Espacio: Una atmósfera densa en torno a un mundo de lava ardiente
Hallazgo del telescopio Webb en planeta fuera del sistema solar

El hallazgo fue realizado por el telescopio espacial James Webb y pone en jaque la teoría dominante, según la cual los planetas relativamente pequeños y tan cercanos a sus estrellas no pueden conservar una atmósfera.
Las observaciones, publicadas en The Astrophysical Journal Letters, están firmadas por un equipo internacional de astrónomos encabezado por el Carnegie Institute (Estados Unidos) y constituyen la evidencia más sólida obtenida hasta ahora de la existencia de una atmósfera alrededor de un exoplaneta rocoso.
La protagonista del estudio es TOI-561 b, una super-Tierra ultracaliente detectada por primera vez en 2020. Tiene un radio aproximadamente 1,4 veces mayor que el de la Tierra y completa su órbita en menos de 11 horas, lo que la ubica dentro de la rara categoría de exoplanetas de período ultracorto.
Aunque su estrella anfitriona es apenas más pequeña y fría que el Sol, TOI-561 b orbita a una distancia extremadamente cercana —unas cuarenta veces menor que la que separa a Mercurio del Sol—, lo que implica una rotación sincrónica.
Como resultado, la temperatura permanente de su hemisferio diurno supera ampliamente el punto de fusión de la roca.
"Lo que realmente distingue a este planeta es su densidad anómala", explica la autora principal del trabajo, Johanna Teske. "Es menos denso de lo que cabría esperar si tuviera una composición similar a la terrestre".
La estructura interna del planeta, por sí sola, no alcanza para explicar esa anomalía, lo que llevó a los astrónomos a sospechar la presencia de una atmósfera espesa que lo hace parecer más grande de lo que es en realidad.
Para comprobarlo, el equipo utilizó el telescopio de las agencias espaciales de Europa, Estados Unidos y Canadá, en particular el espectrógrafo NIRSpec, con el que midieron la temperatura del lado diurno a partir de su brillo en el infrarrojo cercano.
Los datos revelaron temperaturas cercanas a los 1.800 grados, extremadamente altas, pero menores a las que se esperarían en un planeta rocoso "desnudo".
"Para explicar todas las observaciones, necesitamos claramente una atmósfera densa y rica en sustancias volátiles", concluye Anjali Piette, coautora del estudio e investigadora de la Universidad de Birmingham, en el Reino Unido. (ANSA).



