Un espíritu de carnaval impregna el Mundial de dardos en Londres
Disfrazados de Elvis, Astérix o Blancanieves, ataviados con pelucas y, a menudo, con un vaso en la mano: miles de aficionados transforman el edificio Alexandra Palace de Londres en el templo de los dardos durante un campeonato...

Disfrazados de Elvis, Astérix o Blancanieves, ataviados con pelucas y, a menudo, con un vaso en la mano: miles de aficionados transforman el edificio Alexandra Palace de Londres en el templo de los dardos durante un campeonato del mundo que tiene aspecto de carnaval extravagante.
"El 20% de la gente está aquí por los dardos, el 80% por el ambiente y por lo demás. Para mí es 50-50, vengo a ver los dardos pero quiero también disfrutar del ambiente", cuenta a la AFP Stephen Lyons, un inglés de 44 años que ha viajado desde Sunderland.
Para ver solo apasionados de los "darts", o al menos aficionados de verdad, hay que ir al World Matchplay en Blackpool, apunta su sobrino Callum.
El "Ally Pally" (el apodo del Alexandra Palace) "es más bien para disfrazarse y tomar una copa, ¡es como una fiesta de Navidad para todos!".
En la entrada de este edificio victoriano situado en un barrio noble del norte de Londres, los británicos, alemanes y neerlandeses son mayoría, a menudo en grupos de amigos que han elegido llevar el mismo disfraz, lo que añade mucho colorido y un fuerte contraste con la elegancia tradicional del lugar.
No es extraño por lo tanto cruzarse por el hall con personas disfrazadas de abejas, gallos o dálmatas. O con un pescador y dos de sus amigos disfrazados de peces. También pululan por el lugar seis hombres vestidos de Supermán, otros dos de Blancanieves u otros en atuendos de bailarines de música disco, de prisioneros con mono de color naranja o de los célebres personajes infantiles.
Tres semanas de fiesta
En el interior del recinto para eventos, más de 3.000 personas se reúnen en el "West Hall", donde se encadenan durante tres semanas, y hasta la final del 3 de enero, tres partidas por sesión, la última de ellas por la tarde-noche.
Las entradas para el evento, puestas a la venta en agosto, se terminaron "en unas horas", precisó a la AFP un portavoz del torneo.
El precio de las mismas era de entre 55 y 65 libras esterlinas (entre US$85 y US$100) para la primera fase y hasta 90 o 100 libras (US$120 o US$135) para la final, según la situación dentro de la sala.
Desde las gradas o alrededor de una mesa, los aficionados reaccionan ruidosamente a cada punto marcado o dejado de marcar. Se entusiasman con sus jugadores favoritos, abuchean a los rivales o entonan cánticos como el popular "Hey Baby" del filme "Dirty Dancing" o "Stand Up If You Love The Darts, Stand Up".
Algunos cantan también el himno "God Save the King" para animar sobre todo a uno de los ídolos locales, el inglés Luke Humphries. Otros parecen más preocupados por captar la atención de las cámaras del difusor británico, Sky Sports, con pancartas o gesticulando.
"Realmente increíble"
"Lo había visto ya en la televisión, pero no me esperaba esto, es increíble", afirmó Ollie Crawford, un joven de Sheffield que tiene una falsa diana colgada del cuello.
"El ambiente es realmente increíble", sonríe por su parte Luca Phlug, un alemán de 25 años que vive cerca de Núremberg.
En este ambiente más propio de una sala de fiestas que de un recinto deportivo y donde animadoras femeninas actúan antes de las partidas, el público es mayoritariamente masculino.
La escocesa Gillian Sutherland, disfrazada de monja, cree que "cada vez más mujeres se interesan por los dardos".
"¡Esta es la mejor fiesta posible! Todo el mundo se disfraza y lo pasas muy bien. Miras algo los dardos, bebes algo, ¡es fantástico!", dice con una bebida en la mano.



