Sin dudas, Esteban Prol es un artista todo terreno. Actor, conductor, músico y animador, su pasión por la actuación comenzó desde muy chico aunque en un principio su vocación parecía estar en las aulas. Graduado como docente de nivel inicial, este muchachito de pelo largo y look "achupinado" se desempeñó como maestro jardinero y animando fiestas infantiles durante casi 10 años, hasta que su primera oportunidad en el medio llegó con El agujerito sin fin, junto a Julián Weich.
Su destreza, creatividad y espontaneidad ante la cámara no sólo lo acercaron rápidamente a la audiencia sino también a los productores, que lo incentivaron a audicionar para lo que sería la próxima tira juvenil del momento: Montaña Rusa. "¿Viste cuando hacés un casting para no quedar? Bueno eso hice yo. Fui por respeto porque me habían invitado, pero no me interesaba. Mi laburo era estar en la escuela no en la tele", le contó el actor a LA NACION, sin imaginar que ese papel cambiaría su vida por completo.
Cablin, Rockabilly, Los buscas (de siempre), Son amores, Floricienta, Por amor a vos, Enseñame a vivir y Dulce amor son algunos de los proyectos televisivos en los que participó, y hasta se animó a jugar a dos puntas en Como vos y yo, donde demostró que "ser galán tiene que ver más con la actitud que con la facha". Hoy, a sus 54 años, Prol reflexiona sobre las huellas que un actor suele dejar en el público, pero también adelanta sus proyectos para lo que queda del 2020 y explica cómo logró reinventarse en plena cuarentena.
-¿Te sorprende lo que está sucediendo con Floricienta, después de 15 años?
-Siento que Floricienta siempre estuvo presente porque hasta el día de hoy me siguen mandando mensajes desde Italia, España, Grecia, países de Latinoamérica. Es loquísimo lo que pasa con este programa. Que se siga viendo en distintas partes del mundo y que se acuerden de tu personaje es como un loop continuo. Creo que el éxito tiene que ver con cómo se contó la historia más que la historia en sí misma. Es un programa muy familiar y con mucha energía; que lo vuelvan a dar es una gran decisión.
-¿Qué recuerdos tenés de esa época?
-De disfrutar mucho con el elenco. Era un lugar de mucho juego y de mucho trabajo también. En un momento, al programa se sumó el teatro en vacaciones, la gira y el cierre en el estadio Vélez. Fue increíble y tengo recuerdos inolvidables en todo sentido. Además, cuando trabajás con Cris Morena te sentís amado. Laburar en un proyecto de esa calidad con un vestuario y una escenografía increíble son cosas que uno agradece.
-¿Cómo viviste la despedida en Vélez?
-Eso lo atesoraré para siempre. Ver el estadio lleno de familias cantando y bailando, ver en la segunda bandeja una bandera con mi nombre, fue una energía hermosa. Recuerdo que ese día pedí ir antes para conectar con lo que iba a pasar esa tarde. Desayuné en el escenario y después me fui con mi guitarra al lugar más lejano para conectar, sabiendo que ahí iba a haber una persona. A veces uno hace las cosas pero no sabe ni imagina la repercusión que eso puede llegar a tener.
-Igual no era la primera vez que hacías un éxito de esa magnitud...
-Es verdad, me paso también en otros proyectos como Cablín, Montaña rusa o alguna novela de la tarde. Siempre tuve la suerte de estar en proyectos muy queribles pero es real que cuando uno lo hace no piensa en la repercusión. Por supuesto que siempre uno trata de dar lo mejor pero cuando te escriben de Bielorrusia por Floricienta o cuando te dicen "mi hermana que tiene 6 años es fanática tuya" no lo podés creer.
-¿Te quedó algún amigo en el elenco?
-De vernos seguido no, pero si me los cruzo está todo bien. Pasamos una temporada hermosa. He ido a ver a Flor [Bertotti] al teatro y es amorosa, como también a Fabio [Di Tomaso]. He participado en algún ciclo de teatro con Juan Gil Navarro y tengo la mejor con Stéfano de Gregorio. Fue muy intenso todo. Son trabajos en donde te ves más con el elenco que con tu familia.
-Montaña Rusa fue tu primera ficción, ¿es verdad que hiciste el casting para no quedar?
-Yo estudié teatro desde los 12 hasta los 19 años pero no me interesaba hacer una tira adolescente. De hecho, a los tres meses fui a renunciar diciendo que eso no me gustaba; la verdad que no me identificaba el producto. Yo pasé de trabajar en una escuela a trabajar en un canal y no entendía nada. Para mí el canal era una escuela más grande, y así como yo iba a hablar con la psicopedagoga o con la directora, en el canal iba a hablar con el gerente de programación y no entendía que no era lo mismo. Y no era que no tuviera respeto, pero lo vivía con una impronta más sincera; no entendía esa estructura vertical. Me tuvieron una paciencia hermosa hasta que me fui adaptando; digamos que me domesticaron [risas].
-Y ahí tu vida cambió por completo
-Sí, claro. Era todo muy nuevo para mí. No sabía bien cómo manejarme, cambiaron mis tiempos. En aquel momento los exteriores arrancaban los sábados a las 9 de la mañana y el plan de grabación decía: ‘a terminar’. A terminar era a las 2 de la mañana. Por eso creo que también se armo un grupo tan maravilloso, con el que tengo vinculo hasta el día de hoy. Fueron dos años en los que nos unimos mucho porque para todos fue perder el anonimato y todo lo que hacíamos pasaba a tener nombre y apellido.
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-¿Cómo son los reencuentros con la banda?
-Siempre nos respetamos mucho y tuvimos muy linda química. Estamos muy presentes en la vida del otro. Tenemos un grupo de chat, nos comunicamos y hay una energía que tiene que ver con conocernos mucho. Ellos saben quién soy y hasta pueden adivinar cómo voy a reaccionar ante determinada cosa, no puedo ocultar nada. Hay una relación de confianza, entrega y mucha intimidad.
-Hiciste varios éxitos, pero ¿por qué personaje te recuerdan más en la calle?
-No podría definirte solo uno porque he hecho cosas muy populares. Muchos me recuerdan por interpretar a "Máquina" en Dulce amor, otros por Lorenzo de Floricienta, otros por Bruno de Montaña Rusa, depende de la generación. También me ha pasado que me paren y me digan: "Che, te vi en la obra Anda Jaleo de Susana Toscano, con textos de García Lorca" y entonces ahí agradezco, porque hay algo de lo que hago que conecta con lo que quiero transmitir.
-Hace poquito participaste en Sex, viví tu experiencia. ¿Cómo fue hacer teatro virtual?
-Me llamó [José María] Muscari y estuve durante cinco días, fue en la segunda semana que arrancó la propuesta virtual. Es un fenómeno increíble lo que pasa con esa obra. La gente compra entradas desde distintas partes del mundo. Uno trata de adaptarse al momento y aprender nuevas cosas. No deja de ser complejo igual.
Para mí lo importante es jugar, que es la herramienta que tiene el actor, y crear una magia donde el público se pueda identificar y creer el cuento.
-¿Cómo te llevas con la tecnología?
-Súper bien. No soy un programador ni un analista de sistemas pero puedo manejarme. Lo que sí entiendo es que es otro ritmo y de repente me encuentro hablando con gente que no conozco, o hablando más de la cuenta. Creo que también este momento de pausa es ideal para encontrar una nueva versión de uno mismo que espero que no se pierda cuando pase todo esto. Valorar lo que uno encontró en este momento donde nos obligaron a tener otra velocidad.
-¿Cómo estás atravesando la cuarentena?
-Dentro de lo paranormal de la situación, estoy tratando de superar la incertidumbre. No tengo miedo. Lo que más temor me da es si me lo llego a pegar, ser asintomático y contagiar a un familiar mío. Laboralmente, uno se las arregla. Tenés más o menos trabajo, más o menos comida, siempre alguien te va a ayudar, pero lo vincular es lo que más te afecta. Lo más doloroso de este virus es que no tenés que tener contacto, que no te podes dar un abrazo, algo muy difícil de procesar en la idiosincrasia del argentino.
-¿Tenías muchos proyectos para este año?
-Sí, estaba por hacer el piloto de un proyecto muy especial que hace mucho quiero llevar a cabo y justo se declaró todo esto de la cuarentena obligatoria. Tiene que ver con el clown, con lo infantil así que vamos a ver cómo lo podemos plasmar en la realidad. También me habían llamado para una peli, pero ahora hay que ver cómo es el tema de los protocolos a la hora de filmar. Así que, por el momento, estoy generando contenido para distintas plataformas.
-Encontraste una buena vía de comunicación en las redes...
-Creo que la gente encontró en las redes una nueva manera de comunicarse y es interesante. De hecho, ha pasado algo muy bonito e importante: hace poco se contactaron conmigo mamás y papás de niños con fibrosis quística. Luego de una gran lucha, salió la ley y estamos esperando que se reglamente de la mejor manera. El próximo 8 de septiembre es el Día Mundial de la Fibrosis Quística y se va a hacer un Facebook Live con un montón de artistas colaborando. Lo que se logró es ejemplar, así que estar aportando un granito de arena me conmueve.
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-Sabemos que sos parte de la serie de Diego Maradona que saldrá por Amazon Prime Video. ¿A quién interpretas?
-Es un personaje de ficción que tiene que ver con la familia de Claudia [Villafañe]. Mi aparición tiene que ver con el Mundial del ‘86, así que pude gritar los goles y eso para un gran fanático del fútbol como yo fue muy emocionante. Me contrataron para gritar el gol contra los ingleses y dar la vuelta olímpica con la copa y abrazando a Maradona [interpretado por Nazareno Casero], así que más no puedo pedir. Fue recrear de nuevo ese momento y la sensación fue única, me temblaba el cuerpo, lloraba [risas]. Aparte, el nivel de recreación de las jugadas, del gol con la mano a los ingleses... Lo veía y me emocionaba. Estuve casi un mes viviendo en México y fue hermoso, la pasé genial.
-Todavía no se estrenó y ya hay mucha polémica en torno a la historia que se va a contar...
-Creo que todo es polémico si hablamos de Maradona. Reconozco que soy totalmente "maradoniano", así que nunca lo voy a juzgar como persona. Le voy a agradecer toda la vida y le voy a dar todas las bendiciones del mundo. La serie cuenta una historia de vida y ¿quién no tiene sus sombras y su luz, sus aciertos y desaciertos?
-¿Qué tiene que tener un proyecto para que digas que sí?
-Me parece que tiene que ver con qué historia se va a contar y con quién la cuente. En mi caso es muy intuitivo todo, no sé si tengo una estructura preparada. Para mí lo importante es jugar, que es la herramienta que tiene el actor, y crear una magia donde el público se pueda identificar y creer el cuento. Siempre priorizo disfrutar de lo que hago, y cuando no me siento cómodo en un lugar me voy. Por eso lo más importante es lo que uno cree de uno, el amor propio porque mucha gente te va a decir que no podés. Obvio que tengo mis inseguridades pero es fundamental aprender a amarse uno, y eso es lo que trato de enseñarle a mi hijo.
-¿Qué dice tu hijo cuando te ve en la tele?
-Se sorprende, pero no es que sea un gran fan de lo que hago. Ahora tiene 11, pero desde muy chiquito siempre lo llevé a todos mis trabajos para que vaya conociendo mi ritmo como artista. El es súper curioso y está muy vinculado con el arte y la música. En mi casa hay instrumentos, así que le gusta tocar la batería, probar con el piano o la guitarra. Me gusta que tenga ese compromiso de juego y pasión por transmitir algo. Creo que lo que más le sorprende es la devolución de la gente en la calle, que pase un camión de basura y pare para saludarme, pero entiende que tiene que ver con esto de cosechar algo.
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-¿Cómo te llevas con la fama?
-La tomo como una consecuencia de mi laburo. Yo soy persona primero, vine a este mundo de prestado en este cuerpo y eso lo tengo clarísimo. Primero soy persona, después que mi vehículo social sea ser docente, actor o comunicador es otra cosa, esa es la manera en que yo traduzco mi pasión. Pero mi misión en la vida es como persona. Cuando hago algo, lo único que sé es que en ese momento, en esa circunstancia y en esa geografía, di lo mejor que pude. Después el resto me excede, porque es muy subjetivo. La gente puede depositar amor, odio o pasión en mí, pero eso no cambia mi rumbo ni quien soy.
-¿Quién es Esteban Prol?
-Un buscador, un ser curioso, un eterno aprendiz. Siempre quiero que lo que haga sea como la primera vez.
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