Buscó en google la palabra discapacidad y se sorprendió por la respuesta
Para Juana Rodríguez Abadíe, de 21 años, que le hayan amputado una pierna, "más que el fin de algo fue el comienzo de todo", porque "le enseñó a ver el mundo desde otra perspectiva". De entrar a rehabilitación sin poder cebarse un mate, ahora vive sola, va a al supermercado a comprar la yerba y toma mate todo el día.
Para la joven, que se volvió una influencer –solo en su Instagram tiene 134.000 seguidores- la discriminación es uno de los problemas más graves que enfrentan las personas con discapacidad. De hecho, recibe cientos de comentarios negativos en sus redes. Juana recalca que hay gran falta de información acerca de las discapacidades, y cree que muchos de esos mensajes llegan desde la ignorancia.
"La discapacidad es algo que se educa y que se aprende con información", dice Juana. Por eso, el significado de discapacidad que aparece en Google la preocupa. Buscó el término y encontró algo que no le gustó: "Es la falta o limitación de alguna facultad física o mental que imposibilita o dificulta el desarrollo normal de la actividad de una persona". Desde esa mirada, siente que las personas con discapacidad no tienen lugar dentro de la sociedad: "Nos suelen excluir de su entorno y de su vista".
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Juana tuvo una amputación transfemoral a los 18 años, debido a un virus intrahospitalario que ingresó en su pierna durante una cirugía. A partir de ese momento, sus pensamientos cambiaron: "Vivirlo en carne propia te hace ser, pensar y entender diferente", afirma.
Desde que fue amputada, Juana siente que la gente la trata diferente, ya sea "por maldad" o por "ignorancia". "No entiendo cómo en una ortopedia no hay alguien amputado que haya vivido mi situación para saber atenderme y entenderme. Un profesional y un libro –opina– pueden saber mucho y ser excelentes, pero no lo viven".
En este sentido, Juana cree que se combinan tres factores: falta de educación, de información y de inclusión, ya que no solo las personas discriminan, sino los lugares. Espacios chicos para pasar, no adaptados o que no tienen rampas ni pasamanos o ascensores. "Cuando por primera vez en un restaurante quise ir al baño con la silla de ruedas y no pude pasar por la puerta me sentí muy mal", recuerda.
Juana tuvo que dejar de lado el prejuicio ajeno, pero también el propio, porque ambos la convencían de que no servía para nada y que hasta ahí llegaba su vida. Cuando logró ver todo lo que sí podía, desde ese momento su vida cambió. "No es que haya algo que no pueda hacer, lo hago diferente", afirma.
Es por eso que desde sus posteos busca llegar a muchas personas y luchar por una sociedad inclusiva, porque "ante todo somos personas y con derechos, aunque muchas veces no se cumplen".
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