Censo 2022: solo cuando conocemos quiénes somos podremos saber hacia dónde vamos

Después de más de 10 años desde el último operativo, este miércoles se desarrollará en todo el país el 11° Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas: el 18 de mayo, Día del Censo. Alrededor de 650.000 censistas recorrerán hoy casi 2 millones de kilómetros cuadrados del territorio nacional para visitar cada una de las viviendas de nuestro país y saber cuántos somos, dónde estamos y cómo vivimos.

Sin lugar a duda, se trata de uno de los operativos más importantes del país, por el despliegue y la movilización de recursos que involucra, pero también por las implicancias que tiene en materia estadística. El censo nos permitirá tener una foto actualizada de las principales características sociodemográficas y económicas de la población de la Argentina, pero, además, sienta los cimientos para la construcción de las estadísticas de los próximos 10 años.

En lo inmediato, con los resultados del censo sabremos cuánto creció nuestra población en los últimos 12 años ­-¿habremos alcanzado los 47 millones? ¿superaremos los 50 millones?-, dónde está distribuida en el territorio y cómo es su composición en la actualidad: cuántos niñas, niños y adolescentes o personas mayores hay, el porcentaje de población inmigrante y el país de origen, entre otras cuestiones.

Además, a través del censo podremos conocer en detalle el nivel de instrucción de la sociedad y el capital humano con el que contamos, información esencial para delinear, por ejemplo, la política educativa del país y definir el modelo de desarrollo económico que queremos hacia adelante. Tendremos información sobre el déficit -cuanti y cualitativo- habitacional para el diseño de planes de viviendas y sabremos el grado de conectividad digital de la población, con datos certeros sobre cuántas personas tienen computadoras y celulares, o cuántas acceden a internet.

La riqueza del censo radica, no solo en la información agregada a nivel país, sino también en su granularidad, en la posibilidad de brindar estadísticas hasta la menor unidad de análisis. A través del censo conoceremos la densidad poblacional de cada una de las localidades de nuestro país y podremos saber con exactitud cuántas escuelas o centros de salud hay que construir, dónde debe ampliarse la red de cloacas y cuántos kilómetros de nuevas rutas son necesarios.

Toda esta información también es útil para el sector privado, para estimar la disponibilidad de mano de obra, proyectar la demanda de bienes y servicios, sus posibilidades de crecimiento en el tiempo y tomar decisiones sobre dónde instalar un negocio o fábrica. Incluso existe una ley en la provincia de Buenos Aires que fija la cantidad de farmacias que pueden habilitarse por localidad de acuerdo con el número de habitantes.

La potencialidad de la foto que toma el censo sobre las particularidades más salientes de nuestra sociedad es indiscutida. Pero, como dije al comienzo, su importancia no termina ahí: constituye, además, el pilar de la infraestructura estadística de los próximos 10 años.

Conocer las características sociodemográficas es, por un lado, el insumo central para proyectar la población hasta el próximo operativo. Por otro lado, la información estructural que brinda esa foto nos permite construir los marcos de muestreo para el resto de los relevamientos estadísticos. Con los datos del censo podremos diseñar encuestas sobre temáticas específicas, por ejemplo, un estudio sobre el perfil de las personas con discapacidad, o bien actualizar la muestra de aquellas que se hacen periódicamente, como la Encuesta Permanente de Hogares, que indaga sobre el mercado laboral.

El censo ya comenzó. Hace dos meses que está disponible su versión digital; ya se censaron las viviendas colectivas; los censistas están recorriendo las áreas rurales de todo el país; y, a comienzo de esta semana, por primera vez en la historia se censó a la población en situación de calle. Hoy tiene lugar el Día del Censo: finalmente sabremos cuántos somos y cómo somos, dónde estamos y cómo vivimos. Este es el inicio del camino por “reconocernos”: solo cuando conocemos quiénes somos podremos saber hacia dónde vamos.