A pesar del pronóstico, el énfasis del libertario en la disciplina fiscal puede asegurar a los mercados que la Argentina no se dirige al desastre y resultar beneficioso, aunque mucho dependerá de la reacción de las organizaciones sociales
Cuando Javier Milei prestó juramento como presidente de la Argentina el 10 de diciembre, dijo a la multitud reunida: “No hay alternativa a la austeridad”. En lugar de promesas color de rosa, advirtió que se avecinan tiempos difíciles. Anunciar medidas de austeridad al asumir el poder suele ser un suicidio político en Argentina. Sin embargo, el sombrío mensaje de Milei fue recibido con vítores. Los fanáticos levantaron motosierras en el aire, en referencia a su promesa de reducir el tamaño del Estado.
El discurso inaugural marcó la pauta para la terapia de shock que seguiría. El 12 de diciembre Luis Caputo, el nuevo ministro de Economía, dio a conocer una serie de reformas económicas radicales. Anunció una devaluación del peso de más del 50% y prometió recortar los subsidios a la electricidad y al transporte, reducir a la mitad el número de ministerios gubernamentales, de 18 a 9, suspender la obra pública y reducir las transferencias federales a las provincias de la Argentina. El gobierno calcula que estos recortes equivalen a casi el 3% del PBI.
Paralelamente, sin embargo, la administración aumentará los impuestos sobre los bienes importados del 7,5% al 17,5% y ampliará un impuesto del 15% sobre todas las exportaciones (se mantendrá un impuesto existente del 30% sobre las de soja). Las prestaciones por hijos se duplicarán, al igual que el valor de una tarjeta de alimentos del gobierno para los más pobres del país. La idea es recortar el gasto y, al mismo tiempo, aumentar temporalmente los impuestos para incrementar los ingresos, a fin de reducir el déficit anual de más del 5% del PBI actual a cero para finales de 2024. “Hemos venido a resolver la adicción a los déficits fiscales”, dijo Caputo, señalando que la Argentina ha estado en números rojos durante 113 de los últimos 123 años. El FMI, al que le deben 43.000 millones de dólares, aplaudió las “acciones iniciales audaces” y prometió trabajar “rápidamente” con el nuevo gobierno en los próximos meses. En un comunicado, el Fondo admitió que el acuerdo que firmó en marzo de 2022 con el gobierno de la Argentina para reestructurar su préstamo había sufrido “graves reveses políticos”.
Mauro Roca, director general de TCW Group, una empresa de gestión de activos, dice que los inversores están satisfechos con el giro pragmático de Milei. El nuevo presidente saltó a la fama prometiendo dolarizar la economía y cerrar el Banco Central. Sin embargo, desde que fue elegido, a mediados de noviembre, ha dejado en suspenso los planes de dolarización y ha dejado de lado a sus leales. En cambio, ha llenado su gabinete con tecnócratas de la principal coalición de centroderecha, Juntos por el Cambio, que ocupó la presidencia de 2015 a 2019.
Las cosas pueden empeorar antes de mejorar. En el corto plazo, estas medidas reducirán el crecimiento. Dado que un peso más barato, nuevos impuestos y menos subsidios encarecerán la vida, existe la posibilidad de que los precios suban aún más. Martín Rapetti, consultor, cree que la inflación mensual al menos se duplicará hasta alrededor del 20% mensual y se mantendrá alta durante varios meses. Pero eso está lejos de ser seguro. El énfasis de Milei en la disciplina fiscal puede asegurar a los mercados que la Argentina no se dirige al desastre, si deciden creerle. Eso reduciría rápidamente la inflación, en lugar de aumentarla.
La confianza del mercado “dependerá del grado de conflicto social”, afirma Rapetti. Desde el regreso de la democracia en 1983, todos los presidentes no peronistas, excepto uno, han sido destituidos de sus cargos por protestas contra las reformas económicas. Las organizaciones sociales no tardaron en responder al anuncio de Caputo. Se han convocado manifestaciones para el 20 de diciembre.
Milei también podría enfrentar la oposición de su base y del Congreso. Durante la campaña electoral prometió reducir los impuestos y dijo que los recortes de gastos serían pagados por la “casta”, término que utiliza para referirse a los políticos corruptos. Sin embargo, ahora los impuestos aumentarán significativamente, al menos temporalmente, y la austeridad afectará a mucho más que solo a los trabajadores públicos. Su coalición tiene solamente el 10% de los escaños en el Senado y el 15% en la Cámara Baja. En promedio, desde 1983 los presidentes han contado con el apoyo del 45% del Congreso, según Ana Iparraguirre, consultora política.
Ahora Milei está utilizando su capital político para aprobar reformas duras con la esperanza de que la economía comience a recuperarse a mediados de 2024. La pregunta es cuánto durará el dolor.
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