Qué es de la vida de Celeste Pisapia, la actriz que cambió la televisión por una carrera universitaria
Hace años que no trabaja como actriz pero su nombre, su carita angelical, su sonrisa tierna y su personaje de Karen en Montaña rusa quedaron en la memoria colectiva de muchos televidentes. "Creo que a todos nos pasó lo mismo porque fue un programa hecho con tanto amor que, quizá, eso generó que nos sigan reconociendo y recordando con cariño. Pasó mucho tiempo, ¡26 años!", rememora Celeste Pisapia.
En diálogo con LA NACION, la actriz repasa su trabajo y cuenta por qué está alejada del medio. Casada desde hace diez años con un arquitecto y mamá de Milo, de 15 meses, Celeste dedica sus días a la familia y a su trabajo como traductora de inglés y docente.
-Montaña rusa fue tu primer trabajo, ¿cómo se dio?
-Sí, fue mi primer trabajo mientras estaba cursando el último año del colegio, en el ’94. Con mi amiga Lorena nos anotamos para hacer teatro en el Club Italiano de Caballito. Éramos tímidas, teníamos 15 años y queríamos hacer algo para desinhibirnos un poco. Yo me empecé a enganchar, era muy divertido. Y después apareció esta posibilidad de hacer Montaña rusa y me metí en ese mundo.
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-Así de fácil...
-Así se dio. Mis papás siempre me apoyaron, pero la condición para que me dejaran actuar fue que terminara el secundario. Y la producción nos acomodaba los horarios así que íbamos a la escuela por la mañana y grabábamos a la tarde.
-¿Cuánto se mezclaban la realidad y la ficción?
-Mucho. Era como seguir en la secundaria, porque todos teníamos más o menos a misma edad y nos pasaban las mismas cosas. Entonces vivíamos cuestiones similares en la realidad y en la ficción. Yo me fui de viaje de egresados con mis compañeros del colegio y al año siguiente fuimos con los chicos del programa. Estábamos en la misma sintonía y por eso se armó un grupo humano tan cálido y amoroso. Hoy seguimos viéndonos, tenemos un chat muy activo y somos amigos. Con los chicos de Montaña rusa quedó un cariño que está intacto.
-¿La gente te pide que vuelvas?
-Hace mucho tiempo que no trabajo y quizá no saben en qué programas estuve, pero mi cara les resulta familiar. Cuando nos juntamos con los chicos del elenco y ponemos alguna foto en las redes nos piden que volvamos. Es muy lindo el cariño de la gente a través de los años. Hay personas de nuestra generación que en ese momento se identificaron con nuestras historias y quizá se lo cuentan a sus hijos, que ahora pueden vernos en Volver. Es loco todo lo que pasa. Y el cariño siempre es lindo. Yo hice varios programas después de Montaña rusa: De corazón, Como vos y yo, Cabecita, Los médicos de hoy, y participaciones en Floricienta, Los Roldán.
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-¿Y qué pasó después?
-Y después decidí hacer una carrera universitaria y me recibí de traductora pública de inglés. Cuando terminé el secundario estudié dirección de cine con Sebastián de Caro. Él terminó su carrera y es un gran director hoy, pero yo dejé en el medio.
-Cambiaste la tele por la facultad, entonces.
-Algo así. Siempre estuvo pendiente la necesidad de hacer una carrera universitaria y no por un mandato familiar, porque en mi casa tuve mucho apoyo de mis padres que me alentaron a hacer lo que me gusta. Pero sentía esa necesidad de estudiar. Hoy lo miro a la distancia y sé que el futuro no depende de tener un título universitario. Sin embargo tenía ganas de estudiar, y se dio de esa manera. Por otra parte, todo lo relacionado con el arte me gusta y hace dos años volví a tomar clases de teatro, para conectarme con algo que disfruté tanto en ese momento y no para volver a hacer algo profesionalmente, otra vez. Aunque nunca se sabe...
-Las ganas de actuar siempre están...
-El año pasado fui parte de una muestra fotográfica de Sebastián Naon, Mujeres inmortales, en la que participaron muchas actrices. La idea era recorrer el papel de la mujer argentina a través de la historia y así volví a conectar con un personaje y me encantó. Pero la verdad es que no fue una decisión dejar de lado a la actriz, sino que las cosas se fueron dando de otra manera y me enganché con el estudio. Sin embargo, la conexión y el gusto por lo creativo siempre está. A lo mejor aparece la posibilidad y quién te dice.
-Si te convocan para trabajar como actriz, ¿lo pensarías?
-Ay no sé, qué pregunta difícil. A lo mejor si es con gente muy querida y conocida. Tendría que ver. Estoy bastante alejada y no me imagino. Hoy mi vida está focalizada en Milo, y trabajo pocas horas en la semana. Fue un hijo muy deseado y lo quiero disfrutar con todo y no perderme nada. De hecho, se largó a caminar en la cuarentena y pudimos vivir los tres juntos ese mágico momento de verlo en vivo y en directo. Porque muchas veces trabajás y te cuentan que tu hijo dio sus primeros pasitos. Hasta que sea un poquito más grande, no quiero perderme nada y estar al lado de él. Es maravilloso verlo hacer descubrimientos: el mínimo detalle para él es increíble y le veo esos ojitos sorprendidos y encantados, y yo me derrito. Lo estoy disfrutando un montón.
-¿Sentís que la actriz fue una etapa de tu vida que pasó?
-Fue una etapa que disfruté mucho. Nunca cierro la puerta porque me gusta el arte pero hoy estoy focalizada en mi vida como mamá y trabajando como traductora. No tengo representante y estoy alejada de eso.
-Pero tomás clases de teatro
-Es verdad. Tomé después de un montón de tiempo, en el 2018. Estuve un año y fue buena como experiencia, para volver a reconectar. Y en el medio quedé embarazada.
-¿Trabajás como traductora?
-Sí. Y también soy docente auxiliar en algunas materias de la facultad en la que me recibí. Hoy mi vida se reparte entre el trabajo y mi bebé, que es muy chiquito. Estoy disfrutando a la familia. Milo tiene 15 meses y es un bombonazo. Esta con la energía muy contenida por la cuarentena. Cuando se puede, hacemos algún paseíto corto, pero es complicado.
-¿Tu marido te conoció mientras trabajabas como actriz?
-No. Nos conocimos cuando estaba por recibirme de traductora. Diego es arquitecto y hace diez años que estamos juntos.
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-¿Cómo son tus días en cuarentena, por la pandemia del coronavirus?
-Tengo días y días, no son todos iguales. Hay días que estoy más angustiada pensando en los adultos mayores, en la situación que vivimos como sociedad, como país. A veces con un poco de miedo, extrañando a la gente querida, a mi familia, a mis amigos. Hay personas que la están pasando mal, que sufren apremios económicos. Y otros días estoy más positiva, trato de ver lo bueno, de pensar que puedo estar con mi bebé y disfrutarlo. Me siento una privilegiada por poder trabajar desde casa y no tener que exponerme. Dentro de todo lo malo, puedo agradecer que, como familia, no sufrimos necesidades y estamos sanos. Y eso es un montón en este momento.
-¿Qué hacés cuando tenes un ratito para vos?
-Los días se me pasan volando y no tengo tiempo de aburrirme entre la limpieza, la comida. Ahora mi marido empezó trabajar y estoy más sola en casa, aunque también nos dividimos las tareas. Pero tendría que activar un poco y hacer algo para mí, porque es necesario tener un rato para una. Nuestro momento es cuando Milo se duerme y miramos alguna serie. También aprovecho para dormir, porque el nene se despierta a cada rato. Todavía toma la teta. Me parece que no es el momento de cortar con esa relación de teta-mamá, mamá- bebé.
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