Aves argentinas radicadas en los EE.UU.
Las compraron como mascotas en los años setenta, se liberaron, se reprodujeron y habitan en toda la costa este del país.
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Fue a mediados de 1968. Los ornitólogos norteamericanos comenzaron a tomar nota de un hecho curioso: de improviso, en lugares como Blue Island, Florida, Chicago y Nueva York, estaban apareciendo ejemplares aislados de la típica cotorra (también conocida como periquito monje o por su nombre científico, Myiopsitta monachus), un ave originaria del centro de la Argentina y que hasta entonces no existía por esas latitudes.
Hoy, tres décadas más tarde, las cotorras están a sus anchas: procrearon con convicción, construyeron y reconstruyeron sus nidos (frecuentemente sobre transformadores eléctricos, porque anidan en lugares altos) y se encuentran cómodamente instaladas en toda la costa este de los Estados Unidos.
Con casa propia
Gracias a que diseñan sus casas -que pueden llegar a medir dos metros de ancho por dos de largo y albergar hasta a 40 aves- con cámaras interiores, son la única de las 358 especies conocidas de loros capaces de soportar los fríos inviernos de la región.
¿Cómo llegaron las aves a afincarse en parajes que se encuentran a varios miles de kilómetros de distancia de su hábitat natural?
Algunos afirman que escaparon de un camión de carga, y otros que se habrían fugado de un contenedor en el aeropuerto John F. Kennedy. Pero la verdad parece ser levemente diferente. "Se trata de una especie importada -afirma Alejandro Grajal, director de programas para América latina de la Sociedad Audubon, desde Miami-. Es más, ahora mismo el gobierno argentino ha realizado una petición para que se deje sin efecto una moratoria que rigió durante algunos años y se permita la reimportación."
Según el científico, la mayoría de las cotorras que colonizaron Estados Unidos fue adquirida como mascota. Eventualmente, tiempo después algunos de estos ejemplares lograron evadirse de su cautiverio y, como no existen loros autóctonos en la zona (los últimos se habían extinguido en el siglo XIX) ni tienen predadores, se extendieron profusamente. "Se han convertido en un problema serio, porque la población ha estado creciendo fuertemente en los últimos diez años y suelen provocar cortocircuitos", explica.
Según Grajal, cientos de miles de estas cotorras se han exportado comercialmente de la Argentina y Paraguay, donde se las considera una plaga para los cultivos de maíz y de sorgo. A tal punto que "en la Argentina ha sido perseguida y aniquilada -ilustra-. Probablemente ha sido el país que más loros ha exportado a España y los Estados Unidos. Aquí, por el contrario, no se registra que las cotorras perturben a las especies autóctonas", subraya.
"Una barbaridad"
Sin embargo, para el biólogo Ricardo Barbetti, de la sección Protección Ambiental del Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, la cuestión no es tan sencilla. "Cuando hay muchos individuos de una especie, molestan -explica-. Se multiplicaron tanto porque, a diferencia de lo que ocurría en otros tiempos, ahora van a un cultivo de trigo y ya tienen comida. Además, la gente mata a los animales que se las comen a ellas, como el gato montés, la comadreja y el aguilucho. El problema que van a tener en los Estados Unidos es que allí las cotorras no tienen predadores. Es lo que ocurre siempre cuando se traslada una especie alegremente. Aquí pasó en el sur con la liebre europea y la rosa mosqueta. Siempre la misma barbaridad... Hay una confusión muy grande. Se habla de libertad de acción... ¿Pero eso es libertad o es tiranía?"
Para el especialista, ejemplos de los trastornos que trae el mudar a especies exóticas abundan: "Nunca se sabe lo que puede ocurrir. Puede extinguirse o convertirse en plaga. En Australia tuvieron que hacer cercos de cientos de kilómetros de largo y todavía no pudieron controlar al conejo común. Para limitar la expansión de la tuna, que se había convertido en plaga, tuvieron que importar una mariposa cuya oruga se alimenta de ella. Lo mismos ocurrió en la China con el gorrión europeo. Estos casos son conocidísimos, pero se sigue cometiendo el mismo error".



