Bulgaria: Sofía adopta el euro, pero medio país es escéptico
Es el país número 21. La derecha prorrusa se sube a las protestas.

Una medida decisiva para apoyar la economía —y también un escudo contra Rusia—, según sus partidarios, incluidos los gobiernos que han impulsado la adhesión durante años.
Un desastre que disparará los precios para muchos búlgaros, especialmente para quienes viven en las zonas rurales más desfavorecidas del país más pobre de la Unión Europea. En otras palabras, donde la extrema derecha lleva mucho tiempo explotando, si no alimentando, las dudas y las protestas.
Tres días más, pues, y Sofía será la vigésimo primera capital europea donde se paga un café con la moneda única, introducida por primera vez en 12 estados en una ya lejana mañana de Año Nuevo de 2002.
El último país en unirse al club fue Croacia en 2023, que desde 2020 se encuentra junto a Bulgaria en la llamada "sala de espera" de la eurozona. Pero desde hace algún tiempo —tras la hiperinflación de los años 90— Sofía había fijado el lev primero al tipo de cambio.
Ahora, sin embargo, según comentó el economista búlgaro Georgi Angelov, el país podrá "participar en el proceso de toma de decisiones dentro de la unión monetaria".
El mes pasado, la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, destacó las ventajas del euro para Bulgaria: "Comercio más fluido, menores costes de financiación, precios más estables", explicó, con un ahorro de unos 500 millones de euros anuales en comisiones de cambio para las empresas y un impulso sustancial al turismo, un sector que por sí solo representa el 8% del PIB de Bulgaria. El aumento de los precios al consumidor, también según Lagarde, será moderado —normalmente entre el 0,2% y el 0,4%— y, en cualquier caso, de corta duración.
Los búlgaros son, cuanto menos, escépticos: según el Eurobarómetro, casi la mitad (49%) habría guardado con gusto el lev, que ya parecía estar disminuyendo mes tras mes. Según el Centro de Estadística local, el pasado noviembre el recibo del supermercado aumentó un 5% con respecto al año anterior.
En resumen, la inflación se hace notar, dado un salario medio que, según The Guardian, apenas supera los 1200 euros.
Tanto es así que el Parlamento de Sofía ha establecido este año órganos de supervisión autorizados para investigar los aumentos y también para supervisar las temidas e injustificadas subidas de precios de la moneda única.
Estrategias para hacer más aceptable la transición, lo cual, desde una perspectiva más amplia, tiene una clara trascendencia geopolítica: el euro acerca a la gente a Occidente y la aleja de Moscú. Y aquí es donde entra en juego la extrema derecha prorrusa, que no solo ha respaldado las protestas antieuro, sino que también podría, según los observadores búlgaros, explotar cualquier revés en la adopción de la moneda única, especialmente en su fase inicial, con fines antieuropeos.
Potencialmente, esto podría generar mayor inestabilidad en un país que, impulsado por una campaña anticorrupción que acaba de derrocar al gobierno conservador, se encuentra al borde de sus octavas elecciones en cinco años.
Justo en junio pasado, cuando la Comisión Europea dio luz verde, se desató una pelea dentro y fuera del parlamento, con miembros del partido ultraderechista Renacimiento bloqueando el podio, que terminó en un altercado a empujones.
"El reto —reflexiona el economista Angelov— será tener un gobierno estable durante al menos uno o dos años, para que podamos disfrutar plenamente de los beneficios de la pertenencia a la eurozona". (ANSA).



