ANSA/Cine: Ornella Muti, "para mí, la Navidad es la magia de mi madre"
La actriz italiana habla de sí misma en una autobiografía

Lo hace el año en que cumplió 70 años (nació en Roma el 25 de marzo de 1955), describiéndose como una mujer sencilla que no desea nada, una vegana reciente que ya ni siquiera come huevos, y que pasará la próxima Navidad con sus hijos y nietos en Roma, donde nació.
"Crean una imagen que no se corresponde con quién eres. Así soy yo realmente, Francesca. Para mí, es fundamental mantener mi privacidad, que debe protegerse. Otros no deberían tener que sufrir lo que es tuyo", escribe Mutti.
"Soy hija de una mujer nórdica. Mi madre solía poner un árbol con velas de verdad, tardaba dos días en equilibrarlas, cuando en Roma solo ponían pesebres. Amaba profundamente la Navidad; la casa se llenaba de luz y de música alemana. Para mí, la Navidad tiene la magia de la nieve suave; ahora la paso en Roma con mis hijos", afirma.
"¿Qué regalo te gustaría de Papá Noel?", le pregunta la presentadora Mara Venier en una entrevista en Domenica In.
"Nada, estoy bien como estoy. Quiero estar bien, y que ellos también lo estén", asegura.
Sin duda, ha vivido su vida, siempre con mucho cuidado de proteger su privacidad, de la que no quiere hablar ni siquiera en televisión, pero sí en su libro.
"Es algo entre los lectores y yo, y debería seguir así. Cada uno lee el libro en la cama, en el baño, donde quiera, y lo que yo escribí queda entre ellos y yo", subraya.
Hay mucha vida que contar aquí: debutó a los 14 años en "La mujer más bella", de Damiano Damiani y trabajó con Dino Risi, Ettore Scola, Carlo Verdone y Woody Allen. En 2022, copresentó el festival de San Remo con Amadeus. Una vida ajetreada, llena de amor y pasión. Durante varios años, vivió en una abadía con su hija Naike.
"Como siempre fui tímida y reservada en privado, quería exponer mis debilidades", dice, y lo que más le costó fue "hablar de los demás".
Es dura en sus juicios, como lo fue con Alain Delon.
"Digo la verdad: Delon era guapo, fantástico, pero también una persona difícil. No era amable; era malo conmigo. Al principio era amable, luego se imponía a todos; podía morderte en cualquier momento; no era precisamente fácil. En Sudáfrica, no fue precisamente...", rememora.
Sobre quien permanece en su corazón, aseguró que "primero, Ugo Tognazzi. Era un gran actor, un gran hombre, un amigo, un hermano muy sensible. No es seguro que alguien te comprenda cuando necesitas ayuda."
"Lo conocí en 'Romanzo popolare'. Estaba embarazada, Mario Monicelli lo sabía, él no. Llamé al director y le dije: 'He recibido la noticia, estoy esperando un bebé, tengo que dejar la película'. Él dijo: 'Me daré prisa'. Me hizo hacer todo con antelación. Nadie lo sabía. Las costureras, atónitas, viendo cómo mis pechos crecían a cada minuto, me dijeron que dejara de comer. Terminé cuando tenía cuatro meses de embarazo", relata.
"Con Ferreri y Maselli, me sentí muy gratificada. Con Citto, hice una película por mi cuenta, lo cual es increíblemente gratificante. Con Ferreri, hice películas en una época de grandes cambios; 'La última mujer' causó un gran revuelo.
Artísticamente, me aportaron muchísimo, Verdone, Nuti. La primera vez que conocí a Francesco, con un traje holgado, era realmente especial, lleno de melancolía, y tenía un arte toscano muy propio", recuerda.
Ahora la actriz vive en el campo.
"Me encanta acostarme temprano, cenar temprano y levantarme temprano. En Roma, llegas a las 10 de la noche y ya está. Elegí un lugar precioso, con atardeceres maravillosos; compré esta casa en ruinas. Les hice una casa grande también a ellos, a mis hijos y a mis nietos. Tengo mucha suerte; tengo hijos que me escuchan, siempre dispuestos a recibirme. Naike vive conmigo; los otros dos están en Roma; voy y vengo", detalla.
También le encantan los animales: "A Naike siempre le encantaron los cerdos; yo ni siquiera como huevos, en parte por ideología y en parte por salud. También tenemos cuatro perros y cuatro gatos. Los animales son los dueños de mi vida".
Y ahora tiene 70 años, sigue siendo hermosa, sigue cautivando con su ropa colorida.
"Intento ser muy egocéntrica; el exterior me distrae. No quiero perder esa sensación de apreciar la belleza en las pequeñas cosas que conforman mi día, redescubrir una vida sencilla que nutre el alma. Puede que me divierta, pero no es lo que me hace sentir presente en este mundo y en esta realidad.
Veo que lo he logrado gracias a mis hijos. ¿Algo que no volvería a hacer? No importa. Lo que no volvería a hacer, lo tomo como una lección: la vida es un equilibrio entre el bien y el mal", concluye. (ANSA).



