Cuando el arte también tiene un mercado internacional

Es uno de los artistas plásticos más exitosos y populares de la Argentina. Con sus obras coloridas, expresivas y originales, logró conquistar al público local e internacional, y también demostró su compromiso social y ambiental con diversas acciones benéficas y comunitarias.

“Nací en Resistencia, Chaco, en 1967. Desde niño me interesé por el arte, asistiendo a talleres libres de la Escuela de Bellas Artes de mi provincia. Sin embargo, mi carrera profesional se orientó inicialmente a la industria textil, donde creé y dirigí mi propia marca de estampados durante varios años”, cuenta Lockett

“Fue en 2000, que quebré y tuve que cerrar mi fábrica, debido a la crisis económica. Ahí pensé y una noche sentado en mi cama dije: tengo que volver a mi pasión: la pintura, y decidí dedicarme por completo al arte plástico”, agrega.

Animado por sus amigos y colegas, comenzó a exponer sus obras en distintos espacios y a venderlas a precios accesibles.

Su estilo personal y autodidacta, influenciado por artistas como De la Vega, Nigro, Macció y Deira, llamó la atención de los críticos y al público, y pronto se convirtió en un fenómeno artístico y comercial.

En 2006, fue elegido artista revelación en Arte BA, la feria de arte más importante del país, y en 2007, batió el récord de ser el pintor que más obras vendió en el año. Desde entonces, su carrera no ha parado de crecer y de diversificarse, abarcando distintos formatos y soportes, como cuadros, murales, objetos de diseño, libros, ropa y juguetes.

“Para los que no me conocen, mis obras se caracterizan por el uso de colores vibrantes, formas simples, trazos gruesos y texturas variadas, que crean composiciones llenas de vida, humor y emoción”, explica.

“Mis temas son diversos, pero reflejan mi visión del mundo, mi identidad chaqueña, el amor por los animales y la naturaleza, la crítica social”, dice.

Algunas de sus series más conocidas son las de los “monstruos”, los “retratos”, las “casitas” y las “vacas”. Además se pueden encontrar en distintos formatos y soportes, como cuadros, murales, objetos de diseño, libros, ropa y juguetes. “Con mi equipo decidimos hace un tiempo incursionar en el arte digital, creando obras en formato NFT (tokens no fungibles), que certifican la propiedad, la autenticidad y la unicidad de sus creaciones virtuales”, comenta.

Su arte no solo conquista al público argentino, sino que también se proyecta a otras latitudes con enorme éxito.

Realizó exposiciones individuales y colectivas en muchos países, como Estados Unidos, Suecia, Canadá, Italia, Francia, China y España, y exporta sus obras a distintos mercados, algunos de ellos son: Uruguay, Estados Unidos, España, Panamá, donde tiene una gran demanda, entre otros.

Además, participa en eventos internacionales, como el Festival de Cannes y el Salón del Automóvil de París.

Pero Milo Lockett no solo es un artista exitoso, sino también un artista solidario. Realiza numerosas actividades conjuntas con las comunidades aborígenes Wichi y Pilaga, a quienes ha donado materiales, herramientas y obras. Colabora con UNICEF y otras organizaciones sociales, pintando murales en jardines, escuelas y hospitales.

Brinda talleres masivos y gratuitos para niños y adultos, fomentando la creatividad y la inclusión. Y dona obras a distintas instituciones benéficas, como el hospital pediátrico de su ciudad natal, para que sean rematadas y recauden fondos.

Milo Lockett es, sin duda, un artista que marca un antes y un después en el arte argentino, con su estilo único, su cercanía con el público y su compromiso con la sociedad.

“Mis obras son un reflejo de mi personalidad, mi historia y mi sueño: pintar para ser feliz y hacer feliz a los demás”, finaliza.