Bautismo en las aguas sagradas del río Jordán
El siguiente relato fue enviado a lanacion.com por Juan Luis Camenforte y Alejandra Gargiulo. Si querés compartir tu propia experiencia de viaje inolvidable, podés mandarnos textos de hasta 5000 caracteres y fotos a LNturismo@lanacion.com.ar
Existen controversias sobre todos los lugares santos que frecuentó Jesús. El río Jordán, donde San Juan Bautista bautizó a Jesús, no es la excepción.
Al ser un lugar de conflictos recientes, como la Guerra de los Seis Días de 1967, las riberas del río Jordán tuvieron que ser desminadas para poder habilitar la visita a los creyentes después de los tratados de paz de 1994. Hay dos sitios que históricamente reclaman haber sido el lugar exacto donde ocurrió este hecho sagrado: Qasr al-Yahud en Israel, del lado oeste del río Jordán, abierto al público en el 2011, y Al-Maghtas en Jordania, del lado este del río Jordán, también llamado el sitio de Betania de Transjordania, abierto al público en el 2002. Aunque un gran número de peregrinos visitan el lugar desde el lado israelí, por contar con mejor infraestructura, Betania, en el actual territorio jordano, ha sido visitada por tres papas (Juan Pablo II, Benedicto y Francisco), como confirmación por parte de la Iglesia sobre la autenticidad de la ubicación original del bautismo de Jesús del lado jordano.
Adicionalmente, en el 2015, el sitio fue designado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, excluyendo el lado oeste del río.
Unos 100 km al norte río arriba, del lado israelí a orillas del Mar de Galilea, se encuentra Yardenit, otro sitio muy popular donde se puede vivir la experiencia del bautismo en el río Jordán. Este moderno complejo ofrece decenas de piscinas bautismales diferentes, lo que permite que varios grupos lleven a cabo ceremonias religiosas privadas. Es el sitio bautismal más visitado a orillas del río Jordán, sin embargo, no es el emplazamiento original del bautismo de Jesucristo. Con gran ilusión de estar en el lugar exacto donde Jesucristo fue bautizado e inició su camino espiritual dos mil años atrás, llegamos a Al-Maghtas desde Ammán, capital de Jordania, tras poco más de una hora transitando una panorámica y bien mantenida ruta. El complejo arqueológico está enclavado en la frontera entre Jordania e Israel, por lo que no se puede circular libremente y el traslado hasta el sitio sagrado se realiza en minibuses. Las instalaciones son básicas, con restos de iglesias, algunos estanques de bautismo, la hermosa Iglesia de San Juan Bautista con su cúpula dorada, y senderos con techos de madera que comunican las distintas partes. Uno de los primeros sitios es la pileta sagrada construida sobre el lugar exacto donde Jesucristo fue bautizado. Dado el enorme valor religioso, no se permite sumergirse. Continuando por los senderos, se llega finalmente a la ribera del río Jordán. Descendiendo por una serie de escalones de madera, es posible sumergirse y realizar el ritual del bautismo en sus sagradas y turbias aguas. El área permitida está delimitada por unas cuerdas con boyas que impiden avanzar hasta la otra orilla de Israel/Palestina. Policías armados en ambos lados monitorean cuidadosamente el comportamiento de los peregrinos. A esta altura de su cauce el río es muy estrecho, de tan solo unos 10 metros, y desde una orilla puede verse a los fieles realizando el ritual en la otra orilla.
Ataviados con vestimenta blanca, como la usada por Jesucristo según las escrituras, realizamos el sagrado ritual, uno a otro, vertiendo agua sobre nuestras cabezas. Decenas de creyentes en ambas orillas del río repetían el acto.
Chapuzón en el Mar Muerto
Renacidos y purificados, continuamos hacia nuestro próximo destino, el misterioso Mar Muerto, ubicado a unos pocos kilómetros de distancia.
Treinta minutos después, tras circular por carreteras con escenarios de tierras áridas circundadas por montañas, nos encontramos en uno de los tantos complejos - hoteles resort construidos sobre las playas que rodean el Mar Muerto, tanto desde el lado jordano como israelí, con piscina, las indispensables duchas y salida al Mar Muerto.
Este mar único, ubicado entre Israel, Palestina y Jordania, está situado a 430 metros por debajo del nivel del mar, lo que lo convierte en la zona más baja de la Tierra. Recibe principalmente agua del río Jordán, y de las escasas precipitaciones. La curiosidad de flotar fácilmente está dado por la elevada salinidad y densidad de sus aguas, lo que además le otorga virtudes saludables, por la gran riqueza en calcio, magnesio, potasio y bromo. Su nombre se debe a que no hay ningún tipo de vida orgánica en sus aguas.
Antes de ingresar hay carteles indicadores con las instrucciones para los bañistas. Lo primordial es no estar más de 10 minutos porque las heridas empiezan a arder, bañarse calzado con ojotas por la irregularidad del fondo del lago, no beber sus aguas, evitar el contacto con los ojos, y asearse en alguna de las duchas de la playa post inmersión para quitarse la sal, el barro y la viscosidad del cuerpo.
La sensación de flotabilidad es realmente extraordinaria, incluso es difícil mantenerse en pie. El agua es cálida, cristalina, con inmensos bloques de sal en la orilla de la playa. Junto a nosotros, decenas de turistas y mujeres musulmanas cubiertas completamente en vestidos negros, disfrutaban de sus curativas aguas. Luego del chapuzón, completamos el ritual con el tradicional baño de barro en un cubo junto a la orilla.
Para finalizar una inolvidable travesía en suelo jordano, en el camino de regreso a Ammán nos azotó una tormenta de arena, típica al anochecer en estas zonas áridas y desérticas. Solos en el medio de la nada, y rodeados de la más intimidante oscuridad, nos costó mantener el control del auto por las fuertes embestidas del viento y la arena. Felizmente, con la bendición del bautismo en aguas sagradas y la singular vivencia en el mar Muerto, llegamos a destino sanos y salvos.
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