El proyecto educativo que llevó el teatro a todos los habitantes del Sommer
En 2012, los docentes y estudiantes de la Escuela Secundaria N° 10, ubicada dentro de las hectáreas del Hopital Sommer, se plantearon un objetivo: devolverle al viejo teatro del hospital, que se usaba sobre todo para ateneos médicos, su verdadera identidad, poniendo actores sobre las tablas. Pero, además, que los chicos y las chicas pudiesen llevar del aula al escenario distintos contenidos pedagógicos.
El impacto en los métodos de enseñanza y aprendizaje, así como en la retención de la matrícula, fue inmediato. También en la autoestima de los jóvenes. Esas son algunas de las razones que hicieron que el proyecto gane una mención especial del premio Comunidad a la Educación 2019.
"Quisimos mostrarles que la cultura no es propiedad de una elite, que ellos podían ser no solo receptores sino también generadores de arte como espacio de expresión", cuenta Paola Quiroga. Ella es profesora de Ciencias Naturales, se formó en entrenamiento actoral e integra el equipo del proyecto: "El teatro te da herramientas para la vida. Mejora el vocabulario, el aprendizaje en la investigación de los contextos históricos de las obras y la lectura, que siempre genera resistencias. Entendieron que leer no es aburrido, sino que te ayuda para un montón de cosas", agrega.
A la secundaria asisten 255 estudiantes; un 30% son familiares de pacientes del hospital, otro tanto viven en las zonas rurales cercanas y el resto en barrios vulnerables como Mi Rincón y El Porvenir. "Para la mayoría de las familias ir al teatro es una actividad que no está dentro de sus posibilidades, no solo por la distancia a los centros urbanos, sino por sus dificultades económicas", señala Mariela Poletti, directora de la institución.
Poletti explica que "en lugar de vivir la vulnerabilidad social como un obstáculo", buscaron construir a partir de ella, "reconociendo el valioso aporte de cada uno" y adaptando las obras a la realidad local para que el espectador se apropie de las mismas y se sienta parte. "Que el teatro vuelva a ser un espacio de aprendizaje para todos genera un gran impacto en la comunidad", asegura.
Diego Gómez, exalumno del secundario, encontró en el proyecto su vocación. Actualmente, está estudiando en la Escuela de Teatro de Morón: viaja dos horas y media de ida y otro tanto de vuelta. "Al principio sumarme al proyecto fue complicado, porque necesitaba muchas horas de ensayo y mis papás no entendían que yo tenía que ir y no podía trabajar con ellos en el campo. Pero cuando me vieron actuar, se sintieron orgullosos de mí", recuerda.
Quiroga dice que el proyecto ayudó también a que los chicos empezaran a hablar en público: "Acá son muy tímidos. Los actos escolares, desde que empezó el teatro, los conducen ellos. El desempeño oral es muy importante, por ejemplo, cuando al día de mañana tengan que buscar un trabajo".
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Escuela Secundaria N°10 : ees10generalrodriguez@gmail.com
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