Europa: Choque con EEUU por visados; la UE evalúa una respuesta
Excomisario Breton: "Estamos bajo ataque". Airbus se despide de las grandes tecnológicas.

El año del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca termina para Europa exactamente como empezó: con una bofetada.
Tras meses de aranceles aplicados sin concesiones, ni siquiera a los aliados, el conflicto se intensifica en el ámbito digital y su corolario de intereses y valores.
Esta decisión sin precedentes, tomada en Nochebuena, enfureció a Bruselas, París y Berlín, lo que llevó al propio Breton —arquitecto del arsenal de regulaciones de la UE diseñadas para frenar el poder excesivo de las grandes potencias estadounidenses y figura clave en tensos duelos con Elon Musk— a hablar de "una Europa bajo ataque", expuesta a las "tentaciones imperialistas" de una potencia decidida a erosionar el proyecto común.
Tras una oleada de acaloradas declaraciones defendiendo el derecho de la UE a "regular de acuerdo con sus valores" y la "libertad de expresión", Bruselas ha pedido aclaraciones a Washington. Sin embargo, es plenamente consciente de que la fricción en torno a lo digital continúa creciendo y de que la Casa Blanca emite cada vez más advertencias contra un marco regulatorio calificado de "injusto": desde la Ley de Servicios Digitales y la Ley de Mercados Digitales firmadas por Breton, hasta la cuestión aún no resuelta del impuesto web en el acuerdo que condujo a la imposición de aranceles del 15% en julio.
Breton aún no ha anunciado ninguna contramedida, ni otras figuras de ONG se han dirigido a ella: la británica Clare Melford, del Öndice Global de Desinformación, y las alemanas Anna-Lena von Hodenberg y Josephine Ballon, de HateAid.
Sin embargo, Imran Ahmed ha emprendido la ofensiva legal contra la administración Trump, temiendo la revocación de sus derechos de residencia en Estados Unidos, donde reside y dirige el Centro para la Lucha contra el Odio Digital, un crítico frecuente de las prácticas de X.
Esta iniciativa individual coincide con las conversaciones en curso en el Berlaymont, donde el equipo de Ursula von der Leyen —quien a principios de este mes impuso una multa de 120 millones de euros a X por infracciones de moderación de contenido— asegura estar preparado, de ser necesario, para reaccionar con rapidez y decisión a la prohibición de visados.
La respuesta podría ser multifacética. No se descarta una respuesta similar, aun sabiendo que podría elevar la tensión diplomática en cuestiones clave como el comercio, la seguridad y el intercambio de datos.
Por ello, la opción menos visible, pero considerada la más eficaz, sigue siendo no ceder en la soberanía digital como principio innegociable, eliminándola de la presión de la Casa Blanca. Esta trayectoria es bien recibida por la comisaria adjunta de la Comisión Europea, Teresa Ribera, quien ha instado a la cautela ante una "carrera a la baja" que podría erosionar las regulaciones sociales y del Pacto Verde, sin las cuales Europa perdería su identidad y su influencia negociadora.
Sin embargo, la primera reacción concreta proviene de la industria, donde Airbus —símbolo del ®Hecho en Europa¯ y rival histórico de Boeing— se prepara para dejar atrás su dependencia de las grandes tecnológicas para la gestión de sus datos más sensibles.
La intención, descrita por la vicepresidenta de Asuntos Digitales, Catherine Jestin, es liberarse de la órbita de Amazon, Google y Microsoft migrando información clave (producción, diseño, clientes) a una nube europea ®auténticamente soberana¯, eximiéndola así de las garras de la Ley de la Nube estadounidense, que permite a las autoridades estadounidenses acceder a los datos en poder de empresas estadounidenses, incluso si están almacenados en Europa.
Se espera una licitación a principios de 2026, con inversiones de hasta 50 millones de euros en diez años. Las posibilidades de encontrar una solución adecuada en la UE, según el gigante, son de hasta un 80%. (ANSA).



