La inundación de Buenos Aires que lo obligó a Roca tomar una decisión que cambió la historia de la venta de carne

El diario La Tribuna informaba de las lluvias torrenciales del 23 y 24 de septiembre de 1884. La ciudad soportó gravísimas inundaciones que afectaron todas las esferas sociales. Fue índice de esta preocupación la intervención del salvataje del mismo presidente de la República, Julio A. Roca, quien dispuso trasladarse personalmente al lugar, partiendo de la Casa de Gobierno en el carruaje del ministro de Guerra. “Del mirador del edificio de los Corrales se divisaba ayer la inundación…un inmenso río en los barrios de La Boca, Barracas y las inmediaciones de Flores…”

El presidente hizo oportunas observaciones respecto al traslado de los mataderos a “un paraje más lejano de la ciudad, donde hubiese campo…para el pastoreo de la hacienda destinada al consumo…” El cierre se decidió en 1896, pero recién se concretó con la primera matanza oficial en 1901, los peones no querían abandonar el lugar. Para aliviar estas dificultades, diariamente en horas de la madrugada, una línea tranviaria transportaba a estos resistidos hombres, depostadores, triperos, degolladores, etc. a los nuevos mataderos.

El tranvía también transportó parte de las instalaciones. Se desarmaron los galpones de la matanza. La tirantería fue cedida por la Municipalidad al Club Gimnasia y Esgrima de Palermo. A posteriori, Carlos Thays fue quien diseñó la parquización del lugar, que pasó a denominarse al Barrio Parque de los Patricios, por la ordenanza del 12/9/ 1902.

Era muy importante el número de hacienda que llegaba a los nuevos mataderos para abastecer a la ciudad que crecía en población. Una buena parte llegaba por ferrocarril en trenes con muchos vagones. En marzo del 1900, un decreto autorizaba al F.C.Oeste construir una pequeña estación Tablada, para el desembarque de hacienda del ramal Haedo-La Plata, Kilómetro 62 y realizar el control sanitario. En 1902, se permite a la empresa a construir una vía de acceso a los mataderos públicos, arrancando de un punto de su línea de Haedo-La Plata, construyéndola con carácter de urgente. Esta medida iba a producir el abaratamiento en el precio de las carnes.

Después se facultó a la empresa francesa Compañía General de Ferrocarriles (1904), construir un ramal de trocha angosta de dos kilómetros, para transportar hacienda desde un desvío de la Estación Circunvalación, hoy Villa Madero hasta los mataderos. Otro ramal los traía hasta la estación Aldo Bonzi y de allí por arreo por la Avenida del Trabajo. El ferrocarril Pacífico acercaba hacienda que después llegaba a pie por las calles “de las vacas”, República – Díaz Vélez.

En los inicios, eran campos de alfalfares, cruzados por un inocente arroyo, el Cildañez que desaguaba en el Riachuelo y que cobró gran protagonismo. Se empezó a llamar “arroyo de la sangre” porque en él escurrían los desperdicios de la matanza. Empezaron a subdividir las tierras y comenzaron los loteos. Así nació el barrio de Mataderos que primero se llamó Nueva Chicago en homenaje a la ciudad del Norte, donde habían ido los argentinos a capacitarse.

El escritor Soiza Reilly, definió al barrio como “La República del Músculo”. Se lo llamó Mercado Nacional de Hacienda de Liniers, distante a dos leguas. Los trabajos se hacían a caballo, de día y de noche. Nunca faltaba la pava y el mate. Era el barrio de los gauchos, de los guapos. Florecieron las pulperías, la fonda de la Petisa Vieja, el bar Los Paraísos y El Cañón, entre otros. La matanza inicialmente se hacía en la playa. Se habían instalado vías a su alrededor, para la circulación de zorras, vagonetas y transportar las reses faenadas para su comercialización. En 1909, se instaló una agencia del Banco Nación, dependiente de la sucursal de Flores, debido a las importantes transacciones comerciales, el “Banquito”. Después de 1981, el Mercado funcionó solo como remate de hacienda en pie. Estuvo en el barrio de Mataderos por 122 años, hasta el 13 de mayo de 2022 cuando se logró su traslado.