Ciencia: Osos pardos de los Apeninos menos agresivos por convivencia con humanos
Lo demuestra un estudio genético realizado por la Universidad de Ferrara

Lo afirma un estudio genético dirigido por la Universidad de Ferrara y publicado en la revista Molecular Biology and Evolution.
Los osos pardos marsicanos (Ursus arctos marsicanus) constituyen una población pequeña y aislada que se encuentra únicamente en el centro de Italia, con una larga historia de proximidad a las comunidades humanas.
Investigaciones previas han demostrado que esta población se separó de otros osos pardos europeos hace aproximadamente 2000-3000 años y ha permanecido completamente aislada desde la época romana.
"Una de las principales causas de su declive y aislamiento - explica el autor principal del estudio, Andrea Benazzo- fue probablemente la deforestación asociada a la expansión de la agricultura y al aumento de la densidad de población humana en el centro de Italia".
Como resultado de este largo aislamiento, los osos pardos de Marsican exhiben hoy características únicas: tienen cuerpos más pequeños, cabezas y hocicos distintivos, y un comportamiento menos agresivo que las poblaciones de osos pardos europeos, norteamericanos y asiáticos.
Los investigadores buscaron comprender el motivo mediante el análisis del ADN de estos animales. En concreto, generaron un genoma de referencia de alta calidad a nivel cromosómico para el oso pardo de los Apeninos y resecuenciaron genomas completos de una muestra de individuos.
Estos se compararon posteriormente con los genomas de una población europea mayor en Eslovaquia y con genomas previamente publicados de osos pardos americanos.
Como era de esperar, los osos pardos de los Apeninos mostraron una menor diversidad genómica y una mayor endogamia en comparación con otros osos pardos.
"Aún más interesante -agrega la investigadora Giulia Fabbri- es que demostramos que los osos pardos de los Apeninos también poseen firmas genéticas selectivas asociadas con una menor agresividad".
Por lo tanto, los resultados sugieren que la eliminación de los osos más agresivos por parte de los humanos podría haber contribuido a la selección de variantes genéticas asociadas con un comportamiento menos agresivo. (ANSA).



