Investigadores argentinos. Crean ratones de laboratorio hiperkinéticos
Permiten estudiar el déficit de atención que afecta a los niños
En la Argentina hay medio millón de chicos con déficit de atención e hiperactividad (ADHD, según sus siglas en inglés). Falta de atención, impulsividad, agresividad, hiperkinesia y mal rendimiento en las aulas son algunos de los síntomas que afectan su vida familiar y escolar, y continúan en muchos casos en la adultez.
Ahora, un equipo de investigadores argentinos liderado por el doctor Marcelo Rubinstein, del Instituto de Ingeniería Genética y Biología Molecular del Conicet (Ingebi), acaba de demostrar con un trabajo que se publicó en la revista Molecular Psychiatry algo que hasta ahora no estaba científicamente comprobado: que estas conductas tienen relación con el receptor de dopamina en la corteza prefrontal de todos los mamíferos.
"Probamos algo en los ratones que es imposible de testear directamente en seres humanos: el receptor de dopamina D4 es un factor de riesgo para el déficit de atención con hiperactividad", explica Rubinstein.
En un trabajo que se publicó en la revista Molecular Psychiatry, los investigadores mostraron además algo que hasta ahora no estaba científicamente comprobado: que para que aparezcan estas conductas es necesaria una alteración en los receptores de dopamina D4.
El D4 tiene una función central en la modulación de la dopamina, neurotransmisor que permite la puesta en marcha de funciones fundamentales de esta área del cerebro, como la categorización en tiempo real de información sensorial, la filtración de claves ambientales irrelevantes que puedan distraer la atención, la retención de información durante períodos cortos llamada "memoria de trabajo" y la organización temporal de las acciones corporales.
Estímulos distractivos
Si no fuera posible establecer "rankings" de acciones de acuerdo con su importancia o urgencia, en forma automática (es decir, sin pensar) y todo el tiempo, la vida misma sería imposible. Por esta causa era esperable que cualquier exageración o deficiencia en el funcionamiento de estos receptores D4 de dopamina alteren los exquisitos circuitos cerebrales prefrontales, que comandan acciones cotidianas.
No parece casual, entonces, que el gen alterado del receptor D4 esté implicado en una enfermedad de la que mucho se ha hablado en el último tiempo, pero no por "moderna", sino porque el estilo de vida actual -disparador de una enorme cantidad de estímulos distractivos-seguramente logró ponerla más de manifiesto: se trata del déficit de atención e hiperactividad.
La falta de atención y concentración, la imposibilidad de moderar los propios impulsos comportamentales y la hiperactividad que caracteriza a quienes padecen este trastorno (que según estadísticas afecta al 5% de los niños y a una cantidad levemente inferior de adultos, que conservan todos los síntomas menos la hiperactividad) estarían vinculados con alguna falla en los circuitos cerebrales donde participan estos receptores, cuya alteración también se verifica entre aquellos con adicciones y conductas impulsivas.
Síntomas cardinales
La dopamina también está involucrada en las psicosis y en la enfermedad de Parkinson. Cuando una persona tiene un brote psicótico se la medica para disminuir la acción de la dopamina, cuyo exceso causa las alucinaciones y el delirio. En el Parkinson, en cambio, es la disminución de este neurotransmisor (que se "fabrica" menos porque las neuronas que lo producen, las de la vía nigro estriada, están lesionadas) la que causa los síntomas cardinales de la enfermedad, dificultad de movimientos, rigidez y temblores.
Para estudiar qué papel desempeña el receptor D4 de dopamina en la corteza prefrontal de ratones, Rubinstein y su equipo trabajaron con tres grupos de animales de laboratorio: unos eran ratones normales (el grupo de control), a otros se les había lesionado la vía de neuronas productoras de dopamina poco después de nacer, pero conservaban el receptor D4 de dopamina y al tercer grupo también por ingeniería genética se la habían quitado estos receptores, es decir, eran animales mutantes, sin receptores D4.
"Como el receptor D4 es un gen candidato a predisponer para el desarrollo de esta enfermedad, la pregunta que nos hicimos -continúa Marcelo Rubinstein- fue ¿qué pasaría si destruimos las neuronas dopaminérgicas al ratón ni bien nace o qué ocurre si directamente le quitamos ese receptor?"
Los hallazgos de Rubinstein y su equipo fueron notables: aquellos animalitos cuyas neuronas productoras de dopamina habían sido dañadas (es decir, que tenían poca concentración de ese neurotransmisor, algo que en los adultos causa Parkinson experimental) se mostraban hiperkinéticos y movedizos, y tenían actitudes temerarias, como por ejemplo correr por el centro de un camino en lugar de hacerlo por los costados, donde estarían más protegidos, un indicador de falta de inhibición comportamental.
Como contrapartida, los animales normales y aquellos que no tenían el receptor D4 conservaban la inhibición comportamental (caminaban por los costados del camino y no por el centro) y no eran hiperkinéticos.
Efecto paradojal
"Nuestra conclusión fue que para perder la inhibición comportamental y mostrar conductas hiperkinéticas los ratones debían conservar sus receptores D4 y, además, tener poca dopamina (cerca de un 20%). Nunca antes se había comprobado este hecho en un trabajo científico", dijo Rubinstein.
El investigador del Ingebi y su equipo también comprobaron, por otra parte, que la administración de una droga estimulante sobre el ratón hiperkinético lograba un efecto paradojal en el animal: lo tranquilizaba.
"Si se les da anfetamina a los ratones normales tienen hiperlocomoción -indicó-. En los hiperkinéticos, por el contrario, cuando se les administra este fármaco la actividad disminuye. Es lo que también ocurre entre los chicos a quienes se medica con una sustancia que es un psicoestimulante pero logra reducir los síntomas que padecen."
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