Los paradigmas de la electrificación y la conducción autónoma también funcionan como igualadores en la búsqueda de los nuevos lenguajes de estilo; qué dejaron los concepts cars destacados de Fráncfort 2017
Muchos vienen diciendo desde hace un tiempo que los grandes salones automovilísticos “ya fueron”. Que son muy caros, que es más efectiva una comunicación directa con el público a través de las redes sociales, que son mejores los eventos específicos que concentren el 100% de atención en una sola marca, y cosas por el estilo. Bueno, parece que los muchachos que organizan el Salón del Automóvil de Fráncfort no se dieron por enterados de nada de eso. Como todos los años impares –desde hace un par de décadas– volvieron a organizar un evento monstruoso con más de 230.000 m2 de exposición y 71 lanzamientos mundiales. Es cierto que faltaron algunas marcas, algunas de ellas muy importantes en el mapa del diseño actual –que de eso va esta nota–, como Volvo, Peugeot o Nissan, pero a juzgar por la cantidad de concept cars presentados (¡casi 25!), da la sensación de que el IAA (Internationale Automobil-Ausstellung) tiene cuerda para rato. Y hubo para todos los gustos. Aquí va una selección de los más destacados, según la opinión de quien suscribe.
Simplemente Belleza
De los autos conceptuales siempre se espera una visión de futuro, una proyección de hacia dónde va la industria automovilística. Pero algo que siempre (¡siempre!) se agradece, es una buena cuota de belleza. Ese tácito premio al más lindo del salón se lo llevó el Kia Proceed. No fue para nada el concept más jugado en Fráncfort (de hecho Kia no especificó si debajo de la carrocería había un motor térmico o algo más apropiado a los tiempos que corren), pero así de convencional y todo, el trabajo que hicieron los diseñadores comandados por Peter Schreyer fue soberbio en el terreno de las formas. Todo se conjuga bien en esta especie de rural deportiva: proporciones, superficies y detalles. Sólo basta ver cómo las líneas de luz se dibujan en sus torneados laterales, o cómo todo el auto se apoya con firmeza en sus ruedas traseras o lo bien que evoluciona la parrilla Tiger nose –la marca registrada de Kia–, de las pocas que no recurren a la omnipresente forma hexagonal. Hay un doble mérito de Kia: de visitante, en el terreno de los alemanes, la marca coreana les pintó la cara, desde el punto de vista del diseño, claro está.
Simplemente buen diseño
Si el premio a la belleza fue para el Kia, el premio al buen diseño en Fráncfort no puede tener otro destinatario que el Honda Urban EV Concept. Hacía tiempo que no se veía algo tan fresco, divertido y deseable. El Urban EV es un canto a la simplicidad, a la pureza formal y al uso correcto de las referencias del pasado para proyectar una idea de futuro (los que recuerden a la primera generación del Civic lo van a entender perfecto). Por el lado estilístico, el concept de Honda es la demostración de que no es indispensable recurrir a la extrema complejidad, el dinamismo sobreactuado, o a las expresiones agresivas para lograr un auto que sea percibido como moderno. Realmente dan muchas (¡muchas!) ganas de que Honda lo produzca en serie.
Concepto y consistencia
En el terreno conceptual –el de las ideas–, otro visitante se llevó las palmas: el Renault Symbioz. La visión del rombo sobre cómo será la movilidad en un futuro cercano propone una integración total entre auto y hogar, tal es así que hasta viene con una casa diseñada ad hoc. Esa simbiosis entre casa y auto se enfatiza con los asientos delanteros pivotantes, que generan una suerte de living dentro del auto. Es un recurso un poco trillado, pero no deja de ser un lindo homenaje a una tradición de Renault en cuanto a la modularización del espacio interior, que viene del Espace de 1984. En cuanto al diseño, es bastante interesante: tiene bellas superficies y hermosos detalles, sobre todo en el interior. Las proporciones son algo rústicas, sobre todo por el techo aplanado que no termina de fluir con el resto de la silueta del auto. Pero un gran logro de Renault es que ha logrado instaurar un estilo muy consistente, que funciona tanto para coupés deportivas (como el exquisito Trezor) como para un sedán familiar de buen porte como este Symbioz. Tal vez no será un estilo rupturista y transgresor, como aquellos diseños del impredecible Patrick Le Quément, que tanto deleitaban a los paladares negros de la innovación. Pero que funciona, funciona.
Los locales
Fieles a su condición de locales, los fabricantes alemanes presentaron una enorme variedad de autos conceptuales. Hubo algunas cosas interesantes, otras menos convincentes, y algunas francamente desconcertantes.
Comencemos con el Audi Aicon, que se presentó como un demostrador de tecnología, estilo y movilidad conceptual para los futuros Audi. Es totalmente autónomo, al punto que no tiene volante ni pedales para comandar el vehículo. Más allá de los gustos personales, el Aicon es interesante, sobre todo por el hecho de que hay un gran riesgo tomado en esto de empezar a probar formas que realmente se adapten a los nuevos paradigmas de movilidad. El auto sorprende en vivo por su tamaño (en fotos parece más pequeño) de casi 5,5 m de largo. Hay que decir que este equilibrio de proporciones solo puede lograrse con unas ruedas gigantescas (¡26 pulgadas!), casi imposibles de implementar en una producción en serie.
BMW presentó un concept bastante similar, en el sentido de adelantar un nuevo lenguaje de diseño para sus futuros vehículos eléctricos. El i Vision Dynamics Concept –así se llama– es un poco más difícil de digerir. Para una marca que ha hecho el sedán más hermoso de los últimos 25 años (el actual Serie 3), este concept luce un poco impersonal. Las líneas, proporciones y superficies son netas y fluidas, pero los detalles que se usan para aportar carácter e iconicidad –como las muescas en la superficie vidriada– no son tan convincentes. Y con respecto a la parrilla, hay que reconocer que era algo difícil de resolver y que la propuesta es bastante jugada… pero combinada con esas luces híperagresivas, terminaron dándole al auto la expresión de un castor muy enojado.
Lo más relevante de la otra gran marca premium alemana –Mercedes-Benz, claro–, fue el EQA Concept, que sería el equivalente eléctrico del actual Clase A. No hay dudas de que el auto está muy bien ejecutado, pero desde ciertos ángulos parece que podría pertenecer a cualquier otra marca (de las que están haciendo las cosas bien, varias chinas incluidas). Toda la carga identitaria pasa por el dibujo de una parrilla tradicional hecho por luces LED en la trompa, con gran protagonismo de la famosa estrella de tres puntas. La pregunta del millón es si ese recurso gráfico alcanzará para definir la personalidad de los autos eléctricos de –nada menos– la marca que reclama el título de inventora del automóvil.
Por último, una mención para la renacida marca Borgward, que presentó un concept muy ambicioso, como para demostrar que la cosa va en serio. Lo llamaron Isabella, en honor al tradicional modelo de los años ‘50 (que incluso llegó a fabricarse en nuestro país). El homenaje no es solo nominal, sino también estilístico, ya que el showcar recrea esa típica línea ondulada en el lateral del modelo original, que está complementada con muchos (tal vez demasiados) elementos de diseño para darle modernidad al auto. Algunos son muy interesantes, como el parante C en voladizo, o la forma en la que vidrio y metal se funden en el techo. Por sus formas tan rebuscadas, el Isabella recuerda bastante a algunos de esos recargados autos del llamado biodesign de los años noventa (para los entusiastas: chequear Ghia Focus Concept de 1990).
Una reflexión final
Fráncfort demostró que el nuevo paradigma de movilidad eléctrica y autónoma está funcionando como un gran igualador para todas las marcas; una especie de barajar y dar de nuevo. Por eso las tradicionales marcas premium –las alemanas por ejemplo– se están viendo en grandes dificultades para encontrar un nuevo lenguaje diferenciador (o siquiera elementos icónicos), adaptándose a las nuevas formas que exigen la tecnología eléctrica y autónoma. Hasta ahora, los autos de lujo siempre lograron diferenciarse –entre otras cosas– por las proporciones propias de la tracción trasera y por una calidad percibida visual materializada en detalles difíciles de reproducir para las marcas generalistas (pliegues de carrocería de radios imposibles como los de Audi, por ejemplo). También por las tradicionales parrillas que llevan décadas de evolución, como las de Mercedes y BMW, que con la desaparición de los radiadores ya no serán necesarias. Parece que en el futuro esa diferenciación entre diseño premium y diseño generalista no será tan clara, al menos en cuanto a formas y estilo. Tal vez el tema pase por el diseño de servicios y experiencias, que está tan en boga. De todas maneras la gran industria automovilística alemana no tiene de qué preocuparse. Le sobran prestigio, materia gris y –lo más importante– recursos económicos como para prevalecer. Sólo que esta vez, de locales, les tocó ver las finales de diseño desde la tribuna.