Adriana Bustos, la artista antropóloga: investigaciones transformadas en obras
El escándalo de Southern Winds, aerolínea que tenía su base en Córdoba y fue vinculada con el narcotráfico, no pasó desapercibido para Adriana Bustos en 2005. “Leo con atención y veo que la ruta era Tacna-Córdoba-Buenos Aires-Madrid. Me quedé helada: esa ruta se superponía a la de las mulas del tiempo de la colonia, la que llevaba el oro de América a Europa”, recordó años más tarde la artista sobre aquella investigación de LA NACION, que la impulsó a realizar otra por su cuenta. Una que la llevaría a la cárcel.
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No fue presa, sino que buscó rastrear algunas consecuencias del problema: averiguó que el 70 % de las internas en una prisión de Córdoba estaba cumpliendo condena por delitos relacionados con el narcotráfico, y pidió entrevistarlas. “Tenía claro que las preguntas serían en torno a lo económico y a las rutas que son dos ítems substanciales, tanto para la colonia como para el narcotráfico. Pero claro, fueron apareciendo sus relatos, impresionantes, literarios, y el proyecto en cierta medida me tragó. Yo no buscaba la verdad, solo sus historias que resultaron muy concretas. ‘Quería poner una peluquería’. ‘Quería viajar’. ‘Quería operar a mi hijo’, etc.”, contó en un diálogo con Eva Grinstein, incluido en un libro que Ignacio Liprandi dedicó a su carrera.
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Las ilusiones que condujeron a esas mujeres tras las rejas se transformaron en imágenes pintadas por Bustos sobre telones, que sirvieron a su vez de fondo para retratos donde aparecen de espaldas. Una de esas obras que las presenta como “mulas” humanas, junto a mulas reales que transportaban metales preciosos del Alto Perú durante la época de la colonia, fue exhibida por la galería Nora Fisch en la reciente edición de Pinta Miami.
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Otra investigación similar ocupa en estos días la atención de Bustos, nacida en Bahía Blanca y formada en Córdoba, que vive ahora en Buenos Aires. Luego de que su proyecto Mundo Imaginal ganara semanas atrás el Premio Azcuy, impulsado por la constructora del mismo nombre y el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, se abocó a “asaltar bibliotecas virtuales y reales” y a buscar información de primera mano entre familias pioneras de Flores y Caballito. El resultado de esa pesquisa, destinada a combinar datos históricos con “información apócrifa” en un relato visual, podrá verse desde 2022 en el techo de la entrada a una nueva torre ubicada en el límite de ambos barrios. Como una forma de integrar pasado, presente y futuros posibles.
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