Desde el troncomóvil hasta los dinosaurios, dos casas en México y en California evocan la casa de “Los Picapiedras” y una de ellas se alquila por día para vivir la experiencia desde adentro
Desde el estreno de Los Picapiedras (The Flintstones), la serie animada de la exitosa dupla de dibujos animados formada por William Hanna - Joseph Barbera que se comenzó a emitir en 1960 por la cadena de televisión norteamericana ABC - y que duró hasta abril de 1966 (poco menos de 170 capítulos-, muchas fueron las personas que soñaron con formar parte, al menos por un rato, de ese ocurrente y mágico mundo ficticio de la Edad de Piedra, que se desarrollaba en la atractiva ciudad de Piedradura.
La serie es una de las caricaturas más influyentes de la década de oro de la animación de los Estados Unidos que hasta el día de hoy cosecha una gran cantidad de cultores en todo el mundo, aunque la mayoría de ellos se concentra en aquel país del norte del continente.
Los seguidores de Pedro y Vilma Picapiedra y Pablo y Betty Mármol rindieron una gran cantidad de tributos, muchos de los cuales se expresan por medio de la arquitectura y se traduce en increíbles propiedades, que en algunos casos logran romper toda lógica, hasta la más desopilante.
En esta oportunidad les presentamos dos casas que parecen extraídas de ese mundo animado en el que coexistían rústicos seres humanos con animales como dinosaurios, tigres dientes de sable y mamuts, entre otros.
Picapiedras a la mexicana
La primera vivienda se encuentra ubicada en el bosque de Mazamitla, próximo a la ciudad de Jalisco, en México, es una vivienda que se ofrece como alquiler temporal y que se convirtió en sí misma en un atractivo turístico muy buscado para vacacionar.
Pero la historia comenzó hace casi cuatro años, por aquel entonces Celina Martha Villalvazo Casillas, una de las fanáticas de la tradicional serie, tuvo un sueño: poner a su pueblo Mazamitla en el mapa del turismo no solo local, sino también internacional.
Para ello se le ocurrió dar lugar a su costado más lúdico y se permitió fantasear con tener -en su complejo turístico de cabañas- la vivienda de Pedro y de Vilma Picapiedras. Para llevar adelante el proyecto, Villalvazo Casillas convocó Agustín Álvarez, un artista que tenía una muy amplia experiencia en diferentes tipos de trabajos con piedras.
“Para pensar en el diseño del inmueble, que hoy lleva el nombre de ‘La casa de piedra’ se inspiraron en el set de filmación de la versión live-action (la película con actores), de 1994″, comenta Brenda, hija de Villavazo Casillas. Y agrega: “Hoy, y con los resultados a la vista, sin dudas, mi madre cumplió su sueño y, de algún modo, colaboró con la fama turística de Mazamitla, ya que aquí recibimos a huéspedes de todas las latitudes”.
La propiedad, que forma parte de un complejo de cabañas, tiene la estética de las viviendas de la serie tanto en su exterior como en su interior. Rodeada de un amplio jardín, el inmueble cuenta una réplica del troncomóvil, el vehículo con el que cada mañana Pedro iba a trabajar a la cantera.
Esta versión de la casa de Los Picapiedras, que tiene dos plantas, está construida en símil roca y guarda detalles de madera retorcida. El diseño tiene por momentos líneas redondeadas y se destaca por su diseño rústico, el cual dialoga con el interior del inmueble.
Adentro nada está librado al azar. La decoración es una invitación para que los visitantes se sientan en la tradicional casa de Pedro y Vilma Picapiedras. Desde el mobiliario, pasando por las cortinas, mantas, y alfombras -que simulan pieles de animales- colaboran para que los visitantes logren entrar, fácilmente, en el personaje. Además, el lugar cuenta con cavidades en las paredes donde se instalaron algunos electrodomésticos, los cuales logran camuflarse.
También el lugar cuenta con algunos murales que tienen como protagonistas a los personajes de la tradicional serie. El inmueble tiene tres habitaciones y ofrece hospedaje para ocho personas. Los cuartos que están equipados con televisores con sistema de cable. Para aquellos que quieren ir más allá está equipada con una cocina completa, sala de estar con un hogar, comedor, dos baños completos, terraza y parrilla. Pero los que se decidan a visitarla no crean que estarán quedados en el tiempo, la vivienda cuenta con internet de alta velocidad y sistema de televisión por cable.
La casa, según los administradores, es un lugar ideal para instagramers. Allí, el hospedarte tiene un costo de US$357 por dos noches de viernes a domingo, y de US$238 entre semana.
La versión californiana
En California, en la comunidad de Hillsborough (una localidad que sólo cuenta con poco más de 11.000 habitantes), se encuentra una versión particular de la casa de Los Picapiedras. Esta propiedad, que fue levantada en 1976 por el arquitecto William Nicholson, cuenta con grandes cúpulas de hormigón, las cuales habían sido pintadas originalmente de blanco.
Su construcción original nada hacía suponer su transformación final. Por aquel entonces, Nicholson diseñó una vivienda singular, pero que se asemejaba más con un inmueble de aires mediterráneos que con una casa de la famosa Piedradura.
En el 2000 sus dueños optaron por aportarle color y eligieron el naranja para el exterior. Algo que no fue bien recibido por los vecinos. A partir de entonces comenzaron los cruces. El tira y afloje entre ambas partes se prolongó un tiempo hasta que los propietarios optaron por mudarse del lugar. Cuando los residentes de Hillsborough se enteraron de la venta del inmueble, se multiplicaron los festejos en la zona, pero nadie imaginaría que, con el tiempo, terminarían extrañando a los primeros dueños.
La nueva propietaria era Florence Fang (ex dueña de los periódicos norteamericanos San Francisco Examiner y AsianWeek), una excéntrica mujer que al ver la propiedad tuvo algo así como una epifanía y entendió que ese era el lugar indicado para levantar una réplica de la casa de Los Picapiedras y de su animado entorno. Lo primero que instaló fue un dinosaurio, al tiempo le siguió un mamut de metal, más tarde llegaron los hongos de colores y luego fue el turno de un cartel que tenía la famosa frase del gran Pedro Picapiedras: “Yabadabadu”. Si los vecinos estaban horrorizados solo con el color naranja, esto fue definitivamente mucho peor para ellos.
La casa de Fang ya no sólo parecía ser una gran cueva colorida, sino que había logrado replicar en su jardín el fantástico universo de Hanna-Barbera, pero todos esos cambios la nueva propietaria los había realizado sin la autorización de los vecinos, según da cuento un artículo publicado por el New York Post.
Sin más, se desató el conflicto y el cruce de acusaciones, declaraciones y otras yerbas. Lo que derivó en una afirmación de Fang: “Los dinosaurios deben quedarse. Son hermosos y hacen feliz a todo el mundo”. En tanto, la dueña del universo Picapiedras de California, ni lenta ni perezosa, presentó una contrademanda que fue caratulada como: “Discriminación”, basándose en supuestas declaraciones, por parte de sus vecinos, de tinte racista.
La ‘Flintstone House’, como se conoce a la propiedad, parece que finalmente permanecerá en Hillsborough, ambas partes -tras mucho discutir- lograron llegar a un acuerdo que tuvo a la justicia como mediadora.
El documento, que terminó por unir a las partes, afirma que a Fang se le permitirá mantener las alteraciones y resolverá permisos e inspecciones retroactivas con la ciudad. En tanto, se le permitirá a la singular jubilada seguir disfrutando de su onírico jardín digno de Piedradura.
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