En caída libre: el público le da la espalda a la nueva película de Woody Allen, Rifkin’s Festival

“Te veo por Corrientes palpitando / nostalgias que hacen mal, pero son lindas / Buenos Aires, viejo Woody, es una mina / de la que ya never more escaparás”. La eterna devoción porteña por el cine de Woody Allen llegó a manifestarse hasta en la letra de un tango escrito por Horacio Ferrer, al que Raúl Garello le puso música.

Pero esa identificación empieza a aparecer cada vez más lejana, con un tiempo de esplendor que se quedó muy atrás en el tiempo. Rifkin’s Festival, la más reciente película del director neoyorquino, registró en su paso por los cines de nuestro país cifras bajísimas de concurrencia. Luego de una semana y media en cartel (se estrenó el 20 de enero) sumó hasta el domingo 30 de enero nada más que 8890 entradas vendidas con solo 21 pantallas a su disposición, según los números de Ultracine.

Estas cifras equivalen al punto más bajo de convocatoria alcanzado en nuestro país por las películas de Allen, que siempre tuvieron un lugar para ser estrenadas en pantalla grande gracias al sostenido interés que mostró el público argentino hacia su obra. Las estadísticas de Ultracine nos muestran que en 2011, Medianoche en París logró en su caso el pico máximo e histórico de venta de entradas en nuestro país de toda la carrera de Allen como director, con un total de 712.128 espectadores. Detrás aparecen Match Point (456.934, en 2011); A Roma con amor (447.135, en 2012); Blue Jasmine (355.817, en 2013) y Los secretos de Harry (283.873, en 1998). Aún sin contar con todo el viento a favor, Rifkin’s Festival cosecharía no más de 10 mil entradas en todo el recorrido de su carrera comercial. Y todo indica que esa presencia en las salas no durará mucho tiempo más.

En el resto del mundo el panorama es parecido. TheWrap, uno de los sitios con información de la industria de Hollywood más leídos y comentado, reveló el 26 de enero que Rifkin’s Festival también obtuvo en su primer fin de semana en el mercado estadounidense la peor convocatoria de toda la larga carrera de Woody Allen. Estrenada nada más que en 26 cines, la película recaudó nada más que 24 mil dólares.

Según TheWrap, la mayoría de los cines que proyectaron Rifkin’s Festival pertenecen a la cadena de salas de arte Landmark, cuyo complejo de Los Ángeles (el más conocido de todos) sumó 2300 dólares en dos días. Otra cadena de cine arte, la neoyorquina Quad, recaudó en el mismo lapso 1600 dólares. Esto ocurrió en la ciudad natal de Allen, con la que más se identificó su cine.

En el mismo blog, un productor no identificado advierte que para seguir haciendo películas Allen dependerá en el resto de su vida del apoyo de productores europeos, porque ningún estadounidense estará dispuesto a poner un solo dólar para financiar proyectos de un director que la industria ya considera allí “cancelado”. Las denuncias por supuesto abuso planteadas por su hija adoptiva Dylan Farrow (que Allen rechazó siempre y por las que nunca fue investigado), los reclamos del movimiento #MeToo, el arrepentimiento público expresado por varias figuras que en el pasado trabajaron con Allen y la ruptura unilateral que hizo Amazon Studios del contrato firmado con Allen en 2017 para hacer cuatro películas le cerraron aparentemente para siempre todas las puertas de financiamiento en los Estados Unidos.

Allen le confirmó a LA NACION hace poco que una vez aclarado el horizonte de la pandemia tiene previsto filmar su nueva película en París. También dejó abierta la posibilidad de dejar de hacer películas en el futuro a raíz de toda esta situación.

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