Música: Claudio Villa, el "reuccio" de la canción italiana
Centenario de su nacimiento

El 1 de enero se cumplirán cien años del nacimiento de Claudio Villa, en Roma, en el barrio de Trastevere, en via della Lungara.
Villa fue el nombre artístico que eligió apenas empezó a abrirse camino en el mundo de la música y a tomar distancia de unos orígenes humildes —padre cochero, Pietro, y madre ama de casa, Ulpia— que nunca evocó con demasiado gusto.
Debutó en 1947 con su primer disco de 78 rpm: publicado por el sello Parlophon, incluía Serenatella dolce e amara y Canzoncella, y todavía hoy es una de las piezas más codiciadas por los coleccionistas. En total, vendió unos 45 millones de discos en todo el mundo y grabó alrededor de tres mil canciones.
Claudio Villa apreciaba su apodo, Il Reuccio, un título que le otorgó Corrado en 1956 durante el programa Rosso e Nero. Es imposible no sonreír al pensar que, mientras Elvis Presley era The King of Rock'n'Roll, Claudio Villa era el Reuccio de la canción italiana.
Cuando fue "coronado", Villa ya había ganado por primera vez el Festival de Sanremo en 1955 con Buongiorno Tristezza, en una edición en la que también obtuvo el segundo puesto con Il torrente.
Las crónicas recuerdan que, con cuatro triunfos, el Reuccio comparte el récord de victorias en Sanremo con Domenico Modugno: el Festival fue su obsesión, mucho más allá de las doce veces que participó.
Los otros éxitos llegaron en 1957 con Corde della mia chitarra; en 1962, con Addio… addio, a dúo con Modugno; y en 1967 con Non pensare a me, junto a Iva Zanicchi.
Durante un tiempo emprendió una guerra personal contra los organizadores del Festival. Quedaron en la memoria, tras una nueva exclusión, una conferencia de prensa furiosa, con puñetazos sobre la mesa, insultos y protestas públicas.
Toda esa rabia acumulada fue, de algún modo, compensada por Pippo Baudo cuando, durante Sanremo 1987, el 7 de febrero, interrumpió la competencia para dar en vivo la noticia de la muerte de Villa, a los 61 años, mientras estaba internado en un hospital de Padua por una operación cardíaca.
En su palmarés figuran también las victorias en dos ediciones de Canzonissima: en 1964 con 'O sole mio y en 1966 con Granada, además del triunfo en el Festival de Nápoles de 1963 con Jammo ja', junto a Maria Paris. Y una treintena de películas, desde La banda del buco hasta Fontana di Trevi, de Canzone proibita a Primo applauso.
Claudio Villa fue, en muchos sentidos, el símbolo de la canción italiana tradicional, inspirada en el bel canto. Había crecido cantando stornelli y canciones romanas, idolatrando a Carlo Buti y a grandes tenores como Tito Schipa.
Tenía una voz potente, de timbre tenoril, que le permitía abordar incluso arias de ópera y que fue, al mismo tiempo, la clave de su éxito y la razón por la que quedó atado a una forma de cantar y a un repertorio que se volvieron súbitamente anacrónicos cuando la cultura juvenil impuso nuevos lenguajes musicales y, más tarde, con la llegada de los cantautores, la propia idea de canción cambió de manera radical.
Un personaje complejo, de temperamento belicoso, cuya vida sentimental —dos matrimonios, con Miranda Bonansea y Patrizia Baldi, y una larga relación con Noemi Garofalo— y las delicadas cuestiones ligadas a la paternidad —con la batalla legal iniciada por sus hijos Manuela y Claudio para obtener el reconocimiento— alimentaron la crónica rosa.
Disfrutó de un éxito enorme, incluso fuera de Italia, y hoy representa una pieza fundamental de la historia de la canción y del espectáculo de su país. (ANSA).



