del comercio británico y holandés para obtener té y otras especias de China.
Con efectos especiales en todas partes, el museo refleja las guerras del opio del siglo XIX entre Gran Bretaña y China antes de analizar la prohibición en el siglo XX y los esfuerzos oficiales por erradicar el consumo de la droga, que a menudo fueron un espectacular fracaso.
Una galería final hace un recuento fílmico de historias verdaderas de víctimas de la droga en todo el mundo, así como el testimonio de sus familiares.
"Los sentimientos que se experimentan durante la visita al museo cambian al final cuando (los visitantes) ven la evidencia de muerte y sufrimiento relacionada con el abuso de drogas", dijo Antonio María Costa, director ejecutivo de Unodc, son sede en Viena, Austria.


