Descubren una causa de apnea
Si se obstruye la respiración al dormir, el cerebro altera completamente su actividad eléctrica
Tragedia en la ruta. Un camión y un colectivo chocan inexplicablemente... Más tarde, las pericias demuestran que ambos choferes conducían somnolientos. Y que tenían en común sobrepeso, hipertensión, alteraciones cardíacas.
Todos son síntomas de una enfermedad muy frecuente, llamada apnea obstructiva del sueño, que ocurre cuando, al dormir, se cierra la orofaringe y esto impide el paso de aire a los pulmones, todo esto al compás de estruendosos ronquidos.
Como el sueño de quien sufre apnea es de muy mala calidad (se producen microdespertares hasta cientos de veces por noche), causa somnolencia diurna, falta de concentración, trastornos de la memoria y problemas cardiovasculares. Y es una de las más importantes causas de accidentes de tránsito y laborales.
Además de bajar de peso, el tratamiento de elección consiste en utilizar un dispositivo que envía aire a presión positiva continua a través de la nariz. Esto normaliza la entrada de aire a los pulmones y... felices sueños.
Sin embargo, para el investigador Jorge M. Affanni, director del Instituto de Neurociencias del Conicet y Profesor de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Morón, esta solución para las apneas no agotaba las preguntas sobre el tema.
Dedicado desde hace años a indagar en torno del sentido del olfato y su relación con el sueño, Affanni determinó que la ausencia de la presión ejercida por el aire inspirado sobre un pequeñísimo órgano ubicado debajo del tabique nasal (llamado órgano vómero nasal -OVM-), presente en todos los mamíferos, podía relacionarse con los cambios funcionales anormales del cerebro durante las apneas del sueño.
Estas ondas anormales son dañinas porque producen una descarga muy grande de energía a nivel cerebral.
El hallazgo de Affanni consiste en haber determinado que el correcto funcionamiento del órgano vómero nasal ayuda a preservar los patrones bioeléctricos normales durante una importante etapa del sueño.
Dormid y multiplicaos
Affanni ya había determinado que ciertas enfermedades neurológicas -el Alzheimer, el Parkinson o el Huntington, por ejemplo- podían comenzar con una degeneración del sistema olfatorio que alteraba los patrones normales del sueño.
"Es que el aparato olfatorio -explica- excede largamente la función de identificar y diferenciar olores. Se conecta con amplísimas regiones del cerebro, a diferencia del oído o la visión. Por lo pronto, el aparato olfatorio regula fuertemente la manifestación bioeléctrica del sueño."
Después de estudiar qué ocurría con animales de experimentación privados de olfato, Affanni continuó metiendo su nariz en la nariz y se dedicó a ese pequeñísimo órgano que mide sólo milímetros, que está ubicado debajo del tabique nasal y que, hasta la década del 90, no se sabía que también existía entre las personas.
"Quitamos OVN a un animal de laboratorio, el armadillo -dijo el doctor Affanni, al referirse a su trabajo de investigación con los doctores Claudio Cervino e Isabel Benítez- y vimos que durante la etapa del sueño llamada REM (del inglés, rapid eye movement), que coincide con la actividad onírica, el electroencefalograma del animal mostraba una actividad completamente anormal, un exceso de energía que impedía el descanso de las neuronas. Algo similar a lo que se ve durante el síndrome de apnea del sueño. Es decir, la función del órgano sería evitar esta actividad anormal del cerebro durante el sueño, que exige un desmedido gasto de energía a nivel nervioso."
Affanni agrega que el OVN, aunque está dentro de la nariz, no es sensible a los olores; se trata de un órgano quimiosensorial, que responde a sustancias volátiles relacionadas con la piel que viajan a través del aire.
De tejido eréctil, muy inervado y sumamente sensible a la presión, el OVN es estimulado a través de la respiración (por eso no trabaja correctamente durante las apneas) y, a través de nervios, desencadena complejas respuestas a nivel cerebral porque se conecta con el hipotálamo y el complejo nuclear amigdalino, vinculados con respuestas endocrinas y de comportamiento relacionadas con el sueño, la reproducción y las expresiones emocionales, como por ejemplo el miedo y la ira.
El doctor Affanni explica que entre los animales está demostrado que el OVN responde a sustancias de significado sexual.
"Son las famosas feromonas -comenta el investigador-, que no tienen ningún olor, pero que explican que cerca de la casa de una perra en celo merodeen todos los perros del barrio."
Entre los humanos, ¿ocurre algo similar?
"Hay que seguir investigando, no hay nada demostrado -dice el científico-. Existen sustancias inodoras vinculadas con la piel, llamadas vómero ferinas, que podrían parecerse a las feromonas y ser la base del atractivo sexual. Hay mensajes moleculares inconscientes que tienen un gran impacto en la fisiología: varía la frecuencia cardíaca, la respiración, la emoción. No en vano decimos a menudo que alguien nos cae bien o mal por una simple cuestión de piel .