Turismo: Los Castillos del Valle de Aosta, más que turismo
El renacimiento de las antiguas casas solariegas que invitan al descubrimiento

En la Edad Media, la región también fue una puerta de entrada clave entre los Alpes de Francia, Suiza e Italia: controlaba los pasos del Pequeño y el Gran San Bernardo y recaudaba impuestos para el paso de mercancías, ejércitos y peregrinos.
En aquella época, todas las familias prominentes construían un castillo: se competía por construir el más grande, hermoso, inexpugnable y opulento; docenas y docenas de maravillas arquitectónicas dominaban, como lo hacen aún hoy, los valles, los pueblos, el río Dora Baltea y las demás vías fluviales del Valle.
Al finalizar la época feudal, los castillos también decayeron lentamente; con la consolidación del poder de la familia Saboya, las mansiones pronto perdieron su función y cayeron en desuso, mientras que las más estratégicas se convirtieron en sedes administrativas, residencias o fuertes fronterizos.
Solo en tiempos más recientes se ha roto este letargo, y una segunda vida ha dado un nuevo impulso a muchos de los castillos del Valle de Aosta. Así, las imponentes fortalezas de los nobles del Valle se han transformado en centros de arte y cultura, lugares de ciencia y entretenimiento, convirtiéndose en museos, hoteles de lujo o lugares ceremoniales.
El viaje para descubrir los castillos más emblemáticos de la región, también conocida como la tierra de los "Cien Castillos", comienza con la Fortaleza de Bard, construida sobre un espolón rocoso que domina la entrada del Valle y que ha visto el paso de ejércitos, peregrinos y estadistas.
En 1800, resistió heroicamente el asedio de Napoleón Bonaparte, frenando el avance francés durante dos semanas. Este pequeño, pero poderoso acto de resistencia resultó en la destrucción del fuerte, que fue reconstruido por la Casa de Saboya unas décadas más tarde.
Un joven Camillo Benso di Cavour, entonces oficial de los Ingenieros del Ejército, estuvo destinado en el fuerte durante la reconstrucción. Hoy, este bastión militar se ha convertido en uno de los centros culturales más extraordinarios de los Alpes, sede de exposiciones internacionales, el Museo Alpino y una exposición permanente de conocimiento histórico y científico.
Hasta el 6 de abril, el fuerte rinde homenaje a Fernando Botero con la exposición "Técnica Monumental", que reúne más de cien obras, entre dibujos, pinturas y esculturas, que narran la exploración del artista colombiano de la relación entre forma y materia.
A unos treinta kilómetros al noroeste se encuentra el Château de Saint-Pierre: construido en el siglo XI y remodelado varias veces, domina el valle central con una apariencia de cuento de hadas que lo ha convertido en una de las imágenes más queridas de la región.
Tras años de deterioro, abandono y posteriores restauraciones, ha sido completamente restaurado y, desde 2021, alberga el Museo Regional de Ciencias Naturales Efisio Noussan, un museo histórico en Aosta.
Las antiguas salas, antaño habitadas por familias nobles, ahora narran la vida en los Alpes: geología, fauna, glaciares y la fragilidad del entorno montañoso.
Desde 2024, el museo también alberga el artefacto momificado más antiguo de Italia, una pequeña marmota descubierta en 2022 en la cara este del glaciar Lyskamm y que data del Neolítico (4691-4501 a. C.). Viajando hacia el sur durante unos cincuenta kilómetros, se llega al Castillo de Verrès, encaramado en un espolón rocoso con vistas al río Dora Baltea.
La mansión es una fortaleza austera y compacta, construida a finales del siglo XIV por orden de Ibleto di Challant. Sin embargo, fue Caterina di Challant quien la inmortalizó, la noble que bailaba en la plaza del pueblo con los plebeyos en el siglo XV, desafiando las convenciones y ganándose el cariño de su pueblo. Cada año, durante el histórico Carnaval de Verrès, ese baile cobra vida de nuevo con damas y caballeros disfrazados, entre antorchas y tambores, para celebrar la libertad y el coraje de Caterina.
Hoy en día, esos salones albergan conciertos y espectáculos contemporáneos. A pocos kilómetros al este, el Castillo de Tour de Villa, enclavado entre los viñedos de Gressan, alberga ahora un bed and breakfast y un lugar para eventos y ceremonias.
El escudo familiar permanece intacto, representando un león dorado con garras y lengua roja, rampante sobre un escudo negro, acompañado del lema 'Praecibus et Operibus' (Oración y Trabajo). (ANSA).



