El caballo, un aliado para rehabilitar y mejorar la autoestima
La terapia ecuestre es una práctica cada vez más difundida, pero no de muy fácil acceso; una organización la ofrece de manera gratuita en el Hipódromo de La Plata
Darian Devitta tiene 25 años y desde que nació tiene una parálisis cerebral leve. A los 8 fue diagnosticado con el síndrome de Asperger. Hasta los 16 no quería que ningún perro, gato ni ningún otro ser con patas y cola estuviera cerca de él. "Dentro de su espectro, de su sensibilidad, sentía mucho temor, y vimos en la terapia con caballos la posibilidad de superarlo, de por lo menos generar un acercamiento", recuerda Claudia Pérez, la mamá.
En los primeros encuentros, a Darian el caballo no le infundía confianza. Era un animal grande, fuerte, poderoso. Pero el trabajo del equipo del Centro de Equitación para Personas con Discapacidad y Carenciadas (Cedica) le mostró otros atributos: dócil, amigable y, sobre todo, un gran mediador terapéutico.
"Los resultados fueron fantásticos -se emociona Claudia-. En poco tiempo pasó de no relacionarse con el caballo a cepillarlo y darle de comer. Generó una confianza con el animal que le permitió trabajar otros aspectos. Mejoró la postura, adquirió mayor autoestima, venció temores y se relajó. Tanto que ya hace cuatro años que tenemos un perro. Nunca habíamos podido tener una mascota".
El Cedica es una asociación civil sin fines de lucro fundada en 1994 en la ciudad de La Plata. Su misión es la inclusión social a través de la rehabilitación ecuestre, definida como una terapia integral que utiliza al caballo de manera terapéutica, aprovechando las características de su naturaleza innata y de su medio ambiente para la recuperación de la persona en sus dimensiones biológica, psíquica y social.
"La idea surgió de un grupo de profesionales de la educación, de la salud y de trabajadores del Hipódromo de La Plata. Así pudimos juntar dos pasiones. Por un lado, el amor a los caballos, y por otro, las ganas de atender a personas que no podrían tener acceso a la equitación si no fuera 100% gratuita", cuenta su director ejecutivo, Alejandro Zengotita.
Las alumnas y los alumnos que concurren, nombrados amazonas y jinetes, son personas con distintos niveles de discapacidad física o intelectual, así como individuos en situaciones de riesgo y vulnerabilidad social. Provienen de institutos de menores, hospitales y centros de salud, barrios carenciados o de familias vulnerables. Cada uno de ellos utiliza siempre el mismo caballo y en las clases intervienen al menos cuatro profesionales, entre psicopedagogos, psicomotricistas, profesores de equitación y operadores de pista.
Multibeneficios
"A cada persona que viene se le hace una evaluación particular explica Zengotita-, porque dos casos de la misma patología no son iguales. Revisamos la historia clínica, nos reunimos con los profesionales que la atienden y hacemos una programación de trabajo en concordancia con el tratamiento previo". Señala que lo que se busca es un logro determinado, que en algunos casos puede ser alcanzar un patrón de marcha o caminar por sus propios medios, y en otros, mejorar la alineación del tronco o las funciones vitales, como la respiración, los niveles de conciencia, de atención. "Todo va de la mano de la búsqueda de una mayor autoestima, que es fundamental", subraya el director ejecutivo del Cedica.
Actualmente tienen cerca de 100 alumnos, que van de los 4 a los 60 años, y atienden 26 tipos diferentes de patologías, entre intelectuales y motoras. Desde el Cedica indican que llegaron a tener 140 asistentes, pero "el congelamiento de los aportes del gobierno provincial impide entregar más becas".
"Recibimos chicos que los jueces nos mandan porque están bajo la tutela del Estado, que viven en instituciones, y pacientes de hospitales psiquiátricos, especialmente del Ramos Mejía y del José Ingenieros. Hicimos convenios con universidades, con el Servicio Penitenciario Bonaerense, con la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia. Nosotros tratamos de becar a todo aquel que no tenga recursos. El alumno más chico empezó con 20 meses de edad y el más grande egresó con 73 años", se ufana Zengotita.
Felipe Correa tiene 13 años y un compromiso motor importante que no le permite caminar. Tampoco puede hablar, aunque se las arregla muy bien para expresarse a través de un comunicador digital conectado a una tablet. Describe a Blanco, su caballo, como de mediana estatura, más o menos robusto, bastante manso, aunque tiene su carácter, y muy inteligente.
"Felipe no tiene ninguna lesión cerebral, su inteligencia es acorde con su edad, pero por una cuestión motora no puede mover los músculos de la boca. En 2012, por una recomendación de su psiquiatra, empezó con la terapia ecuestre. Al principio tenía el cuerpo muy rígido, no sostenía bien la cabeza, había una discordancia entre los movimientos del caballo y la postura de Felipe. Pero después de un tiempo el cambio fue notable. Ahora ves cómo el cuerpo se va acompasando con la marcha del caballo. Cuando se logra eso, es un momento de gloria", cuenta, con orgullo de mamá, Verónica Turchi.
Muchos de los chicos con discapacidades que pasan varias horas en la silla de ruedas o en la cama desarrollan otras patologías asociadas, como la obesidad o la pérdida de masa muscular. En paralelo, la persona se cansa de ir a sanatorios y visitar médicos, lo que redunda en una disminución de la autoestima y la confianza.
"El caballo -explica Alejandro Zengotita- es un ser vivo, transmite energía y reproduce el patrón de marcha de una persona que no puede caminar por sus propios medios. Al sentir que se mueve, en la persona se activan la masa muscular, la circulación, el sistema cardiovascular, el respiratorio. Montar es como un gimnasio perfecto con la ventaja de que se practica en un entorno al aire libre. El paciente está en contacto con la naturaleza y con profesionales atípicos, que no usan batas ni guardapolvos".
Tal vez la mejor definición para entender la terapia con caballos provenga de Felipe. "Al estar en su lomo siento muchas cosas: la brisa en mi cara, mi cuerpo moverse al compás de su andar, la tranquilidad de sus pasos, la seguridad que me da su robustez, el sonido de su respiración. Juntos sentimos una cosa única. Porque siento un mundo, un mundo que es nuestro".
Para saber más
Cedica
Terapia ecuestre gratuita lunes, miércoles y viernes, de 11 a 18, Hipódromo de La Plata, tel.: (0221) 423-1070, interno 304; equitacionparatodos@cedica.org.ar
Temas
Más leídas de Comunidad
"Las heridas todavía duelen". La conmovedora historia del estudiante de abogacía adoptado de bebé
"Yo estoy sana". Una prepaga consideró la identidad trans de una persona como una enfermedad preexistente
"No sabía a dónde ir". Tuvo que volver a la casa donde sufrió maltrato de niña por un “problema administrativo” de Nación