Incluso en la era de Google Earth, la gente aún compra globos terráqueos
LONDRES (AP) — Encuentre un globo terráqueo en su biblioteca local o en su salón de clases e intente lo siguiente: cierre los ojos, hágalo girar y póngale un dedo encima al azar sobre su superficie curva y brillante.
Probablemente usted señalará un sitio sobre el agua, que cubre el 71% del planeta. Tal vez se posará sobre un sitio del que nunca ha oído hablar, o un lugar que ya no existe debido a una guerra o el cambio climático. A lo mejor se sentirá inspirado a averiguar quién vive allí y cómo es. Observe cuidadosamente y encontrará la cartela —la firma del fabricante del globo terráqueo— y la antípoda del lugar en el que usted se encuentra ahora.
En la era de Google Earth, relojes de pulsera que efectúan localizaciones y automóviles con dispositivo GPS integrado, un globo terráqueo —una representación esférica del mundo en miniatura— tiene un no sé qué que de alguna forma perdura.
Peter Bellerby, fabricante de globos terráqueos en Londres, cree que el anhelo humano de “hallar nuestro sitio en el cosmos” ha ayudado a estos globos a sobrevivir a su propósito original —la navegación— y a internet. Dice que ésa es parte de la razón por la que se endeudó para hacerle un globo terráqueo a su padre por su cumpleaños 80 en 2008. Esa experiencia le ayudó a inspirarse para crear su compañía, y 16 años después mantiene con empleo a su equipo de unas dos docenas de artistas, cartógrafos y ebanistas.
“Uno no entra a Google Earth para inspirarse”, dice Bellerby en su estudio espacioso y bien iluminado, rodeado por docenas de globos terráqueos en diversos idiomas y estado de finalización. “Un globo terráqueo es decididamente algo que te conecta al planeta en que vivimos”.
O, según escribió el explorador estadounidense de origen escocés John Muir en 1915: “Cuando contemplamos todo el globo como si fuera una enorme gota de rocío, seccionado y salpicado de continentes e islas, surcando el espacio con otras estrellas, todas cantando y brillando juntas al unísono, todo el universo parece una tormenta infinita de belleza”.
Más allá de su atractivo existencial e histórico, asuntos terrenales como el costo y la geopolítica se ciernen sobre la fabricación de globos terráqueos. Bellerby dice que su compañía tiene experiencia con funcionarios aduanales en regiones con fronteras en disputa tales como India, China, el norte de África y Oriente Medio.
Y hay una interrogante real de si los globos terráqueos —especialmente los hechos a mano— siguen siendo relevantes, algo más que obras de arte e históricas para los que pueden pagarlos. Son, después de todo, instantáneas del pasado, de la forma en que sus usuarios y creadores veían el mundo en un determinado momento en el tiempo. Así, son representaciones inherentemente inexactas de un planeta en constante cambio.
“¿Los globos terráqueos desempeñan un papel relevante en nuestra época? De ser así, entonces esto se debe, en mi opinión, a su apariencia de cuerpo tridimensional, el deseo difícil de controlar de hacerlos girar, y el atractivo de su imagen con mapas”, dice Jan Mokre, vicepresidente de la Sociedad Internacional Coronelli para el Estudio de los Globos Terráqueos en Viena. “Tal vez un cierto efecto de nostalgia también tiene algo que ver, al igual que los automóviles viejos y los relojes de pulsera mecánicos ejercen cierto atractivo sobre la gente”.
Joshua Nall, director del Museo Whipple de la Historia de la Ciencia en Cambridge, dice que un globo terráqueo sigue siendo una muestra “del conocimiento, la erudición, los intereses políticos de su propietario”.
“Por desgracia, creo que el uso de globos terráqueos probablemente está declinando, tal vez especialmente en el entorno escolar, donde las tecnologías digitales están tomando el control”, dice Nall. “Creo que ahora tal vez se están convirtiendo más en artículos de prestigio explícito. Están siendo adquiridos para que sean piezas de exhibición, de forma que se vean hermosos, lo que desde luego siempre han sido”.
Los globos terráqueos de Bellerby no son baratos. Oscilan desde unas 1.290 libras esterlinas (unos 1.900 dólares) para los más pequeños a cifras de seis dígitos para el modelo Churchill de 127 centímetros (50 pulgadas). Él fabrica unos 600 globos al año de diversos tamaños, armazones y ornamentación.
Crearlos es un proceso complejo que comienza con la construcción de una esfera y avanza hasta la aplicación de frágiles paneles con forma de pétalos, llamados “gajos”, que son colocados juntos alrededor de la superficie de la esfera. Artistas sentados por todo el estudio de Bellerby en Londres mezclan y aplican pintura minuciosamente: azul cobalto y color menta para los océanos; amarillo, verdes y ocre para el paisaje.
La iconografía pintada en los globos terráqueos abarca una amplia gama, desde constelaciones a montañas y creaturas marinas. Y aquí, según puede confirmar The Associated Press, se incluyen dragones.
Bellerby no da nombres de clientes, pero dice que provienen de más niveles socioeconómicos de lo que uno pudiera pensar, desde familias a negocios, e incluso jefes de Estado. Coleccionistas privados de arte acuden. Y también cineastas.
Bellerby dice en su libro que la compañía fabricó cuatro globos terráqueos para la cinta “Hugo” de 2011. En la película “Tetris” de 2023 puede verse un globo: un modelo Galileo con patas de madera que se destaca ampliamente en una escena.
Y sí, algunas de las personas más acaudaladas del planeta los adquieren. La familia de Reinhold Würth, presidente de la compañía alemana de herramientas y ferretería que lleva su apellido, le dio un Churchill —el modelo más grande— por su cumpleaños 83. Ahora está en exhibición en el Museo Würth 2 en Berlín.
Su nieta, Maria Würth, dice en un video en Instagram que esa obra destaca la historia de la compañía y los viajes que el magnate ha realizado.
No existe un estándar internacional para dibujar correctamente la Tierra. Los países, al igual que la gente, ven el mundo en forma distinta, y algunos son muy sensibles a la forma en que su territorio es representado. Ofenderlos con fronteras dibujadas “incorrectamente” en un globo terráqueo es arriesgarse a que éstos sean confiscados en aduanas.
“La fabricación de globos terráqueos”, escribe Bellerby, “es un campo minado político”.
China no reconoce que Taiwán sea un país. Marruecos no reconoce al Sahara Occidental. La frontera norte de India está en disputa. Muchos países árabes, como por ejemplo Líbano, no reconocen a Israel.
Bellerby dice que la compañía indica en los globos que las fronteras en disputa están en disputa: “No podemos cambiar ni reescribir la historia”.
Desde la antiguedad, los científicos —célebremente Platón y Aristóteles— postularon que la Tierra no es plana, sino que su forma es más bien la de una esfera (más precisamente, es un esferoide: abombada en el ecuador, aplastada en los polos).
Nadie sabe cuándo fue creado el primer globo terráqueo. Pero el más antiguo que se sabe aún sobrevive se remonta a 1492. En esa época, nadie en Europa sabía de la existencia del continente americano.
Se le llama “Erdapfel”, que significa “manzana de la Tierra” o “patata” en alemán. El globo fue realizado por el navegante y geógrafo alemán Martin Behaim, que trabajaba para el rey de Portugal, según el museo Whipple en Cambridge. Contenía más que sólo la información cartográfica conocida en ese entonces: también ofrece detalles, tales como las mercancías que podían obtenerse en el extranjero, los sitios de compraventa y los protocolos locales de comercio.
Es también un registro de una época turbulenta.
“En la actualidad, el Globo Behaim es un documento vital de la conquista europea del mundo y del comercio de esclavos a través del Atlántico”, según la página web del Museo Nacional Germano sobre el globo, que está en exhibición allí. En el siglo XV, señala el museo, “los europeos estaban decididos a circunnavegar África, no sólo para abrir una ruta marítima a India, sino también para agilizar la explotación económica del continente africano”.
“El globo deja ver claramente cuánto de la creación de nuestro mundo moderno se basó en la apropiación violenta de materias primas, el comercio de esclavos y la agricultura en plantaciones”, señala el museo, “y muestra la primera etapa de la subyugación y división del mundo por parte de los europeos”.
Si usted tiene un globo terráqueo de cualquier tipo, cuenta con buena compañía. Durante la Segunda Guerra Mundial se encargó la fabricación de dos en especial para gobernantes en lados opuestos del Atlántico, los cuales fueron símbolos de poder y colaboración.
Para la Navidad de 1942, Estados Unidos les envió globos gemelos gigantes al presidente estadounidense Franklin Roosevelt y al primer ministro británico Winston Churchill. Tenían 1,27 metros (50 pulgadas) de diámetro y pesaban decenas de kilos cada uno. Se cree que eran los globos terráqueos más precisos y de mayor tamaño en esa época.
Se requirió la participación de más de 50 geógrafos, cartógrafos y dibujantes del gobierno para compilar la información empleada en la fabricación del globo, construido por la Weber Costello Company de Chicago Heights, Illinois.
El globo de Roosevelt se encuentra ahora en la Biblioteca Roosevelt en Hyde Park, Nueva York, y el globo de Churchill está en Chartwell House, la casa de la familia Churchill en Kent, Inglaterra, según la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
En teoría, ambos gobernantes podían utilizar los globos simultáneamente para formular estrategias de guerra. “Sin embargo, en realidad", escribe Bellerby, "el regalo de los globos terráqueos era un simple ejercicio de relaciones públicas, un arma importante en la guerra moderna”.
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Laurie Kellman está en X como: http://www.twitter.com/APLaurieKellman