Cómo va a ser el otoño 2024 en la Argentina
La tendencia de este año es que tengamos en promedio valores térmicos levemente superiores a lo normal; respecto dela precipitación, se esperan acumulados entre lo “normal o levemente superior a lo normal”
PARA LA NACION
Si bien es difícil enunciar con precisión el comportamiento atmosférico de toda una estación, se pueden establecer tendencias trimestrales acerca de valores de temperatura y acumulados de precipitación mayores o menores de lo estadísticamente acorde para este segmento del año. Aclaramos que en meteorología, el otoño comienza el primer día de marzo y termina en la última jornada de mayo, a diferencia de su versión astronómica que va desde el equinoccio de marzo hasta el solsticio de junio.
El comienzo del otoño en Buenos Aires suele mostrar un descenso importante en las temperaturas matinales y nocturnas, aunque puede seguir conservando tardes cálidas, lo que deriva en jornadas de marcada amplitud térmica. Esta configuración se mantiene hasta mediados de mayo, cuando las mínimas suelen ser más bajas y las tardes empiezan a ofrecer un ambiente mucho más fresco.
La tendencia de este año es que tengamos en promedio valores térmicos levemente superiores a lo normal, con una amplitud térmica diaria media de 9ºC. Se espera que el termómetro se mueva sensiblemente por arriba de la temperatura media de 22ºC de marzo, con máximas promedio de 27ºC y mínimas de 18ºC. Para abril podemos esperar registros levemente superiores a la media de 18,2ºC con mínimas de 14ºC y máximas de 23ºC. Mayo conservaría la tendencia con una media de 14.8ºC, con mínimas de 11ºC y máximas de 19ºC. La tabla histórica señala que el otoño más cálido se registró en 1980, cuando la temperatura media alcanzó los 20,1°C, mientras que el otoño más frío se midió en 1910, con 15,2°C.
En cuanto a la precipitación, se esperan acumulados entre lo “normal o levemente superior a lo normal”, marzo ya mostró superávit hídrico con sus tormentas equinocciales, mientras que abril podría superar sus 97mm de precipitación media, al igual que los 74mm de mayo. En otoño solemos tener 25 días de lluvia, en promedio que suelen dejar un acumulado de más de 300 mm en toda la estación. Se prevé una atenuación de los efectos de “El Niño” hacia el final de la estación, por lo que mayo podría ofrecer una precipitación normal. Para dar una referencia de comportamientos extremos, el otoño más lluvioso se registró en 1959 cuando precipitaron 771,1 mm, mientras que el más seco fue el de 1968 cuando se acumularon solamente 60,4 mm.
Podemos esperar un aumento de la humedad relativa, lo que es normal para esta época, con 72% para marzo, 76% para abril y 77% para mayo. El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) señala que acorde a lo estadísticamente normal, los vientos prevalecientes serán los del noreste y norte, con una intensidad media del orden de 13 km/h.
Todo el norte del país espera por un otoño un poco más cálido, especialmente la región del NOA. El sur de Santa Cruz, Tierra del Fuego e Islas Malvinas también podrían registrar una temperatura media levemente más alta. En cuanto a las precipitaciones, el litoral conservaría su tendencia de lluvias veraniega con precipitaciones por arriba de los registros de media estadística, especialmente Misiones y Corrientes, mientras que Cuyo y el oeste patagónico podrían esperar un otoño un poco más seco que lo habitual. La zona central solo destaca a Córdoba, San Luis y La Pampa, con temperaturas un poco más bajas de lo usual para los próximos tres meses
Desde ya, el SMN aclara que al tratarse de un pronóstico trimestral se debe tener en cuenta que las previsiones climáticas se refieren a condiciones medias durante el periodo analizado y no contemplan aquellas singularidades de los eventos de escala subestacional, como por ejemplo intensidad de sistemas frontales, olas de calor o de frío, bloqueos atmosféricos u otros condicionantes del “tiempo” que producen aumento o disminución de la precipitación y la temperatura, todos ellos de corta duración. El pronóstico climático trimestral se realiza sobre la base del análisis de las previsiones numéricas experimentales de los principales modelos globales de simulación del clima y modelos estadísticos nacionales, sumado al análisis de la evolución de las condiciones oceánicas y atmosféricas.
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