Cubiertas verdes: una alternativa que no reemplaza a las plazas
En las grandes urbes se produce la impermeabilización de la superficie del suelo por la construcción de calles, veredas y edificios. Disminuye la infiltración del agua de lluvia con el consecuente aumento del escurrimiento. Las áreas no construidas a veces se convierten en espacios verdes: jardines, plazas y parques públicos y privados, donde las plantas realizan un intercambio de gases con la atmósfera, capturan el principal gas de efecto invernadero, el CO2, y liberan el necesario O2.
Esta problemática impulsó desde hace unos 30 años la inclusión en grandes ciudades del mundo de los llamados "techos verdes", el tratamiento de la superficie de techos o azoteas de edificios con una cubierta naturada, compuesta por una membrana impermeable cubierta con sustratos como medio de cultivo y plantas.
Estas cubiertas naturadas aumentan el área fotosintetizante de la ciudad y pueden acumular parte de las precipitaciones; así retrasan los picos de escurrimiento y disminuyen el uso de la calefacción y refrigeración por el aislamiento térmico que producen en el piso inferior.
Pero no reemplazan a una plaza o parque debido a varios factores. La cantidad de agua de precipitación que puede acumular un suelo es superior a la que puede acumular un techo verde. Las plazas pueden ser utilizadas para esparcimiento del público, mientras que los techos verdes tienen accesos restringidos o pueden no ser transitables. Los diseños paisajísticos de las plazas pueden disfrutarse visualmente por los transeúntes y los techos verdes, en su mayor parte, sólo por el que puede verlos desde arriba.
Además, en las plazas pueden plantarse árboles, para el beneficio de las aves y otra fauna, mientras que en los techos verdes esto es menos probable de realizar. La biodiversidad que se puede manifestar en una plaza es generalmente superior a la que se puede obtener en un techo verde.
La deseable complementación entre plazas y parques públicos, y el estímulo a la incorporación de techos verdes beneficiará la calidad de vida de los habitantes y los visitantes, y a la fauna y la flora nativas en las ciudades con escasa superficie vegetada.
El autor es ingeniero agrónomo y profesor de la UBA
Fabio A. Solari
LA NACION