La publicación de diversos libros-taller, hechos por escritores, alienta el desafío de aprender en soledad
En tiempos donde abundan los concursos y apoyos a la creación literaria, se lanzan mundiales de escritura y aumenta el fenómeno de la autoedición (no hay que olvidar que Borges pagó del bolsillo de su padre la primera tirada de Fervor de Buenos Aires), los talleres presenciales y a distancia congregan a aspirantes a escritores de distintas generaciones. Mientras, el sector editorial local recupera una tradición, la publicación de libros-taller, en la que se destacaron manuales de profesores y escritores como Nicolás Bratosevich, Leopoldo Brizuela, Edgardo Russo, Maite Alvarado, Gloria Pampillo, María Teresa Andruetto, Luciano Lamberti y Daniel Freidemberg, entre otros. Algunos títulos se orientaban a la enseñanza de la escritura creativa en las aulas; los más recientes llevan el taller literario a casa.
El flamante sello Tilde Editora lanzó una serie de libros vinculados con los talleres que ofrece en modalidad virtual la escuela de escritura online Entrepalabras que dirige Ana María Finocchio. La colección debutó con tres títulos: Contar un secreto. Ideas y consignas para empezar a escribir, de Pablo De Santis; Traidores. Escribir ficción con material autobiográfico, de Natalia Zito, y Leer se volvió viral. Prácticas de lectura y escritura en plataformas digitales, de Daniela Ottolenghi, donde la autora aborda los nuevos modos de leer y escribir de los jóvenes en plataformas y aplicaciones.
En Contar un secreto, Pablo De Santis aventura que el desafío de escribir ficciones amalgama dos mundos antagónicos: la experiencia y la imaginación. “Cuando escribo, lo hago por instinto; sin embargo, cuando tuve que dar clase me vi obligado a poner un poco de orden en ese cuartito atiborrado de intuiciones y caprichos que es la propia cabeza –dice–. Mi padre acostumbraba a poner etiquetas en las cajas donde guardaba cosas diversas, y una de ellas decía: ‘Cosas que no se usan, pero no se tiran’. Me parece una definición adecuada de la cabeza de un escritor. Las cosas están ahí, esperando el momento en que uno las pueda usar”. En las últimas páginas hay un listado de consignas. “A algunas las he puesto en práctica con mis alumnos a lo largo de los años; otras están sin estrenar. Las consignas son el costado más ingenuo e infantil de los talleres y, por supuesto, como ocurre con todo lo ingenuo e infantil, lo que mejor funciona. Al corregir el libro me pareció que es una exaltación de la literatura como juego”.
El libro de Natalia Zito se enfoca en un género vapuleado y a la vez popular: la literatura del yo o autoficción. “Traidores es un ensayo no académico acerca de cómo escribir ficción con material autobiográfico, fruto de mi propia experiencia como novelista, de los diez años que llevo dando talleres literarios y de los años previos dedicados a la enseñanza –cuenta la autora–. Escribir nunca es obediente y usar material autobiográfico es una forma de profanar; no se puede escribir sobre la propia vida y pretender que los familiares estén contentos. El que escribe es un traidor, el mismo que, en el idioma de la escritura, es capaz de dar todo de sí para lograr un buen texto”.
El trabajo de Zito interroga la literatura selfie y brinda herramientas de escritura con ejemplos de grandes autores (un factor común en estos libros). “Por ejemplo, qué significa mostrar en lugar de decir o cómo hacer para que los textos no se queden en el relato de un recuerdo sino que se conviertan en literatura. Los talleres literarios son un vaivén de encuentro y distancia, de amor y libertad. La intención de Traidores es que funcione como una amistad”. Aquellos que quieran escribir sobre sí mismos (para sí mismos o para los otros) pueden buscar en librerías el didáctico Escribe tu vida. El placer de narrarte (Terapias Verdes), de la argentina residente en España Silvia Adela Kohan.
La maestra del sutil arte del cuento brevísimo, la escritora Ana María Shua, publicó Cómo escribir un microrrelato (Siglo XXI). “Es una combinación de ensayo y manual: un libro teórico-práctico –sintetiza–. Incluye definiciones, recomendaciones de lecturas, historia del género, cómo utilizar los conocimientos del lector para completar el significado, tópicos de la literatura fantástica, formatos extraliterarios, muchos etcéteras y muchísimas propuestas de ejercicios. Es un libro sobre un género muy específico que pretende, además, trascender el género y convertirse simplemente en un ‘Cómo escribir’”. Shua grafica el efecto que espera provocar en los lectores. “Se puede resumir en el diálogo entre un coreógrafo y una bailarina en la película All That Jazz. Él le dice algo así como ‘No sé si podré convertirte en una gran bailarina, ni siquiera sé si serás una buena bailarina, pero sí estoy seguro de que vas a salir de aquí bailando mejor de lo que bailabas cuando entraste’”.
Ahora escriba usted. 25 ejercicios de escritura (Factotum), de Mariano Quirós, es un original libro-taller de narrativa en el que el autor pone a prueba sus consignas. “Lo siento como una posible guía de lecturas, que en definitiva es lo mejor que puede ofrecer un taller –dice Quirós–. Que cada propuesta de escritura venga acompañada de un texto escrito por mí funciona, quiero creer, como otra forma de invitación a la escritura y la lectura, a la vez que se trata de la posibilidad de someterme a mí mismo a la dinámica que propongo desde el taller. Por otra parte, es también una pequeña toma de posición: trabajo de ofrecer talleres, soy un trabajador que vive honradamente de esto. También soy artista, y en mis talleres pongo en juego toda mi posible creatividad, mi posible irreverencia y mi conciencia política. Todo eso, en mayor o menor medida, está puesto en este libro”.
El sello La Crujía inauguró una colección para lectores que quieren ser escritores con 307 consejos para escribir una novela, de Félix Bruzzone, con un prólogo del editor Daniel Divinsky y, tras los consejos (esotéricos, desopilantes, inspiradores), un relato. “Leí Mientras escribo, de Stephen King, hace veinte años: librazo –dice el autor–. También leí, en aquella época, un libro de Ernesto Sabato, una especie de carta a un joven escritor: flojo. Pero quizá me pareció flojo porque ya había leído las Cartas a un joven poeta de Rilke, que fue un libro que se ve que leyó mi mamá, porque tenía subrayados de ella. Luego leí bastante de narratología en todos estos años en los que vengo dando talleres de escritura. Y hace poco, un muy lindo libro de Gabriela Bejerman lleno de ejercicios de escritura. Los demás que se me cruzaron, los leo en diagonal o salteado. Me parecen bastante secos. Hay que regarlos un poco”. Bruzzone cuenta que se divirtió al escribir los consejos. “Descubrí cosas que no sabía sobre la escritura o sobre cómo podía pensarse la escritura. Está destinado a cualquiera. Para el que quiere escribir, es una herramienta arbitraria; para el que no escribe, es como meterse en la cabeza de alguien que sí escribe”.