Ucrania: tensiones internas en EEUU, NYT
Un informe expone divisiones, contactos paralelos y mensajes cruzados

Según el diario, la política de la administración de Donald Trump hacia Ucrania estuvo marcada por profundas contradicciones: desde el temor, dentro del Pentágono, a siquiera pronunciar la palabra "Ucrania", hasta los enfrentamientos entre las distintas corrientes del equipo de política exterior. Entre los episodios mencionados figuran una reunión con la delegación rusa en la que el secretario de Estado Marco Rubio habría citado "The Godfather", y una llamada telefónica entre el presidente ucraniano Volodimir Zelensky y una ex Miss Ucrania, casada con un amigo personal de Trump.
Uno de los pasajes más controvertidos del relato incluye una frase atribuida al presidente estadounidense —"Rusia es mía"—, pronunciada, según una de las fuentes, al dirigirse a su enviado especial para Ucrania, Keith Kellogg. La reconstrucción también da cuenta del cruce registrado el pasado septiembre entre Rubio y el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.
El artículo destaca además el papel de la Central Intelligence Agency (CIA), que en agosto, poco antes de la cumbre entre Trump y Vladimir Putin, advirtió a la Casa Blanca que el Kremlin no estaba interesado en poner fin a la guerra.
Según el Times, Lavrov afirmó estar convencido de que Trump se había comprometido, durante el encuentro en Alaska, a presionar a Zelensky para que cediera el resto del territorio de Donetsk. El canciller ruso incluso habría instruido a la embajada en Washington para enviar una carta a Rubio solicitando que Trump reconociera formalmente ese compromiso.
La misiva tomó por sorpresa a la administración estadounidense y, posteriormente, Moscú explicó que se trató de una iniciativa personal de Lavrov, no autorizada por Putin.
El reportaje señala que los contactos entre el entorno de Trump y representantes rusos comenzaron incluso antes de su asunción. Con el recuerdo del Russiagate aún presente, el entonces futuro embajador estadounidense ante la ONU, Michael Waltz, escribió al entonces presidente Joe Biden para solicitar autorización. Biden optó por no bloquear los contactos, aunque sin otorgar una aprobación formal.
Las negociaciones oficiales se iniciaron tras el juramento, pero los intercambios informales continuaron durante semanas, en parte por la promesa de campaña de Trump de resolver la guerra "en un día". En ese contexto, la designación de Kellogg como enviado especial para Ucrania generó una fractura inmediata dentro del equipo presidencial, con el vicepresidente JD Vance entre los principales críticos.
En paralelo, en el Pentágono, la llegada del secretario de Defensa Pete Hegseth —sin una postura definida sobre el conflicto en sus primeros días— profundizó las divisiones.
Influido por asesores partidarios de suspender el envío de armas a Kiev, Hegseth chocó con Kellogg, cuyas posiciones en defensa de Ucrania lo dejaron rápidamente aislado dentro de la administración. (ANSA).



