Compartieron una era brillante en la Triple Corona hasta que una diferencia deportiva los separó; de su alejamiento nació un clásico, y aunque el tiempo curó las heridas, vio un contundente ganador
Los separa la edad. Casi veinte años, poco menos que la brecha usual entre un padre y un hijo. Y variadas cualidades los unen: la ambición, el anhelo por superarse, la condición de emprendedores, la confianza ciega en la intuición, el particular don para detectar una oportunidad donde la mayoría no distingue nada, la obsesión por las cosas bien hechas. Por buscar la mayor cercanía a la perfección. También los hermanan el feroz sentido de la competencia y la visceral aversión a la más minúscula derrota. Gonzalo Pieres, nacido el 22 de diciembre de 1955, y Adolfito Cambiaso, llegado a este mundo el 15 de abril de 1975, son dos símbolos del polo.
Gonzalo es uno de los máximos exponentes de la generación de jugadores que recorrió el sinuoso camino del amateurismo al profesionalismo. Como Gonzalo Tanoira y Eduardo Moore, pasó a ser una personalidad clave en el objetivo de concretar la definitiva transformación del deporte de los tacos y las bochas. La determinación de ellos, más el apoyo del patrón australiano Kerry Packer, hizo posible que las sucesivas camadas de polistas tuviesen la posibilidad, si las condiciones naturales sumadas a la perseverancia lo permitían, de tomar al polo como un medio de vida. Adolfito también es un emblema, pero totalmente de la era rentada. Desde los 14 años presta –a muy buen precio– sus servicios a los dueños de equipos, a partir de que Ernesto Trotz lo llevó a jugar a Palm Beach, Estados Unidos. Y hoy, al cabo de casi 35 años de carrera trascendió los límites de la cancha hasta convertirse en un ícono del deporte. Cambiaso es la cara del polo moderno y, a la par de Juancarlitos Harriott, el prócer de Coronel Suárez, lo mejor que galopó alguna vez sobre el verde césped delimitado por tablas.
Pieres y Cambiaso mantuvieron un vínculo que parecía eterno y que, sin embargo, se rompió. En el momento menos pensado y de la manera menos esperada ambos quebraron sus lanzas. El padrino deportivo siguió andando con su descendencia por el camino abierto, mientras que el apadrinado, adelantando unos años su decisión, comenzó a construir su propio sendero, su propio proyecto. Se podría decir que Ellerstina, el club de los Pieres en el que actuaba Adolfito, empujó a éste a crear La Dolfina. El encono de los primeros momentos y los frecuentes cruces en partidos definitorios de los torneos aumentaron el antagonismo, creció la rivalidad y nació un clásico: Ellerston (el club australiano de Packer, patrón y amigo de Pieres) fusionó su nombre con el de Argentina e instaló Ellerstina en General Rodríguez, y “Dolfi”, el apodo de chico de Cambiaso, se transformó en el femenino “Dolfina” para bautizar a su club en Cañuelas.
Sale Adolfito, nace La Dolfina
En 1999, Ellerstina era el bicampeón del polo argentino. Adolfito (10 goles de valorización), Mariano Aguerre (10), Gonzalo (10) y Bartolomé Castagnola (9) procuraban el triplete. Pero no se les dio. Por una falta disciplinaria cometida en la final del Abierto de Hurlingham (intento de codazo a un adversario, Lucas Criado), Cambiaso no pudo estar en el debut en Palermo contra La Cañada (Tomás Fernández Llorente, Javier y Miguel Novillo Astrada, y Alejandro Díaz Alberdi). Y entonces, con apenas 17 años, hizo su presentación en el Argentino Abierto Gonzalo Pieres (h.), Gonzalito, que venía de conquistar el Abierto de los Jugadores (certamen que desplazó al de Los Indios y Tortugas) suplantando a Aguerre, que en Hurlingham había recobrado su lugar.
En Palermo Ellerstina perdió ese primer partido –el que protagonizó Gonza– pero luego, ya con Adolfito, se clasificó para una semifinal, en la que lo esperaba el duro Indios Chapaleufú II, de los hermanos Alberto, Ignacio y Eduardo Heguy, más Milo Fernández Araujo. Los Heguy dieron la sorpresa, eliminaron a Ellerstina y luego del encuentro Gonzalo Pieres sacudió el ambiente al declarar: “Ya no me divierto en la cancha, me retiro definitivamente” (había dejado dos veces el polo de ese nivel). Chapaleufú II alzó la copa, la subcomisión de alto handicap le quitó el 10 a Gonzalo y se terminó el año. Ellerstina, de floja actuación en 1999 tras brillar en el bienio ‘97-’98, estaba obligado a rearmar el equipo.
Antes de Navidad se supo que Sebastián Merlos ingresaría a la organización, que Adolfito y Lolo Castagnola mantendrían sus lugares y que Gonzalito se calzaría la camiseta número 1. Y más adelante, en el otoño argentino del año 2000, se dio a conocer a la prensa el nuevo cuarteto de 35 goles: Gonza de 1, Sebastián de 2, Adolfito de 3 y Lolo de 4. También hubo fotos promocionales con el patrocinador principal.
Ellerstina alimentaba una nueva ilusión. Todo estaba calculado, planificado: Adolfito jugaría en Inglaterra con Gonzalito, como para ir conociéndose ambos en la cancha y llegar a la temporada argentina con horas de convivencia, también fuera del campo. Todo marchaba sobre ruedas. Sin embargo...
En Inglaterra explotó todo. Al diablo el nuevo Ellerstina. Gonzalo y Adolfito discutieron y se rompió la relación. Punto final para el añejo y sólido vínculo –afectivo y deportivo– entre el “maestro” y el “discípulo”. Cambiaso se llevó a Cañuelas a su hermano de la vida, Castagnola, y a su amigo Sebastián Merlos. Y Gonzalito quedó en banda en General Rodríguez.
En los primeros días de julio, desde Londres, Adolfito dio su versión: “Quería formar mi propia estructura, La Dolfina. Lo que más me importa es que quedó una buena amistad con los Pieres. Él [Gonzalo] supo entender mi punto de vista, y yo, el de él”. Frase entre sentida y de circunstancia, seguramente, destinada a bajarle la temperatura al episodio. Algo había pasado como para que a dos meses de la Triple Corona argentina Cambiaso, tras compartir la escudería con Gonzalito, sintiera repentinos e incontrolables deseos de armar su propio proyecto, considerando que había un equipo constituido y presentado en sociedad. Tenía ganas de independizarse, claro, pero un hecho precipitó el volantazo del crack.
Adolfito consideraba que a los 18 Gonzalito estaba todavía un poco “verde” y uno y otro no se habían entendido del todo en la cancha, a punto tal que el patrón que los tenía contratados en Inglaterra separó del conjunto a Pieres y eso irritó a Gonzalo, el padre. Gonza ya no jugaría con Cambiaso, en Inglaterra ni en Sotogrande. “Algo venía funcionando mal entre ellos”, reconoció Juan Carlos Di Caro, por entonces hombre de confianza de Gonzalo Pieres y también de Adolfo Cambiaso.
Tan hondo caló el enojo en Gonzalo Pieres y tanto le dolió que su hijo quedara tirado, que el papá resolvió volver a calzarse las botas y a empuñar un taco, y diseñó otro cuarteto de Ellerstina con miras a la inminente serie Tortugas-Hurlingham-Palermo. Gonza (7 tantos) sería el 1; la revelación de la reciente temporada estadounidense, el brasileño Fabio Diniz (8), el 2; Pieres (9), el 3, y Marcos Di Paola (8), el back. Un elenco de 32 goles con potencial algo mayor, dado el poderío equino de la organización. Mientras, La Dolfina, fuerte en nombres y algo frágil en caballada según subrayaba en aquellos días el propio Cambiaso, se conformaría con Dolfi (10), los hermanos Sebastián (9) y Juan Ignacio Merlos (9), y Lolo Castagnola (9). Un conjunto de 37 tantos.
“Estoy muy motivado por jugar con Gonzalito. Es una de las razones de mi vuelta. Hoy, la relación con Cambiaso no es mala porque nunca nos peleamos. Deshicimos el equipo, y la decisión de no jugar fue de él. A mí me desilusionó la reacción de Cambiaso, como también la de Castagnola, de salir de un equipo que para mí era de bueno para arriba. Nunca dudé de su nivel, pero ellos sí. Quiero creer que no hay más razones que ésa”, declaró dolido Pieres a LA NACION poco después de desencadenarse los acontecimientos.
“Me parece que el equipo no anduvo porque Cambiaso no quería jugar si no estaba yo”, sostuvo Gonzalo en otra charla con LA NACION, acerca del conjunto de Inglaterra entre su hijo y Adolfo. “Entonces no creo que haya sido culpa de Gonzalito o de Howard Hipwood, a los cuales reemplazó. Lo que me parece es que Cambiaso estaba cómodo jugando conmigo y al no jugar yo, prefiere estar solo. En su momento Kerry Packer propuso jugar con Memo Gracida y Mike Azzaro. Pero preferí no hacer más lo de antes, sino formar yo un equipo para Gonzalito. Al equipo lo hicimos juntos: él llamó a su amigo Marcos Di Paola y entre los dos elegimos al brasileño Fabio Diniz”, explicó.
Los primeros enfrentamientos
Indios Chapaleufú II ganó el Abierto de Tortugas al vencer en la final a El Paraíso (Tomás Fernández Llorente –9–, Lucas Criado –8–, Aguerre –10– y Matías Mac Donough –9–) y La Dolfina y Ellerstina no se cruzaron. Recién se vieron las caras en Hurlingham, el domingo 29 de octubre. Y la victoria fue para el club de Cañuelas, que lució una camiseta celeste en la parte superior y blanca el resto. Cambiaso, que vivió una tarde muy emotiva, resultó la figura del partido y llevaba su entonces clásico casco gris (aún no había adoptado los colores de la bandera argentina). “Sentí ver enfrente a Ellerstina”, admitió Lolo Castagnola, que a los pocos días, en compañía de su compinche, celebraría la obtención del primer trofeo de La Dolfina tras vencer a Indios Chapaleufú en la final en el añejo club fundado por ingleses en el oeste del Gran Buenos Aires.
En Palermo, La Dolfina y Ellerstina compartieron la zona y –los dos con el ticket de la clasificación para las semifinales picado– definieron el primer puesto del grupo. El equipo celeste y blanco acumuló dos goleadas; en cambio, el azul y blanco debió esforzarse para conseguir una de sus victorias, la primera. El funcionamiento en ese partido dejó disconforme a Gonzalo Pieres a tal punto que a partir del segundo match, y por el resto del torneo, Mike Azzaro reemplazó a Marcos Di Paola.
Le faltó calor al segundo choque entre el club de Cañuelas y el de General Rodríguez. Cambiaso y su gente se impusieron holgadamente (14 a 8) y a pesar de la holgada diferencia Gonzalo Pieres comentó: “Estamos más cerca de los mejores”. Con personalidad, La Dolfina sacó adelante el compromiso contra La Cañada y se metió en la final. En cambio, Ellerstina no pudo frente a Indios Chapaleufú II y, una vez de regreso en los palenques, Pieres volvió a ofrecer un título para el suplemento deportivo de LA NACION: “No voy a jugar más, seguro”. A los 44 años, y tras intercambiar la camiseta con Eduardo Heguy, Gonzalo anunció por cuarta vez un retiro. Ése sería el definitivo. El Abierto volvió a quedar en manos de los Heguy, Fernández Araujo y Daniel González, el coach del cuarteto que por primera vez lucía una camiseta negra con números romanos.
El calvario de Ellerstina
La relación Pieres-Cambiaso, o Ellerstina-La Dolfina, no superó el estadío del enojo y el dolor iniciales mientras la inesperada secesión aún estaba fresca. Luego, el transcurrir del tiempo fue cerrando las heridas y la descendencia de Gonzalo, conformada por Gonzalito, Facundo y Nicolás, fue aflojando la tensión.
El primer acercamiento importante se produjo en 2006, cuando Gonzalo y Adolfito se involucraron en la creación del Argentina Polo Tour, un circuito destinado a patrones en el otoño de Buenos Aires con etapas en diferentes clubes, entre ellos, Ellerstina y La Dolfina. Hoy en día la relación entre ambas partes es buena.
Incluso Facundo fue convocado en 2009 por Adolfito para integrar un seleccionado argentino que disputaría la Copa Coronación (triunfo sobre Inglaterra como visitante) y se fusionaron en un dream team que defendió la camiseta de Valiente en el circuito de Palm Beach en 2018. No obstante, en el medio se produjeron algunos altercados que fogonearon la rivalidad: el más recordado fue el traspaso de Pablo Mac Donough y Juan Martín Nero desde General Rodríguez directamente a Cañuelas.
Gonzalo Pieres entendía que su hijo menor, Nicolás, ya estaba listo para sumarse al equipo de alto handicap, y entonces decidió desarmar el cuarteto campeón de 40 goles para incluirlo. Una actitud loable, desde la óptica familiar, tendiente a conformar un equipo de hermanos. Y a su vez, un procedimiento contrario al realizado unos años antes, cuando, priorizando la búsqueda del éxito por sobre afianzar los lazos sanguíneos y de amistad, la organización separó a Matías Mac Donough para incorporar a Nero y dar un salto de calidad a Ellerstina.
Para 2011 Gonzalo Pieres habló con Pablo Mac Donough para comunicarle que iba a ingresar Nico y que el cuarteto se completaría con él, dándole carta libre a Nero. Pero Pablo no estuvo de acuerdo con desarmar la estructura triplecoronada en 2010 y que ostentaba 40 goles, porque en su momento, con la idea de jerarquizar a la Z, habían desvinculado a su hermano, Matías. Entonces Pablo dio un portazo. Caído Mac Donough, hablaron con Nero para enterarlo de la novedad de Nico y comunicarle que saldría Pablo. Pero Juanma tampoco coincidió con el planteo, y dio su propio portazo. La noticia corrió como Cuartetera o Luna rumbo al gol y llegó a los oídos de Adolfito. Éste, rápido y astuto, llamó a los jugadores salientes de la Z y los incorporó en lugar de Castagnola y Lucas Monteverde, para compartir la alineación con el uruguayo David Stirling. Así, aprovechando la mala jugada del principal adversario, armó Cambiaso el último dream team del polo mundial.
A partir de esas bajas comenzó el calvario de Ellerstina, que, salvo algunas temporadas aisladas, no volvió a poseer un equipo armónico, que tuviera a todos sus jugadores en sus puestos naturales y que lograra un funcionamiento adecuado. Con el correr del tiempo y al conjuro de las derrotas ante La Dolfina, fue creciendo la obsesión por destronar a Cambiaso y se acumuló cada vez más peso sobre las espaldas de Gonzalito, Facundo y Nico. Pero casi ninguna variante de nombres ni rotación de posiciones logró alivianarles la carga, la ansiedad, la presión, ni alcanzó a recuperar plenamente para los chicos el placer de jugar al polo en vez de entregarse de lleno, sin alternativa, a una enfermiza obligación de ganar la copa de Palermo y nada más que eso.
Hasta que, a fines del año pasado, explotó Facundo. Acuciado por la impostergable ansia de volver a conquistar el Argentino Abierto, Facu aceptó marcharse a La Natividad, el conjunto de los hermanos Castagnola, en el que también estará Pablo Mac Donough. En consecuencia, este año Ellerstina ya no contará con una formación de punta. Tal vez eso haga que Gonzalito y Nicolás jueguen liberados y rindan como pueden hacerlo, a la altura de sus condiciones naturales.
Aquella pelea, o discusión, del año 2000, lejos de perjudicar a Adolfito, le permitió concretar su proyecto antes que lo planeado. El crack necesitó un tiempo para organizarse y pronto La Dolfina se transformó en una escudería de primera línea, pionera en muchos aspectos (la clonación, por ejemplo), y su alineación con Adolfito, Pelón Stirling, Pablo Mac Donough y Juanma Nero quedará registrada en los anales como una de las cinco mejores de la historia del polo (dicho esto sin caer en comparaciones estériles de épocas absolutamente diferentes). También Ellerstina es una organización de alto nivel mundial, pero deportivamente ha perdido terreno respecto a su archirrival. A ese equipo que nació como consecuencia de una desacuerdo acalorado entre dos hombres separados por una generación pero unidos por varias virtudes.
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