
Estudian múltiples usos para un tipo de algas microscópicas, las diatomeas
Tienen aplicaciones en ciencias forenses, ecología, arqueología y en la industria
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Un chico apareció muerto en medio de un campo cultivado de maíz en Suiza. Pero no había sido asesinado en la campiña alpina, sino ahogado en un lago. Los detectives no sólo determinaron el lugar del crimen, sino que pudieron dar con el autor. ¿Cómo? Contaron con la valiosa ayuda de organismos microscópicos: las diatomeas.
Estas micropistas halladas en el barro alojado en el pulmón del cadáver brindaron en la autopsia un dato crucial. "Cuando se presume que ocurrió una muerte por sumersión, en muchos países se hace el test de diatomeas. Se las busca en los tejidos y se las compara con las que viven en los cuerpos de agua próximos al lugar del hallazgo. A partir de este dato se pudo ubicar la fuente de agua donde había en verdad fallecido el niño y condujo también hacia el asesino, porque comprobaron que el barro hallado en su camioneta contenía la misma especie de diatomeas presentes en el cadáver", explica Nora Maidana, del Departamento de Biodiversidad de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.
Ella es uno de los mil científicos en todo el mundo que siguen de cerca estos peculiares seres vivientes de no más de cuatro micrones de diámetro, que habitan en los sitios más impensados del planeta: desde hielos polares hasta aguas termales, pasando por terrenos secos e inclusive en el interior de animales, como en las vías respiratorias de monos.
Cuando todo haría suponer que no podrían sobrevivir, ellas pueden seguir adelante en condiciones mínimas de vida. "Quizá sólo las cianobacterias, o algas azulverdosas, las pueden superar", afirma Maidana.
Sin despreciar ningún ambiente, las diatomeas sólo quieren vivir, solitarias o agregadas, y muestran diferentes formas. La variedad es muy amplia entre las 500.000 especies marinas y terrestres.
Una de las tareas del equipo de Maidana, del Laboratorio de Diatomeas, es precisamente identificarlas a partir de las características únicas de su cobertura de sílice. Esta especie de cápsula de vidrio en la que viven encerradas no es totalmente simétrica. Una de las tapas generalmente es más grande que la otra. Este hecho genera algunos cambios, sexualmente hablando. ¿Por qué? Normalmente se reproducen por mitosis, es decir, se dividen en dos células hijas. Al dividirse una de ellas se queda con la tapa más grande y debe sintetizar la más chica. Por el otro, la que se queda con la más pequeña debe fabricar una más diminuta aún para terminar de conformar un cuerpo. "Cuando llegan a reducirse tanto que corren peligro de muerte, en ese momento suena una alarma interna -explica la especialista- y se reproducen sexualmente y el descendiente tendrá el máximo tamaño de la especie."
Herramientas microscópicas
Las aplicaciones de estas algas van mucho más allá del ámbito forense. En la industria, por ejemplo, son empleadas como abrasivo. "Al morir las algas queda el vidrio. En una época fueron utilizadas como pasta de dientes, hasta que se comprobó que limpiaban demasiado y peligraba la dentadura", sonríe Maidana. Hoy están presentes en materiales para pulido de metales, como aislantes, o como insumo para fabricar pinturas antideslizantes. Un dato: las líneas amarillas de las rutas contienen diatomeas.
Tampoco faltan como alimento para cría de crustáceos o formando el 95% de la composición de insecticidas llamados ecológicos. Del mismo modo en que habitan los sitios más recónditos del planeta, también sus aplicaciones las muestran en objetos impensables. "En nanotecnología -puntualiza Maidana-, se emplean para el filtrado de tinta en la fabricación de papel moneda."
Actualmente, también permiten el monitoreo de un curso de agua. En este campo, el equipo de Maidana estudió muestras del arroyo Morales, afluente del río Matanza, en la provincia de Buenos Aires, que corre cerca de un basural a cielo abierto. Del análisis de las diatomeas pudieron evaluar el daño producido en el arroyo por el drenado desde el basural.
Las diatomeas también brindan datos del pasado remoto. "Las que al morir fueron depositándose en el fondo de los lagos o ríos resultan valiosas herramientas que ayudan a reconstruir cambios ambientales de miles de años de antigüedad y aportan datos clave para los estudios arqueológicos", prosigue la investigadora.
Para el futuro, los científicos evalúan la posibilidad de emplearlas para obtener EPA, ácido eicosapentaenoico o 20:5n3, utilizado en alimentación de animales, y que hoy se extrae de aceite de peces. El de estas microalgas tiene la ventaja de ser inodoro y de mayor grado de pureza.
Según explica Maidana, el abanico de utilidades que ofrecen las diatomeas es extenso. "Hasta se está estudiando utilizarlas como biosensores para monitorear, por ejemplo, cambios en la composición química de la sangre y en la fabricación de microcápsulas que permitan dosificar medicamentos."






